Retrato de la periodista afgana.

Retrato de la periodista afgana. Cedida Comité español de ACNUR

Protagonistas DÍA MUNDIAL DEL REFUGIADO

Khadija Amin, la presentadora evacuada por España tras la caída de Kabul en 2021: "Sueño con volver; si pudiera, lo haría"

Forzada a huir de su país de la noche a la mañana, la comunicadora refugiada lucha desde España para que el mundo no se olvide de sus compatriotas.

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"Cuando llegué, un hombre preguntó por mí y yo respondí asustada. Me dijo: 'Coge tu maleta y baja conmigo, porque la ministra de Defensa está esperando para ayudarte'. No me lo podía creer". Son palabras de Khadija Amin (Kabul, 1993), que hace cuatro veranos dejó de dar los buenos días en la Radiotelevisión Pública de Afganistán (RTA) para emigrar a España.

Corría un convulso 23 de agosto de 2021 y los talibanes acababan de recuperar el poder en la capital. Amin estaba entre las más de 2.000 personas evacuadas por España en un operativo de emergencia coordinado entre los Ministerios de Defensa y Exteriores, con el apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y otras oenegés.

Ese dispositivo, uno de los más ambiciosos de la historia del asilo español, se utilizó durante semanas, a través de vuelos militares que aterrizaban en la base aérea de Torrejón de Ardoz, desde donde los evacuados eran distribuidos a centros de acogida para iniciar su recuperación física y emocional.

La caída de Kabul marcó el inicio de una nueva etapa de persecución, censura y represión sistemática. "A mí me obligaron a dejar mi país. Yo tenía muchos sueños, pero tuve que irme para sobrevivir. En concreto, a Salamanca, donde empecé de cero mi vida", relata la informadora.

Khadija Amin, frente al objetivo.

Khadija Amin, frente al objetivo. Cedida Comité español de ACNUR

Llegar a la pista de asfalto de un país desconocido supuso para ella una urgencia por reconstruir. Su primer desafío fue el idioma, un español ahora impecable, aprendido con obstinación y ternura, bajo cuya superficie persiste el eco de otra lengua que no se borra, solo se transforma.

"En Afganistán no nos dejan hablar; aquí, aunque ha sido difícil, porque al principio no sabía ni decir 'hola', puedo dar visibilidad a la situación de las afganas", subraya alguien que ha pasado por un matrimonio forzado, la lacra de la violencia de género y las trabas que conlleva hacer información en un país donde las violaciones de los derechos de las mujeres son norma.

Pese a haber nacido en la ciudad más grande del país, no tuvo la oportunidad de ir a la escuela durante parte de su infancia, como sí hacía su hermano, y fue por medio de clases clandestinas impartidas en casa como tuvo acceso a una educación.

Obligada a vestir burka y privada de libertad, pasó seis pesados años bajo aquel yugo hasta que un día, y pese al estigma social al que se exponía, decidió divorciarse.

Con 24 años, empezó su vida de cero —sería la primera vez, no la última— y se matriculó en Periodismo. Por la mañana, iba a la universidad, y, por las tardes, ejercía como reportera en un camino hacia el éxito que la llevó a convertirse en el rostro de los informativos.

El regreso talibán

Su carrera meteórica se truncó un 15 de agosto de 2021, cuando los talibanes entraron en Kabul y tomaron el control. Ese día, Amin había salido de la redacción para hacer un reportaje. El presidente Ashraf Ghani y altos funcionarios de su gobierno, así como el personal de las embajadas de varios países occidentales, habían abandonado el país.

Khadija Amin presentaba el informativo matinal en la televisión nacional de Afganistán.

Khadija Amin presentaba el informativo matinal en la televisión nacional de Afganistán. Cedida Khadija Amin

La ciudad se evacuaba entre el caos más angustiante. Desde las pistas del aeropuerto, se transmitían escenas estremecedoras: miles de personas intentando huir, algunas, incluso, tratando de aferrarse a las aeronaves cuando comenzaban a despegar. Las imágenes se convirtieron en símbolo de la desesperación de la sociedad afgana.

Amin lo recuerda como si fuera ayer. "Intenté ir al plató para presentar el boletín de la tarde, e insistí a mi jefe pidiéndole volver, que, si no podía hacerlo en directo, al menos me permitiera grabar para emitir la retransmisión por la noche. No aceptó, porque el riesgo de que los talibanes acabaran presentándose en la oficina era alto".

La frustración fue inmediata. "Yo veía cómo mis compañeros continuaban con sus trabajos, pero nos decían que las mujeres no podíamos. Al tercer día volví otra vez para intentar presentar... y tampoco tuve éxito. Tras varias semanas dando entrevistas a medios internacionales, recibí la llamada de una periodista española. Me dijo: 'Te vamos a ayudar a salir de Afganistán'".

Aterrizó siete días después. "Es muy duro llegar a un país sin saber dónde estás", lamenta Amin, que durante su primer año como refugiada estuvo inscrita en un sistema de acogida hasta que decidió probar suerte en la capital de la Gran Vía, epicentro del ejercicio periodístico en España y de, pensaba ella, las oportunidades.

Sin embargo, Khadija, que habla cinco idiomas y solía ser una personalidad reconocida por la calle para cualquier persona de un país con 41,45 millones de habitantes, se topó con una realidad más incierta y hostil: "Trabajaba en una pizzería hasta las cuatro de la mañana, pero cuando terminaba no tenía dónde dormir, así que lo hacía en parques. Un amigo me llegó a esconder en su habitación 15 días".

Confiesa que "me daba vergüenza pedir ayuda. He logrado mucho aquí en España y no olvido lo que el país ha hecho por mí, pero ser refugiada duele. Nadie quiere dejar su vida atrás". Estos recuerdos tejen su pasado, pero la resiliencia de la que se ha nutrido en la adversidad la ha llevado a un nuevo presente, ahora a 6.193 kilómetros de distancia en línea recta del terror.

'Heroína' de ACNUR

Se quiebra cada vez que habla de sus hijos. "El padre no me deja hablar con ellos. Les echo de menos, les quiero mucho", cuenta con la voz entrecortada, bajo la atenta mirada de los asistentes al evento que el Comité español de ACNUR organizó el pasado 7 de mayo, contando con su presencia, para presentar Héroes.

Amin es una de las protagonistas de la campaña, que pone rostro a los más de 123 millones de personas desplazadas a la fuerza en el mundo. El objetivo de la iniciativa es impulsar el testamento solidario como una vía de colaboración cuyo impacto transformador puede salvar vidas, garantizando un futuro más digno, refugio, educación, agua, salud y nuevas oportunidades para ellas.

De izquierda a derecha, Khadija Amin, periodista afgana; Ramiro Ribeiro, profesor que ha testado a favor de ACNUR; Aminata Soucko, activista contra la mutilación genital femenina procedente de Mali; y Elena Asensio, que también ha testado a favor de ACNUR. Amin y Soucko son protagonistas de la campaña 'Héroes'.

De izquierda a derecha, Khadija Amin, periodista afgana; Ramiro Ribeiro, profesor que ha testado a favor de ACNUR; Aminata Soucko, activista contra la mutilación genital femenina procedente de Mali; y Elena Asensio, que también ha testado a favor de ACNUR. Amin y Soucko son protagonistas de la campaña 'Héroes'. Cedida Comité español de ACNUR

Ahora, la comunicadora compagina su trabajo en una productora con las colaboraciones en 20minutos, donde escribe sobre los desafíos de las mujeres de su tierra, comparte historias con nombre y pide en sus columnas que aquellas que han arriesgado sus vidas por defender los derechos humanos no sean olvidadas por Europa.

Cuando aparta su plumilla, Amin tiende una mano a los millones de afganas que viven en un lugar que ella define con la palabra "cárcel". Lo hace a través de Esperanza de Libertad, asociación que creó con el apoyo de ACNUR, y cuyo objetivo es brindar apoyo a niñas y mujeres, ayudándolas a acceder a la educación y el emprendimiento de manera segura en clandestinidad.

"En mi país, si una mujer tiene salario es muy respetada. Por eso, hemos decidido llegar a sus casas, para que puedan tener la oportunidad de estudiar y trabajar. Además, hemos conseguido billetes para que 30 mujeres y niños puedan llegar a España. Ha sido muy difícil, pero ojalá que podamos lograr más", explica.

Actualmente, se estima que hay 6,1 millones de refugiados afganos, lo que les convierte, a ella y a sus compatriotas, en la tercera nacionalidad del mundo en desplazamiento forzado, solo por detrás de Siria y Ucrania. Amin pide que se les mire con ojos de empatía.

En 2023, Amin recogió el premio de El Club de las 25 entregado a las mujeres afganas por su lucha por la igualdad y los derechos fundamentales.

En 2023, Amin recogió el premio de El Club de las 25 entregado a las mujeres afganas por su lucha por la igualdad y los derechos fundamentales. Europa Press

"Nadie da nada gratis. Si ves que alguien ha tomado una decisión así, esa persona ha perdido algo. Me preocupa mucho el silencio, porque el régimen ha callado a la mitad de la población, pero los medios no hablan de lo que pasa aquí", lamenta.

La comunicadora no edulcora el panorama: "A corto plazo, no veo un futuro posible con los talibanes”. Pero se mantiene firme: “España me ha dado mucho, no quiero ir a otro país. Y si salgo, será para volver a Afganistán. Sueño con hacerlo un día; si pudiera, regresaría”.

No es una promesa vacía: en el pasado, ha llegado a decir que le encantaría llegar a ser la presidenta de su país. Y si no, que lo sea otra mujer. Amin no pierde la esperanza. "Habrá libertad para las mujeres. Con los talibanes, a corto plazo, no veo un futuro posible. Pero llegará", y ella quiere estar allí para verlo.