La autora Marta Soliño.

La autora Marta Soliño.

Protagonistas

'Siempre que estoy a punto de conocerme', poemas, prosa y aforismos en una eterna busca de la identidad

El último libro ilustrado de Marta Soliño con el que la autora quiere seguir descubriéndose.  

28 noviembre, 2023 02:21

De pequeña siempre quise ser médico, lo sabía desde una edad tan temprana que sorprendía a los padres de mis amigas con mi tierna determinación.

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Era una niña creativa, pero esa faceta se aplazó muchos años para volver al redil de mis exigencias morales. Estudiar medicina y cumplir —¿con qué o quién?—.

A los dieciséis años, mientras cursaba primero de Bachillerato, sucumbí a esa vocecita que te dice que no te conformes con la primera persona que creías que debías ser. Cerré la puerta de la medicina. Abrí la de la publicidad y las relaciones públicas, aun sabiendo que había sentenciado mi futuro, —los publicistas me entenderán—.

Portada del último libro de Marta Soliño.

Portada del último libro de Marta Soliño.

Disfruté mucho de mis años universitarios en Madrid porque mi carrera me brindaba tiempo para otras cuestiones que me interesaban y, a su vez, la ciudad ofrecía miles de posibilidades. 

Me había empezado a interesar por la poesía a los dieciséis, cuando mi hermano mayor me prestó El amor, las mujeres y la vida de Mario Benedetti, y yo descubrí en aquellas páginas una forma de canalizar toda esa sensibilidad que asomaba en mi adolescencia. 

Pasaron un par de años hasta que me animé a publicar en mi blog —Male Di Miele— lo que escribía en mis cuadernos. El resto de la historia la he contado en varias ocasiones: unos amigos de Erasmus que me animaron a abrirme una cuenta de Instagram, unos aforismos en forma de pequeños placeres cotidianos que encajaron a la perfección con la dinámica y el formato que premiaba el algoritmo, una comunidad de lectores que fue creciendo y la publicación de mis dos primeros poemarios

Como cuando nos plantean la capacidad de seguir sorprendiéndonos día a día como objetivo último de una relación romántica estable y duradera. Pienso que desarrollar esa capacidad con uno mismo es mucho más importante.

No hablo solo de sorprendernos positivamente, de superación o pericia emocional, también de descubrir hasta dónde nos puede llevar el dolor, la pérdida, la nostalgiaConocer nuestros límites y saber estirarlos o darles la vuelta.

Mientras escribía Siempre que estoy a punto de conocerme —por aquel entonces sin título—, me iba asombrando la manera en que todos los poemas y textos en los que hablo de mi enamoramiento más maduro parecen escritos por un tercero, del que no sé nada salvo que está aprendiendo el lenguaje de un amor puro, realista.

Con sus luces y sombras. Otro plano en el que no me conocía era en el del duelo. Perdí a mis abuelos maternos, con los que tenía una relación muy estrecha, en menos de un año durante la escritura del libro. Era la primera vez que se iba alguien tan cercano en mi vida. Me había figurado incontables veces cómo sería el día en el que eso pasara, había imaginado posibles escenarios, circunstancias, motivos, reacciones. Hasta el punto de somatizar esas emociones.

Sin embargo, y todavía sin comprender la muerte, interpreté de forma completamente distinta la partida de cada uno. Estos hitos, como es de esperar, han marcado el proceso creativo del manuscrito. Por eso mis libros son siempre primeras veces, primeras impresiones de algo que ya conocía aunque fuese en el imaginario, de sitios que ya había transitado, desde las diferentes perspectivas que voy tomando a lo largo de mi crecimiento personal. 

Siempre que estoy a punto de conocerme es mi primera obra ilustrada. Me encantan los cambios, así que cuando me propusieron este proyecto no me lo tuve que pensar mucho. Los textos y las fotografías forman una unidad; se complementan a la perfección. Todas las imágenes que contiene son muy poéticas, y lejos de evidenciar el significado de cada escrito al que acompañan, lo elevan, otorgándole un cariz nuevo de libre interpretación por parte del lector.

Por supuesto, también entra en juego el componente estético. Buscaba un libro 360, por una parte que decore la mesa auxiliar del salón, y por otra que sugiera a los invitados que lo abran. Es un libro súper elegante y bonito, a la altura de lo que se encontrarán dentro. Combina poemas, prosa, fotografías y aforismos, lo que aporta mucho dinamismo a su lectura. Y cómo no, recoge varios de mis placeres de la vida.

Es muy personal, pero a la vez todo el mundo puede sentirse reflejado, en eso consiste la poesía. También porque, además de Borges, ¿quién escribe sobre cosas tan interesantes y simbólicas que terminen por alejarse de lo cotidiano y terrenal? Nadie. Aunque admito que a mí me fascinan los asuntos humanos y banales. Tan complejos dentro de su aparente sencillez.

En uno de los poemas, escribo: “No te acostumbres a mí, cada día elijo la que soy”. Es así como quiero vivir, descubriéndome.

Los bocetos y mapas del autoconocimiento están muy bien siempre y cuando sepamos cuándo se tornan inservibles. En cierto modo, es una forma de mantener la belleza del misterio. Esa búsqueda eterna de la identidad es la que da sentido a la vida. No la perdamos. 

Debemos estar siempre a punto de conocernos, pero no hacerlo del todo.