Una recreación del primer viaje en coche que realizó Bertha Benz junto a sus hijos en 1888.

Una recreación del primer viaje en coche que realizó Bertha Benz junto a sus hijos en 1888. Archivo de EL ESPAÑOL

Magas-Mujeres en la Historia

Bertha Benz, la mujer que inventó las pastillas de freno y creó en la sombra la base de un imperio automovilístico

La esposa de Karl Benz fue la mente pensante del primer coche de la historia, en pleno siglo XIX, con ideas que revolucionaron la automoción.

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Se sabe que los coches están fabricados con pequeñas partes que los forman para llegar a la obra final, pero uno de los elementos más importantes son las pastillas de freno, las cuales se encargan de la seguridad vial de todos. Nadie imaginaría que las primeras fueron ideadas por una mujer en pleno siglo XIX.

La impulsora de este hito fundamental fue Bertha Ringer, más conocida como Bertha Benz, nacida el 3 de noviembre de 1849 en Pforzheim (Alemania), en el seno de una familia acomodada. Su padre era accionista de una empresa local, lo que le permitió acceder a una educación privilegiada.

Estudió en el prestigioso colegio Karlschule, donde se destacó ampliamente en matemáticas, física y comercio. Desde pequeña estuvo interesada en la mecánica, fascinada por los talleres locales, aunque las normas de la Alemania prusiana limitaban a las mujeres a roles domésticos únicamente.

Aun así, su curiosidad y formación académica le proporcionaron una base intelectual que le permitió desafiar todas las convenciones sociales.

Los comienzos

A sus 16 años, Bertha conoció en una fiesta a Karl Benz, un joven ingeniero algo mayor que ella, pero con la misma ambición, lo que hizo surgir una relación basada en la pasión y la visión empresarial.

Se casaron en 1872, pero el camino no fue fácil: él venía de una situación económica precaria, así que la familia de ella en principio se oponía a su romance. La joven le aportó una dote sustancial de 100.000 marcos, lo que hoy equivale a unos 500.000 €, suficiente para financiar la apertura del primer taller de su esposo en la localidad de Mannheim, salvándole de la quiebra inicial.

La pareja tuvo cinco hijos: Eugen (1873), Richard (1874), Clara (1877), Thilde (1883) y Ellen (1886). Bertha se ocupaba de la crianza, de las finanzas familiares y en el negocio asumió los roles de contable y promotora. Pero desde la sombra, ya que en esa época ellas no podían ser accionistas ni firmar contratos.

Mientras Benz se concentraba obsesivamente en perfeccionar sus prototipos, a menudo con resultados inciertos, su esposa se encargaba de convencer a los inversores y defendía la viabilidad de las propuestas ante escépticos, sentando las bases para lo que sería en un futuro la mítica firma automovilística Mercedes-Benz.

El 29 de enero de 1886, el prototipo estaba acabado y lo patentó con el nombre de Benz Patent-Motorwagen, reconocido como el primer automóvil moderno de la historia. Bertha no fue un personaje pasivo en todo este trayecto: cada noche visitaba el taller y memorizaba cada tornillo y cable del coche, convirtiéndose en mecánica autodidacta.

Retrato de Bertha Benz.

Retrato de Bertha Benz. Archivo de EL ESPAÑOL

Sus conocimientos la llevaron a mejorar la ligereza y maniobrabilidad, sabiendo que el automóvil transformaría la movilidad de una manera asombrosa. Su marido dudaba de la viabilidad comercial, pero ella siempre tuvo una visión clara al respecto.

Un viaje histórico

Fue un 5 de agosto de 1888 cuando, sin permiso de Karl, Bertha y sus hijos emprendieron un viaje con ese primer vehículo y recorrieron 106 km desde Mannheim hasta Pforzheim, dejándole una nota diciendo que iban a visitar a la abuela. Fue el primer trayecto largo que cubría una distancia hasta ahora imposible para la tecnología incipiente.

Durante el recorrido se enfrentaron con diferentes averías. La primera llegó en Lorsbach, donde se obstruyó el carburador. Bertha lo resolvió usando un alfiler de su sombrero para limpiar el filtro. Luego, las pastillas de freno, que eran simples bloques de madera, se desgastaron en las colinas de Baden.

Sin dudarlo, ella cortó las suelas de sus zapatos de cuero y los colocó en su lugar creando esta pieza fundamental de mecánica y aportándole resistencia. Además, usó su liguero para arreglar uno de los cables y tuvo que bajarse en varias ocasiones para empujar el coche y refrigerar el motor cada cierto tiempo.

El viaje de Bertha Benz fue un punto de partida para las futuras innovaciones y el auge comercial en la industria automotriz. A partir de ese momento salieron a la luz nuevas patentes cruciales, como frenos de corcho, engranajes para caminos en pendiente, depósito de gasolina accesible y un radiador ampliado. A pesar de que todas estaban registradas a nombre de su marido, la cabeza de todas las ideas era ella.

Las ventas estaban en alza, catapultando a Benz & Cia. como la primera fábrica automovilística, y esta increíble emprendedora estuvo al frente del marketing, organizando demostraciones y exportaciones a Europa. En 1889, la pareja se separó temporalmente, aunque Bertha siguió ocupando su puesto como pilar estratégico de la compañía.

Su legado

Tras la fusión de Benz con la empresa Daimler en 1926, se dedicó a vivir discretamente en Ladenburg, criando nietos y viendo cómo su legado motorizaba el mundo. Falleció el 5 de mayo de 1944, a los 94 años.

Su esfuerzo y conocimiento ha pasado a la historia y ha sido puesto en valor décadas después: en 2008 se inauguró la Bertha Benz Memorial Route, una ruta turística permanente señalizada que sigue su recorrido, atrayendo a miles de turistas y siendo protagonista de eventos educativos.

Esta pionera que permaneció parcialmente oculta en su época hoy inspira campañas por la igualdad en las disciplinas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas y automoción.

Su historia ha sido plasmada en un cortometraje y en varias producciones audiovisuales que recuperan su audacia y valor.