
Las madres las nuevas parejas a las que asesinan en un contexto de violencia de género no entran dentro de los datos oficiales.
La realidad tras el asesinato de Alicia Porras en Murcia: las víctimas que no entran en los datos de violencia de género
Mientras que los hijos sí se meten en los datos ofrecidos por la Delegación del Gobierno, las madres o exparejas asesinados en este marco se quedan fuera.
Más información: Alicia, la anciana valiente que murió por un balazo de su exyerno Sebastián en Murcia para salvar a su hija maltratada
Miércoles 22 de enero, 20:30 horas de la tarde. Alicia Porras Sarmiento, una anciana de 79 años sudamericana, se encontraba en uno de los bares de la zona conocida como 'La Curva' de Torreagüera (Murcia), celebrando un cumpleaños junto a varios amigos y familiares. De pronto, Sebastián, su exyerno de 58 años, interrumpió la fiesta de manera inesperada. Portaba un arma de fuego, dispuesto a acabar con la vida de su expareja, que era una de las seis hijas de Alicia.
Pero esta valiente anciana quiso evitarlo a toda costa. El precio a pagar fue tal, que acabó jugándose la vida con tal de salvar la de su 'niña'. Sebastián abrió fuego con un objetivo claro, pero Alicia se interpuso en la trayectoria del disparo, y terminó falleciendo a causa de un balazo.
A pesar de que el hombre ya se encontraba condenado por malos tratos hacia su expareja y tenía una orden de alejamiento en vigor, la hija de Alicia se encontraba calificada como víctima "de nivel bajo". Ahora, con este desgraciado desenlace, la violencia de género se ha cobrado una nueva vida, aunque la anciana no entrará en las estadísticas oficiales que ofrece la Delegación del Gobierno.
No lo hará al no tratarse de la pareja o expareja de Sebastián. Sin embargo, se trata de una víctima colateral de este tipo de violencia, que ya se ha cobrado la vida de 1.293 mujeres desde 2003, año en el que comenzaron a contabilizarse en las estadísticas oficiales en el país.
Según Miguel Lorente, médico forense, catedrático de la Universidad de Granada y exdirigente de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género del Ministerio de Igualdad, "la violencia de género es una violencia extendida" y, como "parte de la estrategia del agresor", puede afectar a otras personas cercanas a la víctima, como familiares o nuevas parejas. Aunque estos nunca se incluyan en los datos.
Igualmente protegidos
En palabras del propio Lorente, tanto amigos, familiares como actuales parejas, al tener una relación muy cercana con la mujer que está sufriendo violencia de género, "se encuentran en una situación de riesgo". Por ello, "deben de ser protegidos".
De cara a las autoridades, contarán con los elementos de protección necesarios en función de las circunstancias de cada caso, pero se entiende que su exposición al riesgo es menor. Además, el número de asesinatos en el entorno de la víctima –sin contar el caso de los hijos–, "suelen ser más circunstanciales", añade el experto.
¿Y por qué los hijos sí se incluyen? Pues la respuesta está en que, como en la mayoría de los casos, lo relacionado con menores se regula con un 'carácter especial'. Estos contabilizan (siempre que no hayan alcanzado la mayoría de edad), ya que se consideran "víctimas constantes de la violencia de género".
En España, casi dos millones de niños y niñas viven en hogares en los que la mujer sufre violencia física, sexual, psicológica o económica
Tal y como explica Lorente, "estos viven en un contexto familiar donde la violencia está presente de manera habitual". De este modo, "haya o no una situación de homicidio o agresión grave, están constantemente expuestos a esa violencia y la sufren de manera directa".
Además, estos tienen la particularidad de que "no tienen alternativas para protegerse". El catedrático Miguel Lorente lo ejemplifica: "Una persona adulta que se encuentra en el entorno de la víctima puede denunciar o tomar algún tipo de medida al respecto. Sin embargo, los menores se encuentran bastante más limitados en este sentido".
Por ello, Lorente concluye que los menores sufren una "situación de más desprotección". "Todos estos factores potencian buscar una mayor protección sobre los niños y niñas", añade.
El "daño" de la violencia vicaria
Ya es por todos conocido el término de violencia vicaria. Hace referencia a la violencia que se ejerce sobre los hijos de la víctima con el único propósito de causarle dolor a esta. Aunque se trate de una manera de denominar a esta expresión de la violencia de género (considerada como la más cruel), Lorente es tajante en su respuesta cuando asegura que es "un término que ha hecho mucho daño".
Para el experto, se trata de una "pérdida de referencia dentro del núcleo de la violencia de género". "Estamos denominando esa violencia que sufren los hijos e hijas dentro del contexto de la violencia de género de una manera específica, como si fuera algo distinto, y pareciera que se reduce solo a esos niños y niñas. Pero si la vivencia es extendida, no podemos delimitar a quién se extiende", matiza.
Afirma que entiende que se use el concepto "ya que, además, es un término que se menciona en la norma de protección de la violencia contra los niños y adolescentes", pero lo que acarrea es, sin embargo, "la pérdida del foco".
"La violencia de género es violencia contra la mujer en todas sus características. Si empezamos a llamarlo de una manera diferente, según el contexto, según las consecuencias, lo único que conseguimos es que haya una pérdida de referencia de lo que es el núcleo de esta violencia", añade.
Para finalizar, el experto ilustra con un ejemplo: "Con esto sucede como con el terrorismo. Cuando nos referimos a un ataque de esas características, no hablamos de violencia física si es un tiro en la nuca, o violencia 'cochebombística' si hablamos del uso de un explosivo. Sea lo que sea, siempre es terrorismo. Y si seguimos poniendo nombres más específicos a las cosas, estaremos rompiendo el concepto de violencia de género", sentencia.