Cristina Simón, limpiadora.

Cristina Simón, limpiadora.

Estilo de vida

Una limpiadora en España, sin rodeos: "Hay personas que te ofrecen 10 euros la hora y creen que te hacen un favor"

La limpieza sigue siendo vista por parte de la sociedad como de escasa cualificación, lo que hace que muchos clientes ofrezcan tarifas mínimas.

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El sector de la limpieza es un importante generador de empleo en España. En 2023, se estima que más de 600.000 personas trabajan en este sector, lo que representa un porcentaje muy significativo del empleo total en el país.

Sin embargo, las condiciones laborales no siempre favorecen a quienes eligen la limpieza como oficio con el que ganarse la vida. Si bien se han hecho avances para mejorar el sector, persisten retos como la precariedad, la sobrecarga de trabajo y los malos salarios.

Este último factor es más desafiante aún para las limpiadoras autónomas que dependen de los clientes para encontrar empleo y en muchas ocasiones, fijar la tarifa. Según Cristina, esto refleja una falta de reconocimiento, puesto que hay quienes creen que por "ofrecer 10 euros", están "haciéndote un favor".

La experiencia de Cristina

Cristina Simón es una limpiadora que comparte en sus redes sociales algunos de sus trucos favoritos de limpieza, pero también, sus experiencias en el trabajo que, en algunos casos, rozan lo irracional y que demuestran la precariedad y los prejuicios que aún pesan sobre este oficio.

En uno de sus vídeos justamente se refleja una realidad compartida por muchas limpiadoras: la falta de reconocimiento y la desigual valoración del trabajo doméstico, a pesar de ser esencial para el bienestar y organización de los hogares.

Esto sucede debido a que, en el caso de las limpiadoras autónomas, en muchas ocasiones deben aceptar tarifas bajas por miedo a perder clientela o por la dificultad de encontrar empleos estables.

Para muchas mujeres, esta negociación acaba en la aceptación de tarifas mucho inferiores al valor de su trabajo. Según Cristina, muchos clientes no entienden el esfuerzo que implica mantener una casa limpia y ordenada.

"Las limpiadoras no somos magas, no podemos tener una casa de 180 m² en 3 horas", explica. Por este motivo, muchas personas intentan pagar menos del valor del trabajo, sin considerar otros gastos que asumen como autónomas: transporte, productos de limpieza, cotizaciones y el tiempo invertido.

El problema de fondo no es solo económico, sino también cultural. La limpieza sigue siendo vista por parte de la sociedad como un trabajo "menor" o de escasa cualificación, cuando en realidad requiere organización, resistencia física y conocimiento de materiales y técnicas.

Además, la mayoría de quienes se dedican a esta labor son mujeres, muchas de ellas migrantes, lo que añade una dimensión de desigualdad de género y de clase que profundiza la precariedad.

En ciudades grandes como Madrid o Barcelona, el coste de la vida ha subido considerablemente, pero los honorarios de limpieza apenas se han ajustado.

Mientras el precio medio por hora en plataformas o empresas ronda entre 12 y 15 euros, muchas trabajadoras por cuenta propia siguen cobrando menos, sin contrato y sin protección social.

"Muchos clientes te ofrecen 10 euros por hora y creen que están haciéndote un favor", confiesa Cristina. Una tarifa que, aunque ella entiende como mínima, muchas mujeres aceptan por no tener otra opción.

Además del salario, Simón denuncia que muchas veces llega a ser objeto de cronometraje exhaustivo para controlar cuánto tiempo pasa haciendo pausas mínimas como beber agua o incluso se ve expuesta a "trampas" de sus clientas: "Dejan cosas debajo de la cama para ver si he limpiado".