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La Plaza Mayor ha sido la ubicación escogida por Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, para presentar la colección Primavera-Verano 2026 de la firma este jueves 18 de septiembre.

A las 20:00 h, el tiempo se ha parado en el centro de Madrid en un enclave donde se han cruzado décadas de la moda con propuestas siempre impregnadas por el espíritu del atelier con sede en Nueva York.

La esencia de la maison se ha fundido con la cultura de su país de acogida, dando lugar a un exquisito baile de referencias musicales, pictóricas, del folclore local y, por supuesto, del ámbito fashion. Una flor que se ha ido abriendo conforme han pasado los minutos y las modelos han marcado el ritmo de la propuesta con su caminar.

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Un espectacular diseño negro, con escote en pico y mangas y falda con volumen abre la pasarela. De fondo suena Por qué te vas en la voz de Jeanette. Ahora sí, Carolina Herrera está en Madrid, esa parada anticipada por la campaña que ha protagonizado la icónica top model Esther Cañadas.

En la monumental plaza, la gama cromática propia de la firma se pasea entre rostros conocidos. Al color de apertura se le suman el blanco y, de manera obvia, el rojo. Como una explosión primaveral, hacen acto de presencia los bordados florales, que recuerdan a la riqueza de aquellos que adornan los mantones de manila.

Los cortes a la cintura toman protagonismo en vestidos maxi y mini, pero el cuerpo también se acentúa en este punto con corsés con un péplum marcado que recuerda a la silueta que trajo consigo el New Look.

Los drapeados y plisados elevan aún más la confección de las prendas. La elegancia es un elemento fundamental de la ecuación. Una fórmula que se ha apropiado de la tarde madrileña, cuando de fondo comienzan a sonar melodías que recuerdan a la Movida.

Los motivos vegetales abandonan el hilo y se transforman mediante apliques en tres dimensiones. Los pendientes XL aparecen en unos estilismos en los que incluso lo más extra encaja. En un ligero flash, los pantalones capri hacen acto de presencia. Una tendencia que seguirá presente en los próximos meses y que bien podría ser un guiño a la moda torera.

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En la pasarela se refleja el juego de colores impuesto por Wes Gordon, ese que fusiona el ADN de la firma con los tonos representativos de España. Galicia se cuela en la tarde. Una de las combinaciones ganadoras es la del rojo con un lila que recuerda al de las hortensias.

Entre un mix and match tonal y de estampados, entre los que destacan los cuadros, se abren paso looks monocromáticos, que siempre estilizan la figura. El capote salta al ruedo con unas pinceladas de fucsia y amarillo albero.

Los lunares le toman el relevo a las flores y el tándem del negro y el blanco se presenta infalible junto a ellos, a la par que las modelos lucen bolsos de mano que bien podrían pasar por abanicos.

Y de repente, un flashback artístico: las encargadas de lucir los modelos de Carolina Herrera salen ataviadas con blusas y camisas que recuerdan a aquellas que retrataban Velázquez y Goya cuando con su mirada plasmaban a la realeza. Lazos, conatos de lechuguillas y ajustes propios de cada época se asoman a la Plaza Mayor.

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De forma inevitable, la torera, que ya se había asomado ante los presentes de manera tímida, vuelve al escenario con gracia, con opciones en negro y en dorado, reluciente. Las gafas de sol no desentonan en la noche y con looks propios de ocasiones elevadas.

La función llega a su fin, un carrusel que habla tanto de la firma como de España se presenta de nuevo ante los ojos de los asistentes, que una vez más contemplan con deleite la visión de Gordon sobre el mundo Herrera. Una mirada que se ha colado por las rendijas de la ciudad y se ha elevado hasta los tejados de Madrid.

  • 1 de 3

    Tradición

    La icónica modelo Esther Cañadas, que ha protagonizado la campaña del avance de la cita, encabeza uno de los segmentos de la colección luciendo un vestido fluido con parte superior de volantes y escote off the shoulders.

    En esta propuesta hay tres elementos clave de la línea y del mundo Herrera. La feminidad, el estampado floral y, en este caso, colores que van de la mano de la esencia de la firma, así como de su país de acogida. El lila de la hortensia se funde con el amarillo del albero. 

    Gtres
  • 2 de 3

    Pantone CH

    El ADN del taller neoyorquino inunda la Plaza Mayor con los colores que definen a la firma: rojo, negro y blanco.

    El corsé se convierte en una de las piezas centrales de la apuesta y a veces su figura desemboca en el péplum. Las referencias van desde prendas propias de los Austrias hasta el New Look que hace décadas instaurase Dior. 

    Los motivos vegetales, que pasan del hilo, al estampado, florecen en forma de madroños gracias a la presencia de los apliques en las prendas. 

    Gtres
  • 3 de 3

    Evolución monocromática

    Los looks que hace un all in a un solo color se elevan con la caída del sol jugando con los tonos metalizados y los cristales. 

    El orden de los factores nunca altera el producto que sale de los talleres de Carolina Herrera. A pesar de que las horas vayan pasando, la sofisticación siempre se encuentra presente

    Gtres