Emprendedora frente a socios hombres

Emprendedora frente a socios hombres Imagen generada con IA

Estilo de vida

Yaiza (31), empresaria que factura 70 millones al año: "En las reuniones me preguntan de quién soy la secretaria"

Su testimonio refleja a la perfección los retos que siguen enfrentando las mujeres en el liderazgo empresarial.

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Ser elegida por Forbes como una de las mujeres menores de 30 más influyentes no es frecuente. Sin embargo, esta joven tiene un currículum que podría intimidar a cualquier directivo.

A sus 31 años, factura 70 millones de euros al año y, aun así, siguen preguntándole en reuniones "de quién es la secretaria".

Ella es Yaiza Canosa, emprendedora gallega, referente del ecosistema startup español y antigua CEO de GOI, la compañía que revolucionó la logística de gran volumen.

Ahora, con proyectos centrados en la gestión educativa y en impulsar el talento empresarial, se ha convertido en una voz imprescindible para entender qué significa emprender siendo joven, mujer y exitosa en un sector profundamente masculinizado.

En una entrevista con The Objective, Canosa ha compartido reflexiones, experiencias duras y datos que muestran que su ascenso no ha sido fruto de la suerte.

Ser emprendedora en España

En España, donde el 74% de los emprendedores tecnológicos son hombres, la historia de Canosa sigue generando impacto.

No solo por su éxito económico, sino porque revela cómo incluso las mujeres más brillantes siguen chocando con techos invisibles.

Detrás de su éxito empresarial hay una combinación de valentía, intuición y una capacidad extraordinaria para transformar ideas en negocio real.

Ella lo cuenta sin rodeos: "Ser mujer y muy joven, encima en el mundo de la logística, donde está Goi, que es supermasculinizado, provoca que no te tomen en serio o no tanto. Me han preguntado muchas veces que de quién soy la secretaria, me lo dicen una vez al mes."

Y no es la única situación surrealista que ha vivido. Recordando una reunión llena de hombres de corbata, Canosa detalla uno de los episodios más insultantes de su carrera:

"Una vez, al salir de una reunión con hombres de corbata mayores, se acerca uno y me dice: '¿Te puedo dar un consejo?'. Le dije que claro. Y me dice: 'No seas tan alegre, no sonrías tanto porque no contagias seriedad'. Y le dije: '¿Te puedo dar yo a ti otro? Deberías sonreír un poco más porque así no parecería que estás tan amargado'."

Su respuesta, contundente y elegante, resume la filosofía con la que encara cada obstáculo:
"No dejaré de ser como soy y menos con este consejo de mierda. Cada uno marca los límites. Uno de los éxitos de la vida va en la capacidad de apartar imbéciles, de ser capaz de neutralizarlos."

Del fracaso al éxito

Su trayectoria no es convencional. Y ella misma lo reconoce: "Lo que tenía claro es que no iba a renunciar a un trabajo, a un proyecto o a emprender, que es donde había estado la fuente de inspiración de todo lo que me había funcionado, por estudiar, que era precisamente lo que no me había funcionado."

Yaiza defiende que la educación tradicional no está diseñada para perfiles creativos ni para quienes aprenden haciendo.

Por eso, su escuela ha sido otra: "De lo que más había aprendido era de trabajar con gente muy buena y de haberme equivocado mil veces. Eso me había servido para crecer profesionalmente y a nivel de perspectiva."

Este aprendizaje continuo, centrado en la acción, define su forma de entender el emprendimiento. Para ella, las ideas no valen nada si se quedan en la cabeza:

"Tener una idea no sirve de nada si no se ejecuta. Todos tenemos ideas. Lo único que cambia una idea en algo que merece la pena potencialmente es precisamente empezarlo."

Esta filosofía la llevó a fundar GOI, una startup que facturó millones y transformó el sector logístico. Un sector dominado por hombres en el que, aun así, se abrió paso hasta liderar operaciones de gran volumen para multinacionales.

Barrera de género

El dato impresiona: su cartera de clientes factura 70 millones al año. Pero incluso así, la siguen hablando como si fuera una recién llegada.

Ella, lejos de victimizarse, ofrece un análisis objetivo: "Todos tenemos barreras, hay veces que son de género, económicas, de capacidades… Lo que nos diferencia es cómo nos enfrentamos a ellas."

¿Ser joven y mujer es difícil? Sí, dice ella. Pero también recuerda que otros perfiles, como puede ser "un señor de 65 años en un mundo de transformación digital", enfrentan sus propias dificultades.

Ella demuestra que se puede dirigir empresas millonarias sin perder la sonrisa, la frescura ni la autenticidad. Que se puede llegar a lo más alto sin pedir permiso. Y, sobre todo, que el talento femenino aún debe pelear por reconocimiento… incluso cuando ya lo ha ganado con creces.