Una mujer calentándose las manos.

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Interiorismo

Un experto, sobre mantener la calefacción a 23 grados: "Subir un solo grado puede disparar tu factura hasta un 7%"

Los expertos recomiendan no superar los 21 °C para evitar aumentos innecesarios en el consumo energético.

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Mantener la casa caliente durante el invierno es una de las mayores fuentes de gasto energético en los hogares españoles. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la calefacción representa entre el 47% y el 60% del consumo total doméstico. Por eso, pequeños cambios en el termostato pueden traducirse en grandes ahorros al final del mes.

Muchos hogares optan por fijar la calefacción a 23ºC o más, buscando una sensación de confort constante. Sin embargo, los expertos advierten de que esa decisión puede tener un impacto directo y elevado en la factura. Tal y como recuerda el IDAE, cada grado de más puede suponer un aumento del consumo cercano al 7%.

Por eso, los especialistas recomiendan elegir una temperatura estable y moderada, priorizando la eficiencia energética frente al exceso de calor. Se trata de encontrar el equilibrio entre confort, salud y ahorro, especialmente en un contexto de precios energéticos fluctuantes.

Los expertos en climatización coinciden en que la temperatura ideal para la vivienda en invierno está entre los 19ºC y los 21ºC durante el día, y entre 15ºC y 17ºC por la noche, cuando el cuerpo necesita menos calor.

Así lo señalan tanto el IDAE como organismos europeos como la Asociación Europea de Aerotermia y Calefacción (EHPA). Mantener el termostato a 23ºC implica superar ese rango, lo cual se traduce en un gasto energético considerablemente mayor.

Según el IDAE, por cada grado que aumentamos el termostato por encima de los 21ºC, el consumo puede subir entre un 6% y un 7%. Por ejemplo, si la factura mensual de calefacción es de 120 euros, subir de 21ºC a 23ºC podría elevarla hasta unos 135-140 euros, dependiendo del tipo de sistema (gas, radiadores eléctricos, bomba de calor o gasoil).

El experto en eficiencia energética Javier Martínez explica que el problema no es solo económico, sino también térmico. "Cuando el cuerpo se acostumbra a estar a 23ºC, cualquier temperatura inferior se percibe como frío. Eso crea dependencia térmica y aumenta el consumo".

El especialista recomienda mantener la casa a una temperatura constante, evitando cambios bruscos o apagar y encender la calefacción continuamente.

Para quienes buscan mantener el confort térmico sin elevar la factura, los expertos recomiendan aprovechar mejor el aislamiento: alfombras, cortinas gruesas, burletes en ventanas y sellado de rendijas pueden reducir las pérdidas de calor hasta en un 15%, según datos del IDAE.

También es útil ventilar solo 10 minutos por la mañana, para renovar el aire sin enfriar la vivienda en exceso. Además, colocar los radiadores lejos de los muebles y cortinas mejora la circulación del calor, optimizando el rendimiento del sistema.

Por último, en sistemas como bombas de calor o aerotermia, muchos fabricantes recomiendan temperaturas aún más moderadas, ya que funcionan de forma más eficiente a potencias constantes y no a picos abruptos. El objetivo es calentar el hogar de forma inteligente, y no simplemente forzar la máquina.

Mantener la casa a 23ºC puede ser agradable, pero implica un gasto energético significativo. Según los expertos, bajar el termostato tan solo un grado puede aportar ahorros evidentes en la factura mensual, sin renunciar al confort.

En tiempos donde la energía es un recurso cada vez más valioso, gestionar la calefacción de forma responsable no solo es una cuestión económica, sino también de sostenibilidad y salud térmica del hogar.