Una pared de ladrillos.

Una pared de ladrillos.

Interiorismo

Un importante arquitecto desmiente: “Es un mito que el pladur es barato y malo, y que el ladrillo es siempre mejor"

El arquitecto Edu Saz desmonta prejuicios: tanto el pladur como el ladrillo pueden ser soluciones óptimas, si se emplean correctamente y con criterios.

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Cuando se habla de reformas o construcción, uno de los debates recurrentes es elegir entre pladur o ladrillo. Muchos asumen que el pladur es "lo barato y malo" frente al ladrillo, siempre "mejor". Pero este planteamiento simplista no resiste un análisis técnico riguroso.

Según el arquitecto Edu Saz, tal y como cuenta al medio El Mueble, esa creencia generalizada es un mito: ambas opciones tienen fortalezas y limitaciones. Lo que importa es el contexto de los criterios adecuados, y desmonta los errores comunes al enfrentarse a esta elección.

Edu Saz señala que el pladur, bien diseñado y bien instalado, ofrece ventajas como rapidez de montaje, limpieza en obras y versatilidad en acabados. No es una solución inferior per se.

Por su parte, el ladrillo tiene méritos importantes: robustez estructural, inercia térmica y durabilidad. Pero tampoco es infalible: su coste de obra, las humedades o la menor facilidad para adaptaciones pueden jugar en su contra.

El arquitecto insiste en que no hay una opción universalmente mejor, sino adecuada para cada proyecto específico. El mito de la superioridad del ladrillo frente al pladur, según él, proviene del desconocimiento técnico.

Para decidir entre pladur o ladrillo, Saz sugiere tener en cuenta:

  • Cargas estructurales: el ladrillo puede soportar más peso, mientras que el pladur suele utilizarse para tabiquería no estructural.
  • Aislamiento térmico y acústico: bien proyectado, el pladur con aislamiento puede ofrecer soluciones competitivas.
  • Velocidad y limpieza de obra: el pladur permite ejecuciones más rápidas y menos residuos.
  • Flexibilidad y modificaciones futuras: el pladur facilita adaptaciones posteriores sin obras gruesas.
  • Costes globales: no solo materiales, sino mano de obra, mantenimiento y acabados.

Con estos criterios, el arquitecto desmitifica la idea de que el ladrillo es intrínsecamente mejor y el pladur siempre más barato. Cada proyecto determina la opción más inteligente.

Saz advierte sobre varios errores comunes que socavan el éxito de reformas: En primer lugar, no dimensionar correctamente los sistemas de aislamiento (térmico o acústico); en segundo lugar, no prever acabados y encuentros con otros materiales.

También, no prever acabados y encuentros con otros materiales. Además, ignorar la compatibilidad con instalaciones eléctricas y conductos. Y finalmente, no contar con márgenes técnicos para ajustes.

Al cometer estos fallos, incluso una solución "mejor" puede fallar, y el resultado será poco eficiente o estéticamente deficiente.

En consecuencia, si estás planeando una obra, debes consultar con un arquitecto o técnico para evaluar las condiciones estructurales y de uso. Además, no te debes guiar solo por el precio del material: pide presupuestos integrales.

De la misma forma, considera si necesitarás reformas posteriores, instalaciones eléctricas o modificaciones. Igualmente, exige una buena ejecución: el mismo pladur mal colocado puede fallar gravemente.

La elección principal que transmite Edu Saz es que no existen soluciones universales en construcción. El valor de un material no radica en su reputación popular, sino en su aplicación correcta. Con rigor técnico, el pladur puede ser tan válido como el ladrillo.