La directora de patrimonio de la prestigiosa relojería posa durante su entrevista.

La directora de patrimonio de la prestigiosa relojería posa durante su entrevista. Cristina Villarino

Lujos

Así es Laurence Bodenmann, la antropóloga e historiadora que conquistó la élite de la relojería a nivel mundial

La reedición de solo 160 unidades del icónico Calibre 135 de Zenith trae a Madrid a la directiva de la firma suiza.

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Nos encontramos con Laurence Bodenmann, una de las mujeres que más sabe sobre relojes en todo el mundo, para conversar sobre la historia de la exactitud, el significado social del tiempo y su evolución. Lo hacemos en el Palacio de la Prensa, donde se encuentra en ese momento el showroom de la maison Zenith, de cuyo patrimonio es ahora responsable. 

Elegante y pausada, lleva puestos dos modelos de este accesorio sobre el que es experta, uno en cada muñeca, y nos los muestra. El primero se trata de un auténtico vintage Calibre 135 (1950), conocido como 'el rey de los cronómetros'; el segundo es su reluciente reinterpretación, el nuevo Calibre 135 en platino y lapislázuli (2025).  

Bodenmann es antropóloga e historiadora y confiesa que está naturalmente interesada en el devenir de las cosas. "¿Pudiste ver el desarrollo de Madrid, sus cambios? ¡Qué privilegio!", exclama, mirando por la ventana. "Con perspectiva, puedes identificar la vibración y las referencias de una ciudad", comenta informalmente. 

Así comienza esta conversación sobre la interrelación del legado y el futuro de cualquier propuesta de valor con una de las mayores especialistas europeas sobre la documentación y patrimonialización de la relojería y en la evolución de los objetos desde el siglo XIX hasta el XXI. 

Una mujer que ha comisariado muestras de esta materia y dirigido la investigación científica en colecciones tan importantes como las del Musée International d'Horlogerie, en Suiza, el National Watch and Clock Museum de Estados Unidos o el Deutsches Uhrenmuseum alemán. 

Además, desde 2015, dirige el departamento de patrimonio de la icónica Zenith, e imparte clases en centros tan prestigiosos como la Haute-Ecole Arc Graduate School en el país suizo. 

La profesional en una imagen donde se muestran sus dos relojes.

La profesional en una imagen donde se muestran sus dos relojes. Cristina Villarino

La hora de la historia

Que la firma fue fundada en 1865 por un talentoso Georges Favre-Jacot a la edad de 22 años en Le Locle, en el país helvético, explica la experta, es un hecho: él se inspiró en el desplazamiento de las estrellas una noche para crear el icónico movimiento 'Zenith' (1898), convirtiéndose en la primera manufactura vertical que consiguió el prestigio mundial. 

Laurence Bodenmann llegó a esta mítica firma desde su inclinación por la verdadera motivación humana detrás del tiempo y su medida. "Vengo de la antropología, mi interés está en cómo las personas se representan a sí mismas la realidad, cómo le dan forma a quiénes son a través de lo que hacen", relata. 

"Siempre quise trabajar en museos, bibliotecas y escuelas, porque en estos lugares es donde se puede encontrar una mayor concentración de testimonios de cómo la gente detalla cómo piensan o quiénes son", añade. 

La profesional enlaza esta idea con su área de especialización: "El mundo de los relojes es, además, superadictivo e interesante, porque la gente es muy generosa al darle sentido a lo que hacen. Los relojeros lo practican con el tiempo", cuenta sobre su etapa en el Musée International d'Horlogerie. 

"Estuve allí dos años como responsable de documentación y al final mi rol se transformó en directora de exposiciones. Entonces entré en un mundo fascinante", comenta. "¿Por qué el campo de la relojería es un espacio en el que se busca una mayor 'producción de sentido'?", le preguntamos.  

"Hoy en día sucede lo mismo que cuando se inventaron los relojes mecánicos. Este ámbito es más extraordinario que la norma porque siempre necesita de un cómo y una razón simultáneos. Sus hacedores se apropian del modo de hacer las cosas de una manera mucho más identitaria". 

"Imagina que estás produciendo, por ejemplo, cristales", añade, "si lo haces igual que otras personas, no tendrás nada que contar en términos de savoir-faire o de know-how… Los creadores de relojes, mujeres y hombres que trabajan en sus bancos, si no tienen una profunda conciencia de lo que realizan y por qué lo llevan a cabo, no continúan, ya que sería muy complicado que una innovación funcione".

Detalle de algunos de los modelos de Zenith.

Detalle de algunos de los modelos de Zenith. Cristina Villarino

El patrimonio del tiempo

A Laurence Bodenmann le fascina, confiesa, su trabajo. En la actualidad, la maison Zenith forma parte del grupo LVMH y sus edificios están en la Lista UNESCO del Patrimonio Mundial. La Chaux-de-Fonds o Le Locle son ya lugares icónicos. 

"Es un mundo enorme en el que puedes tener cualquier objeto para reconstruir la historia, como en arqueología, disponiendo además de testimonios para crear conexiones, de las fuentes y archivos. En concreto, en este caso tenemos documentación de hace 165 años. Su extensión ocupa más de 1,3 kilómetros. Ahora mismo, estamos creando una plataforma para que todo esté en un mismo lugar y repositorio. Algo único". 

"Mi trabajo consiste en tratar de entender por qué las cosas se realizaron de una manera y no de otra en ese tiempo y en cómo podemos hacer de estas cuestiones identitarias distintivas algo propio y extrapolable a la actualidad para lograr marcar la diferencia teniendo en cuenta las oportunidades que ofrece el mundo actual. Mis labores radican incluso en imaginar nuevas cosas que serán el patrimonio del mañana". 

Explica la experta en relojería que su relación con Zenith no es solo un trabajo, sino que se trata de una posibilidad. "A las nuevas generaciones siempre les digo que, en general en la vida, no hay que pensar tanto en lo que tú quieras hacer, sino en encontrar esa chance y a partir de ahí retarte a ti misma".

"¿Algo que haya encontrado en sus investigaciones desde su nuevo puesto?", cuestionamos. "Quizás es muy geeky", sonríe explicando, "pero me sorprendió mucho cómo funciona la parte de producción: cuando trabajas en un museo, ves la punta del iceberg, los resultados, y no eres consciente de esa cultura previa. Sin embargo, al acceder a una factoría, puedes ver cómo la gente trabaja". 

La maquinaria perfecta

Tener la suerte de compartir tiempo con una experta en esta materia hace inevitable hablar de un tema concreto: cómo sería el reloj ideal

"Aquel que combina todos los conocimientos de una época, funcionando juntos, para crear algo muy atractivo y que al mismo tiempo desafíe todo lo que se ha realizado de forma previa", añade. 

"No solo se trata de perfección en términos de manufactura, sino también a nivel de uso, porque representa algo más. Es sinónimo del reto máximo: podrías estar viviendo en el pasado, pero eliges no hacerlo", afirma con convicción Bodenmann.

La directora de patrimonio de Zenith junto a algunos de los diseños de la marca suiza.

La directora de patrimonio de Zenith junto a algunos de los diseños de la marca suiza. Cristina Villarino

"Es sorprendente cómo en los años cincuenta ya había modelos de referencia que describían la caja de este complemento", describe, "pero al margen de eso, cada artesano tenía completa libertad para el montaje de la esfera, buscando la posibilidad de darle forma de acuerdo al gusto de cada persona que lo adquiriera, ¿no es increíble? Querían ser muy ágiles y presentar nuevas alternativas".

Enseñanzas atemporales

Muchas personas visionarias han sido fanes de la marca a lo largo de los años —de Mahatma Gandhi a Caroline Rémy o Alberto I de Mónaco—, pero la firma va más allá de nombres propios.

Su historia recorre la época dorada de las competiciones cronometradas con nombres tan conocidos como el famoso Calibre 135, el reloj que este año se reedita, o también el cronógrafo automático originario, El Primero, de 1969.   

Zenith tiene, como Laurence Bodenmann afirma, una trayectoria increíble, acompañando momentos como el vuelo de Louis Blériot a través del canal de la Mancha, o el salto libre estratosférico de Felix Baumgartner, que batió todos los récords asociados con la gesta. 

"La relojería te enseña que no debes tener ideas preconcebidas ni expectativas, sino capacidad de dejarte sorprender. El sueño de crear la pieza perfecta vino a raíz de ser el primero con una producción en verticalidad y probar con sus premios que era el mejor", añade. 

Consciente de que aún existen pocas féminas en su posición, la profesional explica que algo de lo que están muy orgullosos en Zenith es del consejo de dirección: "Hay seis personas y tres de ellas son mujeres". 

"Este sentimiento no se da por el hecho de que sean figuras femeninas y se encuentren en estos puestos", continúa explicando, "no hay expectativas, de hecho, la directora de producción es una mujer, al igual que una de las mejores creadoras de relojes", especifica.

Pero la clave de la cuestión para Bodenmann radica en otro punto: "Queremos ir más allá del género, dejando de lado cómo han nacido las personas o lo que se espera de ellas con relojes que son ponibles, deseables en la muñeca. Es una cuestión de cómo expresas tu identidad, todo el mundo tiene esa sensibilidad", añade. 

Laurence Bodenmann posando durante la entrevista.

Laurence Bodenmann posando durante la entrevista. Cristina Villarino

Éxito incontestable

Explica la antropóloga cómo descubrió por qué Zenith ha recibido tantos reconocimientos a lo largo de su historia. "Cuando llegué, desde el principio, ya sabía que se trata de la manufactura con más premios en el mundo de los relojes en términos de precisión, pero quería saber el motivo". 

La respuesta a esta curiosa pregunta es quizás más obvia de lo que se pudiera esperar, menos misteriosa: "Para probar que su propuesta era excelente, el fundador de la marca tuvo que entrar en todas las competiciones abiertas para medir la exactitud de los relojes. Y ganó".  

"¡Fue el único modo de demostrar que su sistema era magnífico! Por supuesto, había otras piezas en esa época, así que, ¿cómo puedes hacer que la tuya destaque y se diferencie de los demás, cuando era la primera alternativa automática? Por medio de estas duras competiciones, año tras año". 

Una vez más, Laura Bodenmann vuelve sobre el concepto de las expectativas, reafirmando la idea de que nunca se encuentra en ellas la clave. "El refinamiento no está en los estereotipos, sino en el desafío de cada detalle. Nuestros equipos siempre se retan a sí mismos para que cada objetivo pueda ser explicado y alcanzado, con sus fundamentos". 

"Por ejemplo, este año podríamos haber reeditado el icono 135 sin más, pero hemos querido que fuera más 'preciso y precioso', lanzando únicamente 160 unidades. Para conseguir lo primero, hemos sometido a los materiales a más exigencia si cabe; y para lograr el segundo principio, hemos apostado por su diseño en azul cerámico". 

"En todos los términos significa que vas a tener este reloj para siempre. Es una inversión, un desafío en calidad y distinción", concluye. "Se trata de rendir tributo, pero hay que ir más allá. Siempre es posible hacerlo, siempre".