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Lina Solla (1968) empezó en la industria del mejillón sola, con un despacho alquilado y un teléfono. Conocía bien el negocio porque se casó con un mejillonero y cuando, por desvíos que da la vida tuvo que volver a empezar no lo dudó: el mejillón tenía que ser su materia prima.

Pero no era fácil. Una mujer en un mundo de hombres y con poco músculo financiero sólo tenía dos opciones: navegar a velocidad de crucero o hundirse. "Empecé comprando en un sitio y vendiendo en otro y con el apoyo de mis padres y de mi hermano que creyeron en mí. Me acaba de separar y tenía que volver a empezar y luchaba y luchaba".

Hoy Linamar, la empresa depuradora y comercializado que tiene en Cambados, es una de las más importantes del sector que cuenta con unas instalaciones de más de 10.000 metros cuadrados y más de 200 empleados. La mayoría, mujeres.

El nombre de la otra parte de su vida (la primera han sido sus hijos y ahora sus nietas) no es gratuito. La conexión que siente Lina por el mar y por el producto con el que lleva trabajando más de 20 años es directa y fuerte, como el Cantábrico. Y, en el mes de noviembre, ya llegó al culmen cuando fue elegida presidenta del Consello do Mexillón Gallego, un cargo que ocupa, por primera vez en la historia, una mujer.

"El sector no está muy unido y me metí en este fregado porque era la única candidata de consenso. Yo soy una persona muy clara y muy visceral pero mi principal objetivo ahora es que todos logremos caminar unidos", advierte al otro lado del teléfono con una voz tan viva como la ría de Pontevedra donde crece todo lo suyo.

Si se le pregunta por la relación de la mujer con el mar, ella lo tiene claro: "El mar siempre fue femenino pero más en la sombra. Nunca estuvieron las mujeres casi en puesto directivos. Pero, en Galicia, estamos acostumbradas a estos trabajos porque emigraban muchos hombres y muchísimas mujeres llevaban su casa adelante con estos trabajos".

Lina Solla, trabajando en su empresa.

Lina Solla, trabajando en su empresa. Linamar

Incluso su toma de posesión estuvo presidida por la conselleira del Mar, Rosa Quintana, también mujer. "Ya hay mujeres directivas de empresas importantes, muy preparadas y muy válidas, dentro de conserveras, de cocederos... Lo que me gustaría es que llegaran más a presidentas de asociaciones. Yo tengo una presidenta en el Consello, pero es el caso que hay".

Aunque confiesa que nunca se sintió discriminada, "pego un corte si alguien me contesta algo que no veo adecuado", sí reconoce por propia experiencia, que tener jefas en las empresas ayuda a otras mujeres a que lleguen, como ocurre en Linamar. "En mi empresa la mayoría de las jefas de equipo y directoras son mujeres, pero porque son las personas adecuadas. Tengo al director financiero que es un hombre y porque también era el más adecuado. A lo mejor es porque yo soy mujer, no sé".

Consello

Consciente de que el sector se juega mucho con su presidencia, nada más asumir el cargo del Consello las cuatro primeras palabras que han salido de su boca, además de "gracias", son "denominación de origen protegida" (DOP). Solla sabe que el mejillón gallego es único pero también que hay que saber venderse muy bien para hacerse con el mercado.

"El futuro es bueno porque tenemos un producto fantástico, una relación calidad precio insuperable, que habrá que ir perfeccionando cada vez un poquito más. Nos falta más unión para luchar juntos. Tenemos que ser muy conscientes de que yo necesito producto, como depuradora, para venderlo; el productor necesita empresas para que se lo compren... Tenemos que tener la misma visión, producir más y mejor y que nos repercuta en el bolsillo a todos".

Solla expica que la producción gallega anual del mejillón está prácticamente vendida, pero lo que hay que conseguir con cambios como el de la DOP es que "el mejillón sea mexillón de Galicia".

En estas costas se producen entre 250.000 a 300.000 toneladas anuales. "Hemos tenido unos años que se caía el mejillón en épocas, que estaba más débil... pero el objetivo es llegar a las 300.000 toneladas en 2022".

Mejillones que trabajan en Linamar.

Mejillones que trabajan en Linamar. Linamar

En España, Galicia sigue siendo el primer productor de mejillones y con una materia prima muy diferenciada: "Está la clotxina valenciana, el mejillón del Delta y algún francés que llega ahora a los mercados pero es muy pequeñito. Nuestro mejillón suele ser más grande, más sabroso. Se cría en aguas más abiertas y lo más importante es su sabor y su textura, debido a la riqueza de plantón de nuestras rías".

Pero al sector le sigue faltando brío, ritmo... "Marketing", reconoce la presidenta del Consello. "Los mejilloneros tenemos que hacerlo lo mejor posible pero necesitamos ayuda desde las instituciones, y la Xunta nos va a ayudar, para hacer una buena campaña publicitaria en el momento adecuado. Hacer llegar al consumidor final por qué el mejillón de Galicia es tan bueno como es. Muchas veces se da por hecho, pero hay que invertir en marketing, en un plan estratégico de donde estamos y a dónde queremos ir. Juntos".

Lina Solla es también la primera presidenta del Consello que viene del sector de las depuradoras, porque hasta ahora, siempre ocupaban este asiento personas relacionadas con la producción. Precisamente este cambio puede equilibrar y unir unas posiciones que se necesitan mutuamente si lo que quieren es colocar el mejillón de Galicia en los platos de todos los españoles.

"También tenemos que invertir en l I+D. Es importantísimo entender el porqué de los ciclos, de las toxinas, de los desoves... Ya se saben muchas cosas, pero faltan. Lo más importante es una buena campaña de marketing e I+D que permita hacer cosas diferentes o lo que se ha hecho toda la vida pero mejor". 

Más mujeres

Aunque ya empieza a visibilizarse a féminas en cargos de responsabilidad en negocios relacionados con el mar, a Lina le gustaría "que hubiera mujeres, por ejemplo, en la dirección de asociaciones de mejilloneros porque somos más empáticas a la hora de unir". Y todavía recuerda la primera: "Hubo un caso hace unos años, que la votaron los compañeros. También es verdad que no se presentan muchas".

En su caso, y siendo una de las pocas cuando empezó, no sabe decir si lo tuvo más fácil o más difícil por eso. "En el mundo del mejillonero siempre fui muy directa. Siempre dije lo que pensaba y alguno incluso me aseguró que eso de ser mujer me tenía librada de algunas. Tiene sus pros y sus contras. Pero no me sentí discriminada nunca porque no hay ningún hombre que sea más que yo. Ni menos".

Es difícil encontrarle una traba a un camino de años entre mejilloneros y comerciales salvo por el Prestige, que casi acaba con ella y con la inversión de toda su familia. "Pero de eso no quiero ni acordarme. Ni acordarme", y su voz pierde el tono cantarín y vivaracho que mantiene en toda la entrevista. 

Así que volvemos a su trayectoria. Si acaso, como explica, "puede que siendo mujer sea más fácil entrar y que te hagan el primer pedido, porque te tienen delante. Pero luego mantenerse es 100 veces más difícil para una mujer que para un hombre. Demostrar que lo mío es bueno, que lo hago bien... cuesta mucho más", evoca del saco de los recuerdos.

Por eso sabe que sigue siendo un referente aunque le gustaría que no fuera así ya, en el año 2020. "Cuando me hacen entrevistas por el Día de la Mujer me duele un montón, porque el día que no me llamen para eso es que habremos logrado la igualdad y la normalidad. El día que no sea noticia lo habremos conseguido".

Sala de depuración de Linamar.

Sala de depuración de Linamar. Linamar

Conciliar

Con la experiencia que le da su propia empresa, Lina Solla habla de algunos de los problemas a los que se enfrentan las mujeres a la hora de desarrollarse profesionalmente. 

Con la brecha salarial, se indigna directamente: "Lo que no entiendo son las diferencias de sueldos que hay entre hombres y mujeres. Hay mujeres que cobran más que hombres y hombres que cobran más que mujeres porque depende del puesto que desarrollen. Pero al mismo puesto que cobren diferente, es que ni me lo planteo".

Sobre la forma de dirigir de un hombre y de una mujer, ella lo tiene claro: "Yo soy de personas". Pero sí siente que "los hombres son más racionales y las mujeres más sentimentales, siempre tenemos ese punto más empático. En mi equipo intentamos ponernos cada una en el sitio de la otra y eso siempre facilita las cosas. Tengo más feeling con ellas a la hora de desarrollar proyectos porque los hombres muchas veces son de 1 más uno son dos y no siempre es así".

Sobre cómo conciliar, habla su experiencia: "Las trabajadoras que son madres, para estar tranquilas, tiene que poder dejar a sus hijos en un sitio donde estén bien cuidados. Y con el mar es muy complicado porque tenemos unos horarios un tanto peculiares. En mi empresa se empieza a las seis de la mañana y tiene que haber colegios que abran a las 5.30 horas. Esa es la conciliación real". 

De hecho, en una empresa como la suya, llena de mujeres, ella fue la primera que quiso ayudar a sus trabajadoras, creando una ludoteca en la propia compañía. "Fue imposible. Nos pedían unos requisitos tan bestiales y tan incumplibles que no pude montarla. Nos pedían como si fuéramos un hospital".

Lina Solla cree que se debería facilitar a las compañías montar estos servicios para sus empleadas porque facilitarían mucho la vida de las mujeres trabajadoras: "Sabes lo que sería que a la hora del café las madres pudieran estar un rato con sus pequeños o si el niño está malito que la madre fuera a por él y se lo llevara... Yo creo que tendrían que facilitarnos estas cosas a las empresas y a la gente del mar".

En otros países de Europa es más fácil acerca los horarios de la vida laboral a los de la vida del colegio, pero en un pueblo pescador como el suyo, la apertura de los colegios no se hace antes de las 8.30... y a esa hora la marisquera, la pescadora, la operadora de fábrica, la mejillonera... ya están trabajando. 

"Hay que buscar fórmulas porque no podemos seguir con las mismas fórmulas de hace años con el mundo en el que vivimos".

Pandemia

Esta empresaria de éxito habla de la pandemia como un gran cambio en su vida. El aislamiento y el cuidado de su familia le han abierto los ojos, le han hecho frenar y pensar en lo importante: sus hijos, sus nietas y el mejillón, pero con calma. 

"Ahora me dedico a la empresa de otra manera. Tengo un equipo buenísimo y en pandemia me di cuenta de que funciona perfectamente. Yo estoy ahí, pero no tengo que estar siempre. La empresa va sin que esté yo".

Entre otras cosas, porque su hija ya ha asumido parte de su legado. "Ella está volcada ya en la gama de productos listos ya para comer. Es un sector más complicado que el fresco y el vivo que es lo que yo llevo pero ella está mucho más preparada que yo".

Quizá por eso cree que puede hacer una buena labor en el Consello, con tiempo para pensar y tiempo para encontrar buenas ideas con "muy poco dinerito". Tiempo de disfrutar de los mejillones no sólo en su empresa, sino también como a ella le gustan, "al vapor con un chorrito de limón o de vino blanco y una hoja de laurel".