Eva Amaral.

Eva Amaral.

Interiorismo

Así es la casita de Eva Amaral en un pueblo oculto de España: piedra, leña, comidas al aire libre y mucha naturaleza

La famosa cantante abandona la vida urbana para instalarse en una vivienda rústica de piedra y madera, rodeada de árboles y pájaros, donde reencuentra la calma y el arraigo rural.

Más información: La vida actual de Amaral: de crecer en un barrio de Zaragoza a mudarse a una pequeña y desconocida aldea de España

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Eva Amaral da un giro radical a su vida tras décadas en grandes ciudades. Ahora vive en una pequeña aldea sin nombre, donde su casa se integra en la naturaleza. Piedra, leña y huerto pintan un entorno rural auténtico, ideal para reconectar con su esencia.

La vivienda, de estilo sencillo y materiales naturales, ofrece vistas a un nogal desde la ventana de su cocina. Platos con comederos atraen pájaros, que ella observa mientras cocina, un momento de paz que Eva valora y define como fuente de inspiración vital.

El cambio no fue casual: fue “una llamada de la naturaleza”, según la artista. Tras vivir en Madrid y Zaragoza, decide asentarse en un refugio rural. Allí realiza actividades sencillas como apilar leña, salir al bosque y escuchar sonidos naturales, viviendo la experiencia con alegría.

La estructura rústica de la casa está hecha de piedra y madera, integrándose de forma natural en el paisaje. La fachada recuerda a las construcciones tradicionales del entorno, con techos inclinados y chimenea, ideal para inviernos cálidos y veranos frescos.

En el exterior hay una leñera muy bien organizada. Eva ha comentado en redes sociales que apilar leña ha sido una actividad a la que se ha aficionado, la define casi como su nuevo “cross‑fit”, por ser práctica, placentera y reconfortante.

La cocina se convierte en el epicentro emocional de la casa. Desde su ventana ve un nogal imponente y varios arbustos. Allí ha colocado pequeños platos con semillas para atraer aves, que amenizan sus días con canto y color. Una acción simple, pero muy significativa.

Para Eva, cocinar mientras observa a los pájaros es una forma de energía que luego proyecta en el escenario. "Me alegra la vida", confiesa, sumando un matiz íntimo y vital a la función cotidiana de su cocina.

Vivir cerca del bosque guía su rutina. Pasea entre árboles, recolecta frutos de temporada y atiende a los animales. Ha visto desde corzos a jabalíes, incluso huellas de tejón. Su entorno se ha convertido en su escenario natural preferido.

Los sonidos nocturnos también inspiran: describe noches en silencio, y el canto de los lobos que aúllan en la distancia. Se siente plenamente integrada en un refugio rural lleno de sorpresas y serenidad.

Eva ha definido su existencia allí como “muy sencilla”. No es una escapada temporal, sino un hogar fijo en el que es “una más” entre vecinos. La comunidad local la acoge y respeta, y ella responde con una convivencia respetuosa y cercana.

Ha encontrado allí un equilibrio entre actividades tradicionales como cocinar, cuidar la madera, alimentar a los pájaros y mantener la calma diaria, lejos del ruido urbano y del exceso mediático.

Su elección de vida inspira a muchos seguidores: muestra que se puede vivir con menos, cerca de la naturaleza y con una rutina más consciente. Su experiencia demuestra que el bienestar puede hallarse en lo sencillo, lo auténtico y lo conectado con el entorno.

La casita de Eva Amaral en esta aldea olvidada de España representa un regreso a lo esencial. Piedra, leña, comidas al aire libre y el canto de los pájaros resumen un estilo de vida consciente y tranquilo. Una vivienda que refleja no solo su amor por la música, sino su necesidad de paz interior.

Eva Amaral no solo ha cambiado de casa, también ha adoptado una nueva forma de entender el día a día. Alejada de agendas frenéticas, encuentra equilibrio en la rutina: encender la chimenea, leer en el porche o cocinar a fuego lento forman parte de su felicidad cotidiana.

Su casita no responde a modas ni a tendencias decorativas, sino a su propia forma de habitar el espacio con sentido. Cada rincón está pensado para vivir sin prisas, rodeada de naturaleza y con objetos funcionales y personales. Un hogar que, más que estético, es profundamente vital.