Una de las clientas posa para Magas en IJS Istanbul Jewelry Show en Estambul.

Una de las clientas posa para Magas en IJS Istanbul Jewelry Show en Estambul.

Lujos LUJOS

Viaje al corazón de la alta joyería en Turquía: oro reciclado y gemas naturales que respetan el planeta

El oro reciclado, extraído de piezas antiguas o desechos electrónicos, se ha convertido en un estándar de responsabilidad para el sector.

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Jesús Reyes
Estambul
Publicada

El negocio de la alta joyería ha cambiado mucho en los últimos cinco años. Hoy en día hay menos ventas, ya que todo afecta a este sector: Trump, las guerras, tenemos al lado a Israel y Palestina, las crisis económicas…”, reflexiona Salih Yilmaz, empresario turco y CEO de Genel Müdür, una de las firmas de compraventa de diamantes más poderosas de Oriente Medio.

“Pero el que invierte en una pieza única, ese diamante raro y especial, no mira los ceros, no pregunta el precio, lo compra y ya está. Ahora hay más ventas de cifras astrales y esto es lo que está salvando la situación, hasta que todo se estabilice de nuevo", prosigue en su conversación con Magas.

Esta revista viaja a Estambul para asistir a la IJS Istanbul Jewelry Show, una de las ferias más relevantes del sector. Afuera, el tráfico y el rumor del Bósforo; dentro, la calma exquisita de una penthouse con vistas 360º a la ciudad. Desde las mezquitas hasta los palacios otomanos, todo parece brillar al mismo compás que el oro.

Piezas de oro amarillo 24K en IJS Istanbul Jewelry Show.

Piezas de oro amarillo 24K en IJS Istanbul Jewelry Show. Jesús Reyes Magas

El recibimiento no podría ser más simbólico: té turco servido en una vajilla de Hermès, un Rolex que marca la hora en la muñeca del anfitrión y el sonido pausado del rezo de un empleado en una estancia contigua. Estilo, espiritualidad y poder económico. En el salón se observa un impresionante Birkin de la citada maison francesa y varias piezas expuestas en vitrinas.

Llaman la atención especialmente dos anillos que hablan por sí solos: uno en oro blanco 24K con un diamante amarillo talla oval, rodeado de otros muchos brillantes —“valorado en un millón y medio de euros”, precisa la gemóloga Lisi Fracchia— y otro en oro blanco con un diamante natural talla princesa que “ronda los 800.000 euros”.

Salih Yilmaz, CEO Diamond Box y Genel Müdür. Al fondo, en el espejo, se refleja su hijo Mustafa, quien seguirá los pasos de su padre.

Salih Yilmaz, CEO Diamond Box y Genel Müdür. Al fondo, en el espejo, se refleja su hijo Mustafa, quien seguirá los pasos de su padre. Jesús Reyes Magas

Varios juegos de gargantillas con pendientes de diamantes y oro en distintos colores nos acompañan también. En la oficina central de Diamond Box, nombre comercial de la empresa, todo está vigilado bajo un estricto y completo equipo de seguridad físico y digital.

Allí se respira verdadero lujo y trabajo bajo el titánico esfuerzo de una dinastía que lleva siglos dedicándose al mercado de la compraventa de diamantes. Conversar con Salih Yilmaz en este contexto es entender la situación del mercado global desde dentro.

El oro, en máximos históricos

“El oro está en máximos históricos y seguirá repuntando hasta final de año, porque ahora llegan las ventas de Navidad”, declara Salih Yilmaz. A día de hoy, el oro ronda los 3.470 euros por onza, según informa a fecha de esta publicación GoldPrice.org y Kitco.

Este precio está impulsado por la inflación y la demanda de refugio seguro ante los conflictos internacionales”, explica Lisi Fracchia, gemóloga, perito en gemas y CEO de su propia firma de alta joyería, con sede en Madrid, quien ha sido la profesional que me ha puesto en contacto con Yilmaz y quien participa en este encuentro y charla.

De origen argentino, Fracchia ha sido invitada especial en esta edición de la feria. En su discurso hay más que predicciones financieras: hay una convicción ética.

"El verdadero lujo no es derroche, es consciencia. Hoy las firmas que lideran el mercado de la alta joyería son las que garantizan trazabilidad y las que trabajan, en gran parte, con materiales reciclados", indica.

Lisi Fracchia en la oficina central de Diamond Box, Estambul, proveedor de su marca.

Lisi Fracchia en la oficina central de Diamond Box, Estambul, proveedor de su marca. Jesus Reyes Magas

El oro reciclado —extraído de piezas antiguas, desechos electrónicos o sobrantes de producción— se ha convertido en un estándar de responsabilidad para el sector. Su certificación, avalada por organismos como el Responsible Jewellery Council (RJC), garantiza que ninguna nueva mina ha sido explotada para obtenerlo.

“Cada gramo cuenta”, apunta Lisi. Y continúa: "Usar oro reciclado no resta valor a una joya, lo multiplica, porque cuenta una historia sin dañar otra".

En paralelo, la trazabilidad se ha convertido en el gran reto técnico. De ahí la relevancia de sistemas como el Chain of Custody o el Fairmined, que acreditan el origen ético y transparente de cada metal y gema. La alta joyería ya no solo se mide por el quilataje o el diseño, también por su huella ecológica.

Así, en un momento en el que los diamantes de laboratorio —creados mediante procesos de alta presión (HPHT) o deposición química de vapor (CVD)— ganan protagonismo entre el público de masa, todos los expertos consultados coinciden en una postura clara: “lo natural no tiene sustituto”, confirma con rotundidad Salih Yilmaz.

Un diamante de laboratorio podrá tener la misma composición química, pero nunca la misma alma, por eso es que en mi empresa nunca trabajaremos con diamantes de laboratorios”, sentencia Yilmaz, y añade Fracchia: “Es como comparar la piel natural con la polipiel: la imitación existe, pero no emociona igual".

La gemóloga insiste en que “los diamantes naturales son el testimonio del tiempo geológico, del milagro de la Tierra. Los de laboratorio son un producto de una máquina”. Y en alta joyería, esto lo cambia todo: “una pieza artificial jamás será una inversión patrimonial”, matiza la gemóloga.

Dentro del enorme recinto ferial, en una de las zonas francas de Estambul, también tengo la oportunidad de conocer a Helena Takada Cattaneo, directora de la revista Jóia y empresaria de joyería especializada en perlas, con presencia en Brasil y Asia.

Cattaneo confirma desde su experiencia internacional que “el mercado asiático está saturado de diamantes sintéticos, pero los grandes coleccionistas siguen apostando por la gema natural. El valor emocional está en lo irrepetible".

Helena Takada Cattaneo en la feria de joyas de Estambul.

Helena Takada Cattaneo en la feria de joyas de Estambul.

Helena lleva años estudiando el comportamiento de las perlas cultivadas con técnicas sostenibles. “Las granjas más avanzadas en Japón y el sudeste asiático trabajan ya con métodos regenerativos: devuelven más vida al mar de la que extraen”, explica. "Eso es el verdadero lujo: crear belleza y, a la vez, proteger el ecosistema que la hace posible", concluye.

“Esa es la paradoja de la joyería contemporánea: en un mundo que exige responsabilidad ambiental, el reto no está en fabricar gemas artificiales, sino en extraer y crear sin destruir”, sentencia. Takada Cattaneo viaja constantemente entre Brasil, Estambul y Hong Kong buscando las mejores gemas del mundo.

“Las perlas las compro en Filipinas o Tahití, las esmeraldas y turmalinas en Brasil, y el oro lo adquiero con certificados AMAGOLD. Turquía ofrece una calidad excelente a precios competitivos”, narra la empresaria con una elegancia única en un perfecto inglés.

Por otro lado, la restauradora y artesana Cecilia Ghilardi, diseñadora de joyas también tanteada dentro de la IJS, aporta una perspectiva complementaria, más cercana al taller que a la vitrina. "Restaurar una joya es rescatar su historia sin tocar su esencia. Hay piezas de hace cien años que, con técnicas modernas, pueden lucir como nuevas. Esa es también una forma de sostenibilidad: alargar la vida de lo que ya existe",

Su trabajo demuestra que el lujo circular no necesita siliconas ni simulaciones: solo manos expertas y respeto por el legado. “La restauración artesanal es lo opuesto a la producción industrial. Cada piedra, cada engaste, tiene su lenguaje. Cuando una joya vuelve a brillar, también lo hace la historia que la acompaña. Y mis joyas de madera, talladas por artesanos, pueden llegar a costar más que si estuvieran fabricadas en oro, porque son consideradas obras de arte".

Su técnica profesional combina artesanía con materiales naturales como oro reciclado, gemas naturales y madera —símbolo de ecología y arte— demostrando que su firma de lujo es circular y sostenible. “Mis piezas son obras de arte, no accesorios. Y cuando un cliente me trae una joya heredada para transformarla, participa en todo el proceso creativo. Esa experiencia emocional y única es, en sí misma, un lujo".

Cecilia Ghilardi, diseñadora de joyas.

Cecilia Ghilardi, diseñadora de joyas. Cedida

De hecho, e insistiendo de nuevo en ir a los números, algo que casi todos ellos evitan tratar, Cecilia me informa que trabaja con precios que oscilan entre los 30.000 euros de media por pieza, cifra que habla tanto de su exclusividad como del valor añadido que imprime a cada creación.

Y concluye su intervención apoyando los materiales naturales: "Un diamante natural tarda millones de años en formarse. Uno de laboratorio se fabrica en días. El primero es eterno; el segundo, tecnológico y sin alma. Por eso pierde su valor en cuanto sale de la tienda".

El nuevo comprador: menos ostentación, más conciencia

Los expertos coinciden en que el perfil del comprador ha cambiado. “Hoy las mujeres ya no esperan que les regalen una joya”, apunta Lisi Fracchia. “La compran ellas, por ellas y para ellas. Es un gesto de independencia, pero también de gusto y conocimiento. Saben lo que quieren y exigen certificados, origen y diseño", concluye.

Ali Pastorini, presidenta de MUBRI Internacional, organización que conecta a joyeros de más de 40 países, lo tiene claro: “El futuro del mercado del lujo es excelente. La gente rica busca piezas exclusivas, y este público compra y compra. Pero también busca confianza y certificación.

En MUBRI ofrecemos negocio y conexión entre expositores y compradores de calidad, y nuestras gemas naturales están certificadas por laboratorios internacionales. Trabajamos con proveedores que surten a marcas como Van Cleef, Cartier o Tiffany & Co., por citar algunas”.

La trazabilidad y la certificación se han convertido en los nuevos sellos de lujo. En un mundo hiperconectado, el prestigio no solo se mide por la firma, sino por la ética y la transparencia.

Detalle de un juego de pendientes y collar de diamantes y zafiros.

Detalle de un juego de pendientes y collar de diamantes y zafiros. Jesús Reyes Magas

El propio Salih Yilmaz lo resume con pragmatismo: “Soy creativo, pero no me gusta perder dinero” Detrás de esa frase se esconde la nueva lógica del mercado: la belleza importa, pero la inversión manda. Y, en un contexto global incierto, las joyas naturales —por su valor intrínseco y su rareza— siguen siendo un refugio financiero y emocional.

Su hijo Mustafa, de 22 años, lo observa todo en silencio. “Aprendo de cada piedra”, confiesa en inglés. Heredero de una dinastía joyera, sabe que su futuro dependerá no solo del brillo de los diamantes, sino de su procedencia. “Mi generación quiere conservar el planeta y la tradición al mismo tiempo

Desde Estambul, con el eco del Gran Bazar a tan solo unos metros, el mensaje de Yilmaz resuena claro: “El futuro del lujo no será sintético. La alta joyería avanza hacia una ética de la belleza, donde la trazabilidad, el oro reciclado y la artesanía se convierten en sinónimo de exclusividad.”

En un sector donde el brillo puede eclipsar la conciencia, los nuevos líderes defienden una verdad incontestable: el lujo auténtico es aquel que respeta la naturaleza de donde procede. Porque, como dice Lisi Fracchia al despedirse: “Una joya no solo se lleva, se hereda. Y heredar debe significar también dejar un mundo más limpio, más justo y más bello.”