Los mercaderes de Damasco avisan de que el niqab cada vez se vende más en Siria.
Siria, más cerca de ser el nuevo Afganistán para las mujeres: se recomienda "no usar perfume"
A pesar de la caída del régimen de Al-Asad, las sirias no han conseguido la libertad sino todo lo contrario: sus derechos están viéndose limitados.
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"No usar perfume". Sí, lo has leído bien. Las mujeres sirias pueden empezar a olvidarse de utilizar colonia en su día a día, o al menos así es como lo recomienda el gobierno de su nación, que las insta a seguir esta norma para no "atraer a los hombres".
Este alegato, que parece sacado de una película de ciencia ficción, ya es una realidad para su país vecino, Afganistán, donde las mujeres no pueden ir al colegio o la universidad, asomarse a las ventanas de sus casas o incluso pintarse las uñas. ¿La razón? La misma: una interpretación con mirada radical y extrema de las leyes religiosas.
Tras la caída del régimen de Al-Asad el pasado mes de diciembre, que acabó con una dictadura de más de 24 años, las sirias vislumbraron un halo de esperanza entre la miseria y la destrucción de la guerra. Pero poco les ha durado: parece que el nuevo Estado viene pisando fuerte, si hablamos de erradicar las libertades femeninas.
¿Esperanza o terror?
"Positivo y largamente esperado", así definió el final del régimen la representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas. Y no fue la única. Con la huida del dictador, que recibió asilo político junto a su familia en Rusia, la seguridad comenzó a reinar por aquellas tierras.
Entonces, miles de mujeres creyeron que ya no serían el blanco perfecto —junto a los niños— de abusos, explotación, injusticias y ataques continuos, como había ocurrido durante las décadas anteriores.
Tres cuartas partes de los refugiados son mujeres o niñas.
Esto no es baladí: decenas de organizaciones internacionales han estudiado de qué manera se ha marginado y coartado de libertad a esa parte de la población en Siria. Según la ONU, en 2023 casi ocho millones dependían de ayuda humanitaria para sobrevivir. Además, ellas representaban tres cuartas partes de los refugiados, como afirma Unicef.
Sin embargo, y lejos de dejar atrás estas cifras, las mujeres están viviendo cómo se han puesto en duda sus derechos tras la llegada al poder del grupo islamista Organización para la Liberación del Levante (HTS, en árabe). Dicho de otra manera, el nuevo gobierno provisional del país no ha mejorado las cosas, sino que las ha empeorado.
Las nuevas restricciones
Sus representantes ya han comenzado a infundir temor entre las mujeres, y lo han hecho a través de algunas "recomendaciones" como la de utilizar públicamente el niqab, la amplia túnica oscura que tapa la figura íntegramente, incluido el rostro dejando solo una rendija para ver.
"El vestido de la mujer musulmana debe cubrir todo el cuerpo y no debe ser semejante a la ropa de los hombres", se puede leer en algunos anuncios, carteles de escuelas, marquesinas de autobuses, plazas públicas y hospitales. Aunque a día de hoy no hay ninguna ley que obligue su uso.
El niqab es la prenda que cubre todo el cuerpo de la mujer, incluido el rostro.
Sin embargo, la realidad es que las ventas de esta prenda se han extendido en Damasco, a pesar de ser las grandes ciudades donde peor calan este tipo de mensajes. En cambio, las zonas más rurales son las que mantienen un legado más conservador.
Otras preocupaciones
Además de estas nuevas medidas, las sirias tienen que lidiar con otras muchas restricciones e injusticias que ya había instauradas en el país con el régimen de Al-Asad. Desde que estalló la guerra civil en el año 2011, la violencia doméstica, los abusos o el acoso sexual están a la orden del día.
Uno de los temas que más ha preocupado a la comunidad internacional es el del matrimonio infantil, pues se estima que el número de niñas menores de edad obligadas a casarse se ha multiplicado con la guerra, pasando del 13% al 26%. De hecho, en el caso de las refugiadas que viven en Jordania y Líbano, la cifra asciende hasta el 29%, según los datos de Unicef.
La educación es otro de los grandes desafíos. Según los datos de Naciones Unidas, unos 2,5 millones de niños y niñas en Siria de entre 5 y 17 años no están escolarizados, y otros 1,6 millones corren el riesgo de abandonar la escuela. Además, para las mujeres adultas, los servicios de salud sexual y reproductiva son inexistentes en el país, y la malnutrición y falta de alimentos afecta principalmente a las lactantes o embarazadas.
El poder de la mujer
A pesar de todo ello, las mujeres juegan un papel fundamental en el devenir de su nación —y llevan haciéndolo décadas— pues son las principales negociadoras durante los conflictos y en los acuerdos de paz.
La mujeres juegan un papel fundamental como negociadoras en las comunidades rurales de Siria.
A día de hoy, son ellas quienes lideran los encuentros de mediación, además de agentes claves dentro de las comunidades locales. Según el Fondo de Población de Naciones Unidas, también han propiciado las ayudas a la población y han organizado los campos de desplazados.
Esto se debe a que las partes implicadas perciben a las mujeres como confiables y creíbles, ya que muchas de ellas participan en los encuentros mediadores con el objetivo de negociar mejores condiciones para sus maridos en la guerra y poder sacar así a su familia adelante.