Montaje de Calvin Klein.

Montaje de Calvin Klein. Ilustración: Silvia Fernández

Moda

Calvin Klein, un imperio con tres armas: comodidad, sensualidad y deporte

Cómoda, deportiva y sensual. Así se definió progresivamente el estilo de uno de los diseñadores más relevantes de nuestros tiempos.

26 agosto, 2023 02:22

Calvin Richard Klein nació en Nueva York en 1942, lo cual, en sí mismo, serviría para explicar la primera parte de su biografía: creció entre vidrio y metal y conoció el despertar del sueño americano en la ciudad más consciente de la importancia de la imagen, reflejada por todas partes.

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Estudió en la Isobel Rooney Middle School y en el NY Fashion Institute of Technology: su familia era judía de ascendencias húngara y ucraniana, y su madre, obsesionada con la moda, le había inculcado desde pequeño un gusto especial por la costura.

Retrato del diseñador Calvin Klein, en 1991.

Retrato del diseñador Calvin Klein, en 1991. Getty Images

Después de trabajar en diferentes tiendas de Manhattan, diseñando trajes y capas, comenzó su andadura profesional independiente en los años sesenta gracias al préstamo de un amigo, que le permitió alquilar un modesto espacio en la ciudad y probar a dedicarse al diseño de prendas a medida en la Séptima Avenida.

¿Por qué tuvo aquel éxito repentino? ¿Cuáles fueron sus claves? ¿Siguen estando vigentes sus propuestas de moda tras su marcha de la marca que lleva su nombre?

El nuevo estilo americano

En palabras del investigador Román Padín, doctor en arte contemporáneo y moda por la Universidad de Vigo, "para hablar de Calvin Klein quizá haya que retroceder a un evento en el que él realmente no estuvo presente: en noviembre de 1973 sucedió un gran show en el Palacio de Versalles en Francia, que se viene a llamar ahora la 'Batalla de Versalles' , un capítulo de la moda actual convocado por Eleanor Lambert, la periodista que creó la lista de las más elegantes y el comisario del palacio Gerald Van Der Kemp, que se hizo para recaudar fondos y terminó siendo una auténtica batalla por el estilo entre los diseñadores de moda franceses y los nuevos diseñadores americanos: Yves Saint Laurent, Pierre Cardin, Emanuel Ungaro y Marc Bona para Dior, contra Oscar de la Renta, Halston, Stephen Burrows y Anne Klein".

En aquel evento, se ponía por primera vez en la historia en cuestión el paradigma de la moda europea y se planteaba algo nuevo. El foco del estilo se movería al otro lado del océano. "Los americanos hicieron algo muy divertido, presentaron a Liza Minnelli, recién oscarizada por Cabaret, y se planteó una nueva visión de la nueva mujer y de la moda: frente a los franceses que fueron un poco más plúmbeos, más fashion backward, mirando hacia atrás, los americanos resultaron fashion forward".

"Las líneas eran muy sencillas y puras", explica Padín, "comenzando así una nueva atención internacional sobre lo que se daría en llamar el American Style, algo que antes sencillamente no existía. Este evento fue el relevo hacia la gran moda de los Estados Unidos, creando así el paradigma del estilo americano. Calvin Klein no estaba allí, pero su inteligencia lo llevará a recoger ese espíritu: es más, lo amplificará".

Sexy underwear

Con el patronazgo del Barón de Gunzburg, en el año 1969, Calvin Klein se convirtió en la Gran Manzana en un diseñador con excelentes relaciones sociales: vendía en Bonwit Teller (la gran tienda por departamentos de lujo de la sexta avenida) e incluso había aparecido en la revista Vogue con sus propuestas principalmente para mujer, en concreto con sus primeros pantalones.

En 1973, recogió el premio de Coty American Fashion Critics Award: tal es su despegue que incluso la prensa comenzó a denominarle "el nuevo Yves Saint Laurent", por la pureza y carácter aerodinámico de sus líneas y tejidos de gran calidad.

En 1977, sus ventas eran básicamente norteamericanas pero su facturación era superior a 30 millones de dólares. Sin embargo, son los ochenta los que lo convirtieron en global, de tal modo que Asia, Europa y Oriente Medio se rindieron a sus pies, creándose el mito.

Foto de la campaña Otoño 1983 de Calvin Klein.

Foto de la campaña Otoño 1983 de Calvin Klein. Getty Images

Dos elementos visuales aparecieron en la historia para crear el icono: "En 1980", explica Román Padín, "Brooke Shields aparece en aquella campaña mítica en la que dice que 'no hay nada entre mis Calvin Jeans y yo'. Y en 1982, Klein cubre un edificio completo, una práctica aún poco usual, mucho menos con ese estilo fotografía de Bruce Weber, en la que aparece un nadador olímpico llevando solamente un calzoncillo con una banda de fashion brand, perfectamente legible, iniciando así un nuevo modo de entender la ropa interior, entre deportivo y fashionista".

Para algunas fuentes, fue Francis Stein, la editora de moda, musa también de Halston, la que creó en realidad estos conceptos, no él. Mientras visita el Studio54, de donde obtuvo también inspiración, sus primeros trabajos de los años ochenta se abrieron a grandes campañas de publicidad, continúa Padín, "Calvin Klein impacta visualmente y sublima este paradigma de la moda americana, que está basado en tres conceptos: la comodidad, la sensualidad y la inspiración en elementos de la cultura popular estadounidense, como el cine o el estilo de vida deportivo. Este paradigma llegaría a cubrir todo Occidente, frente al de la moda europea que había buscado la elegancia por encima de todo, e incluye el underwear".

Con esas tres palabras, cómoda, deportiva y sensual, Calvin Klein se indexa "en toda la moda que vamos a llevar las seis décadas siguientes, que está inspirada por la juventud, el aliento del tiempo libre, el estilo vida saludable y la obsesión estética con ciertos elementos del paradigma americano.

Foto de la campaña Otoño 1992 de Calvin Klein.

Foto de la campaña Otoño 1992 de Calvin Klein. Getty Images

La generalización de estas prendas sencillas hace que se conviertan en referentes para la mujer y el hombre modernos. Mientras en las pasarelas europeas los italianos como Valentino o Versace presentaban trajes sastre, él proponía ya elementos desestructurados, y difunde este estilo, muy trascendente.

Absorbe también inspiraciones preppy, del tipo del Country Club en algunas colecciones de edición que hacía, pero lo que prima en su propuesta es la idea de deporte, cultura al aire libre, sexo y aliento de juventud. Calvin Klein es blanco, más blanco que Donna Karan, es el blanco americano", añade Padín.

Calvin Klein y España

Foto de campaña de una colección de Calvin Klein, en los años 80.

Foto de campaña de una colección de Calvin Klein, en los años 80. Getty Images

En conversación para magasIN, la directora de moda Natalia Bengoechea recuerda cómo en España la marca Calvin Klein fue introducida por María Suelves. “Yo descubro pronto que en los desfiles de Nueva York hay que estar en primera fila de, sobre todo, dos: el de Calvin Klein y el de Donna Karan.

Fernando Rius llevaba la comunicación de la marca y con él visité los desfiles del pier, un espacio diáfano con luz natural, impresionante, donde se hacían dos turnos. Ahí estaba todo el mundo y sus castings y cabinas eran los mejores. Grace, Anna, todo América presenciaba allí lo que significaba aquella propuesta desde el front row, la moda americana de verdad, con un cierto minimalismo, deseada por las mujeres más elegantes de Estados Unidos. Cool, casual, pero sin pretensiones, con colores neutros, siluetas muy distendidas. El auge de la marca fue impresionante, creció como la espuma alrededor de los 2000, y se extendió hacia un estilo de vida completo, generando muchos productos".

"Hice muchas portadas con Calvin Klein", sigue Bengoechea, "porque cuando me ficha Vogue en 2000 con Yolanda Sacristán, aquellos diseñadores americanos se habían convertido en mis creadores de cabecera. Una que recuerdo fue con Jessica Miller, a la que me llevé a las playas de Tulum y Badulescu la fotografió en las orillas de ese mar turquesa.

Era un modo de entender la moda que costaba que conectara con el público español de entonces, sólo las altas esferas de mujeres muy elegantes, las que no tenían que demostrar nada, vestían de Calvin Klein. Los precios además eran astronómicos, porque esos vestiditos sencillos con cremallera en el costado costaban unos 3.500 dólares. Para mí, supuso una revelación, me hice adicta a esa silueta. Cuando volvía a Nueva York, sólo visitaba Calvin, Donna y Helmut en el SoHo de Nueva York y era muy habitual encontrarme allí con Susan Sarandon, Christie Turlington o Grace Coddington... era el momento".

Provocación y best-selling

Se produce entonces el desdoblamiento: un personaje controvertido con numerosos comentarios sobre su vida personal en los tabloides americanos, por un lado (tras separarse en 1974 de su primera esposa, Jayne Centre, y de Kelly Rector, la segunda, en 2006, ha sido relacionado con dos chicos, Nick Gruber y Kevin Baker), y por otro, el elegante acervo del conglomerado Calvin Klein Inc., convertido en propiedad de PVH Corporation a partir del año 2003, ficha a los diseñadores del momento, mientras que sus exitosas franquicias pertenecen al grupo Unilever.

Detalle de diseños de Tommy Hilfiger y Calvin Klein en el 'street style'.

Detalle de diseños de Tommy Hilfiger y Calvin Klein en el 'street style'. Getty Images

"Cuando Calvin vende su marca al grupo de retail de Tommy Hilfiger", explica Natalia Bengoechea, "la distribución en España deja de ser de María Suelves, Calvin se retira a los Hamptons y tras otro diseñador, Francisco Costa, llega la era de Raf, que coloca otra vez la marca en el Olimpo, y sus desfiles son increíbles, con sus primeras botas de cowboy. Sin embargo, el primer Calvin Klein siempre será Calvin Klein, auténtico inventor de aquella silueta".

Respecto a las fragancias, auténticos best-sellers mundiales, el experto Padín señala cómo, más que en la configuración de notas, la clave está en "aquellas campañas de perfumes que tuvieron éxito desde el principio, en parte porque llevaban estilos, eslóganes y aires muy modernos. Inspirándose en Opium de Saint Laurent, Klein crea Obsession y Eternity... olores muy vendidos actualmente, jugando con las ideas de 'Obsesión' y 'Eternidad', dos coqueteos con los vicios, pero del amor", concluye. La imaginación, como es bien sabido, opera en todas sus direcciones.