La actriz Emma Stone en una escena de la película 'La La Land' mira emocionada a Ryan Gosling.

La actriz Emma Stone en una escena de la película 'La La Land' mira emocionada a Ryan Gosling. IMDb

Estilo de vida

La realidad de las Personas Altamente Sensibles (PAS): el don de sentirlo todo en un mundo cada vez más frío

No se trata de un diagnóstico psicológico, sino de un rasgo de la personalidad que determina cada uno de los pasos de los que tienen esta característica.

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Hoy en día sentir está sobrevalorado. La población va levitando sobre todo aquello que implique un compromiso que dure más de unos segundos, unos días o unas semanas. Sin embargo, habitar según qué emociones se echa de menos. 

La inmediatez y la fugacidad con la que se experimenta cualquier cosa mata lo auténtico, hace que las vivencias se vuelvan líquidas. Se quiere todo y se quiere ya y cuando se alcanza, deja de importar que ese logro se escurra entre los dedos. La ley del mínimo esfuerzo se aplica en todos los casos. 

Ser asentimental, palabra que ni la RAE ni la Fundéu consideran entre sus páginas y sugerencias, está de moda. Sin embargo, en un mundo que se mueve a velocidades vertiginosas y que habitúa a olvidar lo que de verdad importa, hay personas que tienen en su ser cabida para todo. Son las que se denominan como PAS (Persona Altamente Sensible).

Este término, que parece haber surgido por combustión espontánea en las redes sociales, lleva en realidad bastante tiempo insertado entre nosotros. Ya en 2017, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria informaba de que entre un 15% y un 20% de la población respondía a estas características. 

"No es un diagnóstico clínico, puesto que no se encuentra como tal recogido en el DSM-V o CIE-11", establece la psicóloga Ana Sánchez. "Se puede considerar un rasgo de personalidad. Puede haber casos en los que el sistema nervioso sea más receptivo a según qué estímulos y que interpreten la información del mundo exterior de manera más detallada y profunda", prosigue.

Por otro lado, la experta también arroja claridad indicando que se trata de algo que puede ir asociado a la presencia de trastornos de ansiedad e incluso al espectro autista. "En definitiva, son aquellos que tienen mayor empatía, que se preocupan más y son más sensibles a gestos o actitudes de otros. Su procesamiento sensorial y emocional es más intenso", concluye.

La terapeuta Omaira Juan es PAS y especifica que es algo que "se descubrió en los años 90, no hace mucho, por lo que sigue siendo un campo en desarrollo".

En concreto, fue la psicóloga Elaine Aron quien estableció el término entonces y lo describió como "un rasgo innato de sensibilidad del procesamiento sensorial", como comenta Juan. 

Desde lo personal

Carla Blau es coach neurobiológico y se especializa en alta sensibilidad y heridas de la infancia. Hace pocos años supo que ella también pertenecía a ese porcentaje de la sociedad que siente de forma diferente. "Me di cuenta durante un proceso personal en el que buscaba entender por qué vivía todo con tanta intensidad. Fue investigando por mí misma", comenta.

Aunque dice que alguna psicóloga se lo había mencionado de forma previa, nunca le habían explicado en profundidad en qué consistía. "Más adelante, me volví a encontrar con el término en un vídeo de TikTok y decidí indagar más".

Tras esto, se hizo diferentes pruebas y en ellas encontró respuestas. "Entonces sentí que por fin alguien le había puesto palabras a lo que llevaba experimentando toda mi vida. Fue un momento de alivio y emoción", señala.

Cuando Carla llegó a esta conclusión, también la abordaron las lágrimas. "Lloré porque al fin entendí que no estaba mal. Esa comprensión cambió la forma de verme", concreta la coach

Los inicios del caso de Omaira Juan son similares. Ella ni siquiera fue consciente de que era PAS cuando comenzó a estudiar Psicología. Fue todo mucho más orgánico.

"Hace años conocí por redes a una chica llamada Raquel. Fijándose en lo que yo publicaba y en cómo me expresaba, empezó a sospechar que podía ser altamente sensible. Ella había escrito un libro en el que trata este rasgo y un día, charlando, me comentó lo que pensaba y me ofreció un ejemplar", explica la terapeuta.

Omaira Juan.

Omaira Juan. Cedida

En las páginas de la publicación encontró lo que necesitaba saber. "A día de hoy somos buenas amigas", comenta. 

La psicóloga Ana Sánchez entiende los casos tanto de Carla como de Omaira, ya que, en ocasiones, es complicado identificar estos rasgos de la personalidad. Sin embargo, ofrece una serie de pautas que pueden dar algunas pistas al respecto:

  • Se trata de personas que reflexionan mucho antes de actuar.
  • Analizan profundamente las experiencias propias y ajenas.
  • Se saturan con facilidad en situaciones multitareas, cuando hay mucha gente o exceso de ruidos. Entonces, necesitan retirarse.
  • Reaccionan de manera intensa, y quizás desproporcionada, a determinadas circunstancias, tanto positivas como negativas.
  • Perciben de forma exagerada los pequeños detalles (luces, olores, temperatura, expresiones faciales…) y detectan con mucha facilidad cambios en los mismos.
  • Al ser muy empáticos, se contagian de las emociones de los demás.

Estos criterios que establece la profesional resuenan con la experiencia de Omaira Juan: "Me incomodan los espacios donde hay música o sonidos muy altos y mucha gente. Es una saturación, no estás a gusto, te quieres ir y llegas a bloquearte", aclara.

Por otro lado, concreta que "sientes mucho lo que te cuenta otra persona, tanto lo bueno, como lo malo. Celebras y vives los logros de tus allegados como si fueran tuyos. Pero cuando te cuentan una mala noticia, sucede lo mismo".

Además, especifica que, en su caso, capta los olores con mucha intensidad, de modo que si son agradables es muy placentero, pero si no resulta así, le cuesta más aguantarlo.

En este punto, destaca un concepto muy actual, el de la batería social. "Se me agota mucho antes que al resto y termino estimulada en exceso", concluye.

Carla Blau, por su parte, indica que para ella la alta sensibilidad es como un filtro especial a través del cual vive absolutamente todo. "No es algo que aparezca de vez en cuando. Está siempre presente, porque forma parte de cómo percibo y proceso el mundo", detalla. 

Sin embargo, sí que señala que lo que cambia es la intensidad con la que lo experimenta. "En momentos de calma, lo siento como un regalo, me conecta profundamente con lo que me rodea. En cambio, en contextos con mucho ruido, demasiada gente o tensiones, esa misma sensibilidad se amplifica y puede llegar a saturarme", comenta, coincidiendo con las vivencias de Omaira Juan. 

"No es algo que se encienda o se apague: siempre está ahí. Pero los factores externos determinan si se trata de algo placentero o de un desafío", cierra.

Como detalle, Ana Sánchez especifica además que, a diferencia de lo que se podría pensar de entrada debido a constructos sociales, desde lo que ve en consulta, no ha detectado diferencias de género en cuanto a tener este rasgo de la personalidad, algo que también reflejan en la plataforma especializada en psicología Somos Estupendas.

La psicóloga en su consulta.

La psicóloga en su consulta. Cedida

"En cuanto a la edad, pienso que debido a las inseguridades o el momento vital en el que se está formando la identidad, pueden ser más sensibles los jóvenes de entre los 12 y 20 años. Además, se trata de una etapa donde los retos y responsabilidades aumentan", añade.

En sociedad

Tras las explicaciones profesionales y personales de lo que supone detectar la alta sensibilidad y convivir con ello, resulta interesante saber cómo se desenvuelven estas personas en sociedad. Y tanto como eso, conocer cómo responde el resto del mundo a ello.

¿Qué desafíos afronta alguien PAS? De acuerdo a Sánchez, la sobreestimulación que sufren estos perfiles puede llevar a signos de agotamiento, irritabilidad y fatiga con más frecuencia. "Es normal que sientan más cansancio emocional debido a la alta empatía. También suelen tener un alto sentido de la responsabilidad, lo que les puede llevar a ser muy perfeccionistas", señala.

No obstante, como aspecto positivo, indica que es algo que puede solucionarse, identificando según qué situaciones y cómo y cuándo se dan. "El autoconocimiento y el manejo de emociones son herramientas fundamentales para aprender a gestionar la vida diaria", comenta la experta.

Carla Blau dice que de acuerdo a su percepción, la alta sensibilidad suponte tanto un reto como una fortaleza. 

"Es cierto que cuando no pongo límites o me expongo a demasiados estímulos sin darme descansos es complicado. Lo más difícil de gestionar ha sido la autoexigencia y la tendencia a
absorber lo que experimenta los demás como si fuera algo propio. Eso me ha llevado a momentos de agotamiento y ansiedad", relata.

Sin embargo, bajo su mirada también es algo positivo, ya que ser PAS le permite conectar profundamente con las personas, captar matices que a otros se les escapan y emocionarse de forma genuina con la naturaleza. "Me gusta tener la empatía necesaria para poder acompañar a otros en sus procesos", señala la coach.

Respecto a esta visión optimista del rasgo, Omaira Juan comenta que hay gente que le ha llegado a decir que se trata de un don. "Quizás te llena el hecho de ver un atardecer o de acariciar a tu perro, no necesitas más. Pero el verdadero cambio llega cuando lo descubres, te adaptas a ello y te permites mostrarte vulnerable ante el resto".

En cuanto a la relación con los demás, es interesante también el concepto de poner límites, ese tándem de palabras que es tendencia, pero que es complicado de gestionar y comunicar.

"Sería genial que todo el mundo los respetase y tolerase, pero hay personas que no lo entienden. Yo he recibido comentarios como 'bebe alcohol y se te pasa', 'qué exagerada' o el clásico 'qué sosa", comenta Juan, que además recuerda que "no está en nuestro control el cómo reacciona la otra persona". 

La clave para ella es que "cuando comprendes el rasgo PAS aceptas que forma parte de tu personalidad, de quién eres, y lo respetas, te respetas", afirma tajante. "Te estás cuidando, te estás protegiendo, y esto no genera culpa, más bien mejora tu relación contigo misma", señala. 

Carla Blau, además de destacar todo lo positivo que supone tener esta característica, también comenta que es algo que le ha hecho ser más vulnerable. "Me ha dolido mucho sentirme incomprendida, rechazada o juzgada por 'ser demasiado", detalla la coach.

En el plano del amor, comenta que esa intensidad la ha llevado a vivir experiencias preciosas, pero también a sufrir profundamente cuando no había reciprocidad o cuando idealizaba demasiado a la otra persona.

En lo laboral, su percepción es más optimista de forma general: "Mi sensibilidad ha sido una gran fortaleza en profesiones donde importan el cuidado, la escucha y la creatividad. He aprovechado para aportar ideas originales y conectar con los demás de un modo diferente", explica.

"Sin embargo, también supone un desafío en ambientes con mucho ruido, demasiada gente o en aquellos donde la parte humana y emocional no importa", destaca Blau.

En el ámbito familiar dice que siempre fue vista como la llorona o la más débil. "Crecer con esas etiquetas me hizo sentir incomprendida y fuera de lugar. Hoy miro esa etapa con compasión", comenta sobre su infancia y adolescencia.

Bajo el prisma de la psicóloga Ana Sánchez, ser PAS se asocia muchas veces a la fragilidad, "se les tacha de ser dramáticos", comenta, añadiendo que "todas las emociones son válidas y es algo propio cómo afrontarlas".

Por otra parte, destaca que son personas con mucha resiliencia y firmes en sus decisiones, porque están muy meditadas y contempladas. "A veces también se confunde con timidez y se atribuye más a las mujeres, aunque como he mencionado, es algo erróneo. Son bastante intuitivas y creativas", cierra coincidiendo con Blau.

Desde los cuidados

Cuando se tiene alta sensibilidad o alguien del entorno más cercano desarrolla este rasgo, es interesante saber cómo actuar desde todos los planos. ¿Cómo se afronta en concreto en este sentido, desde el punto de vista terapéutico y del acompañamiento?

"En consulta, trabajamos desde un enfoque cognitivo conductual con los pensamientos rumiativos y distorsionados. Tambien hay que reconocer las emociones y calibrarlas, así como aprender a poner limites", aclara Ana Sánchez.

Igualmente, estas sesiones de terapia se orientan en torno a la autoestima, la seguridad y los miedos. "El objetivo es que la persona sea lo más funcional posible en su vida cotidiana y no tenga impedimentos o bloqueos al realizar tareas diarias", comenta la experta.

Al margen, o como complemento, de este enfoque profesional, a Carla Blau lo que más la ayuda es conectar con la naturaleza, aunque también comenta que el arte es su refugio. "Y los animales, que son una medicina para mí. Al igual que el deporte, que me ayuda a encontrar un equilibrio".

Como curiosidad, también practica los impactos de shock con acciones como darse duchas de contraste. 

"Los masajes y los abrazos me calman muchísimo, aunque intento apoyarme sobre todo en herramientas que dependan de mí, para poder recurrir a ellas siempre que lo necesito. El autoconocimiento ha sido la auténtica clave en este proceso", explica la coach.

Para Omaira Juan, otro elemento fundamental es la lectura. "Hay cuentos maravillosos para abordar este tema y me parecen grandes recursos para la infancia. A mí esta alternativa me apasiona", comenta.

No obstante, aclara que, sin duda, "lo mejor es encontrar al profesional con el que conectes y te sientas cómoda para que te acompañe en ese camino hacia conocerte en profundidad. Es esencial para aprender a regularte", dice a la par que coincide con Blau.

Ser PAS no deberia ser sinónimo de debilidad. Quizás este reportaje, además de para conocer este rasgo de la personalidad y para ilustrar casos del entorno de cada cual, también sirva para abrir una reflexión.

Para recordar que, aunque no lo parezca, la vida pasa, pero sobre todo lo hacemos nosotros, y hacerlo dejando las emociones de lado hace que se pierdan los matices, lo que de verdad logra que todo cobre sentido y merezca la pena. Habitar lo sentimental no es un encarcelamiento. No hacerlo supone una vida en blanco y negro.