María Pérez Heredia, autora de 'Pirineo Noir'.

María Pérez Heredia, autora de 'Pirineo Noir'. Aaron Martínez

Protagonistas

'Pirineo Noir', una novela negra donde confluye la búsqueda vital de Alice Leclerc en medio de una serie de asesinatos

La autora, residente en Francia, afirma que su última obra es la "más autobiográfica" que ha escrito hasta la fecha.

5 octubre, 2023 01:49

En el año 2017, me mudé a Francia. Acababa de conseguir un puesto como lectora de español en la Universidad de Grenoble. Tenía 22 años y dejaba atrás todo lo que conocía y empezaba a escribir la que sería mi tercera novela, Pirineo Noir (Reservoir Books, 2023). Al mismo, en 1995, Alice Leclerc, la protagonista, tiene trece años y se muda a As Boiras, un pueblo imaginario, pero inspirado en los pueblos del Pirineo aragonés en los que pasé gran parte de los veranos de mi infancia. Allí, Alice no tarda en hacer una amiga, Ana, y lo que vivirán juntas durante ese año marcará sus vidas para siempre. 

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El proceso de escritura fue rápido. Era verano, y hacía tanto calor que escribía de noche, con las ventanas abiertas, a veces en la terraza, y dormía de día. Escribía un capítulo, se lo leía en voz alta a mi novio, y así se nos hacían las cinco, las seis de la mañana. Es curioso porque, mientras yo estaba dejando todo mi pasado atrás, marchándome a un lugar nuevo y alejándome de todo lo que conocía, Alice Leclerc, la protagonista de mi novela, estaba volviendo a casa.

En realidad, ella apenas vivió un año en As Boiras, pero fue tal vez el año más importante de su vida. Se acabó marchando después de que ocurriera una serie de terribles asesinatos. En la actualidad, han pasado más de veinticinco años y Alice se ve obligada a regresar por primera vez al pueblo donde un asesino está replicando los crímenes de los años noventa. Son los que cometió El Carnicero del Valle, que acaba de salir de la cárcel tras cumplir su condena, ya viejo y enfermo. Al volver, Alice tendrá que enfrentarse a todos sus demonios y, por supuesto, también a su pasado.

Portada del libro 'Pirineo Noir'.

Portada del libro 'Pirineo Noir'. Cedida

Cuando empecé a escribir Pirineo Noir, no hacía mucho que había publicado mi segunda novela, Starman. La escritura de esta fue rápida, todo fluía, yo era feliz. En un verano, el grueso de la novela estaba. Se la envié a mi editor, le encantó, la cosa marchaba. Y luego la vida se me comió con patatas. Es un poco lo que le pasa también a Alice, muchas veces, a lo largo de la historia. Porque, más allá de los misterios y los asesinatos, Pirineo Noir también va de eso, de cómo la vida nos consume, de que a veces no sabemos reaccionar, de que acabamos haciendo daño a quien más queremos.

Aparqué la novela unas cuantas veces. Empecé una tesis doctoral que todavía no he acabado. Me saqué unas oposiciones. Vivimos una pandemia, un confinamiento. No lo aproveché para escribir, ni para nada, en realidad. En aquel momento, toda mi vida parecía estar saltando por los aires. No me parecía importante escribir, no creía que pudiera volver a escribir. Cuando pude volver a hacerlo, hace apenas unos meses, trasladé mucho de esa frustración, de esa crisis vital, a Alice. Y todo lo que le pasaba, de algún modo, me había ocurrido a mí. 

Cuando Alice Leclerc se ve obligada a regresar a As Boiras, lo hace acompañando a Kevin, su marido, a quien le han asignado el nuevo caso. En ese momento, ella no sabe muy bien quién es, qué es lo que quiere hacer en la vida. Siente que ha perdido una parte de quien era, esa a la que le gustaba resolver misterios y atrapar a los malos. Ahora, en As Boiras, el lugar que la marcó para siempre, tendrá que volver a encontrarse. Y, en ese proceso, tendrá también que enfrentarse a su pasado, a todo lo que vivió con su mejor amiga, Ana, a todo lo que perdió. 

En realidad, para mí lo más curioso de todo este proceso es que escribí el epílogo, las últimas páginas de la novela, el día antes de marcharnos de Grenoble. Los de la mudanza ya se había llevado las cajas y el piso estaba casi vacío. Al día siguiente cogíamos un avión, nos marchábamos, tal vez para siempre. Nuestras cosas viajaban al otro lado del país, en dirección a París. Aquella ciudad había marcado el viaje, la escritura entera de mi novela.

Estos años acompañada por las cumbres de los Alpes me recordaban a cuando era niña y caminaba por los Pirineos. Sentía que había ganado y perdido muchas cosas en ella, pero que había salido viva, victoriosa. Alice Leclerc, en As Boiras, sintió seguramente lo mismo. Pirineo Noir marca una etapa entera de mi vida y, lo creáis o no, porque yo nunca he estado envuelta en una trama trepidante con un asesino en serie, es lo más autobiográfico que he escrito nunca. Y, no sé, tal vez al leerlo sientas que algunas de esas cosas que vive Alice, que algunos de sus sentimientos, también te han ocurrido a ti. Tal vez.