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Estilo de vida

Isabel Rojas Estapé, psicóloga: "Regalarle un móvil a tu hijo con ocho años es como darle una raya de cocaína"

Según la experta, el móvil impacta en los circuitos neuronales de una forma muy similar a las drogas: generan dependencia y dificultan el autocontrol.

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Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 70,6% de los menores en España dispone de un teléfono móvil. Ya con 12 años, un 72,1% de niños y niñas cuentan con teléfono móvil. A los 13, tienen teléfono el 88,2% y a los 14 y 15 son ya el 94,1% y 94,8% respectivamente. 

Las cifras lo demuestran: cada vez los menores tienen acceso a un teléfono antes de tiempo. El salto cuantitativo en los datos recogidos por el INE se produce entre los 11 y 12 años, ese momento cuando los niños pasan a secundario y reciben el móvil para tener contacto con sus familiares. Además, la comunión también es un punto de inflexión, ya que tiende a ser un regalo muy común.

Lejos de lo que podamos pensar —o de lo que se ha vuelto habitual— ninguna estas edades son las recomendadas para tener el primer móvil, según los expertos como la psicóloga Isabel Rojas Estapé. La hija del reconocido psiquiatra ha confesado a EFE Salud que la etapa ideal va desde los 14 hasta los 17.

El peligro del móvil a edades tempranas

Desde hace años, los teléfonos móviles son la herramienta más potente de la actualidad. Lo usamos para hacer todo, y en ocasiones, pocas, para llamar. Nos acompañan allá donde vamos, nos permiten conectarnos a internet, tener acceso a las redes sociales y estar en contacto —prácticamente inmediato— con cualquier persona.

La razón principal por la cual los padres recurren a ellos a edades tan tempranas es por seguridad y, en ocasiones, por contentar a los más pequeños; sin embargo, es un error. Isabel Rojas Estapé insiste en que cuanto más tarde se posponga, mejor. Su postura no se basa en una mera preferencia personal, sino en la evidencia neurocientífica sobre el desarrollo cerebral.

"Se sabe que el cerebro, la corteza prefrontal, empieza a madurar a partir de los doce años. (...) Si yo antes de ese momento le pongo una pantalla a mi hijo, entonces va a costar muchísimo que esa corteza prefrontal madure de forma adecuada", indica la experta.

La corteza prefrontal es la parte del cerebro encargada de la regulación de impulsos, el juicio crítico y la toma de decisiones. Dado que el cerebro madura de atrás hacia adelante, si un niño se expone demasiado pronto a la estimulación digital, este desarrollo puede verse afectado negativamente, dificultando la capacidad de autocontrol y toma de decisiones en el futuro.

Como ya hemos comentado, la comunión es ese punto de inflexión que presiona a muchos padres a regalar un teléfono móvil a sus hijos, momento en el que tienen ocho o nueve años. Lejos de ser algo beneficioso, la experta confiesa que es "darle una bomba de relojería".

Isabel Rojas Estapé establece un paralelismo entre el uso del móvil en edades tempranas y el consumo de drogas, destacando que ambos activan los mismos circuitos neuronales relacionados con el placer, la recompensa y la adicción.

La base de esta comparación radica en la neurociencia: cuando una persona consume una droga como la cocaína, se produce una liberación intensa de dopamina en el cerebro, lo que genera una sensación de euforia y bienestar momentáneo. Con el tiempo, el cerebro se acostumbra a estos picos artificiales de placer y desarrolla tolerancia, lo que puede llevar a un consumo compulsivo y una dependencia cada vez mayor.

Algo similar ocurre con el uso temprano del móvil, especialmente con aplicaciones diseñadas para generar interacción constante, como las redes sociales, los videojuegos o los videos de corta duración. Estas plataformas están construidas para estimular la liberación repetida de dopamina mediante recompensas instantáneas, como notificaciones, "me gusta" o contenido personalizado.

En un cerebro en desarrollo, esto puede generar un patrón de uso compulsivo, afectando la capacidad de autorregulación y fomentando la necesidad de gratificación inmediata. "Tú no le das a tu hijo una rayita de coca con ocho años", indica, "pues el móvil va por el mismo circuito neuronal que las drogas".

Los niños no tienen la madurez neurológica necesaria para gestionar estos estímulos. Así como un padre jamás le daría una sustancia adictiva a un niño, tampoco debería facilitarle el acceso a un dispositivo que puede generar un impacto similar en su cerebro en desarrollo.

Para Rojas Estapé, la edad idónea para la introducción del móvil se sitúa en torno a los quince, dieciséis o diecisiete años, cuando el adolescente ha alcanzado un mayor nivel de madurez y es más capaz de gestionar sus impulsos y responsabilidades digitales.

No es que a esta edad el riesgo desaparezca por completo, pero al menos el joven tiene más herramientas cognitivas para controlar sus impulsos. La exposición prematura a los dispositivos no solo afecta la capacidad de concentración y autocontrol, sino que también puede condicionar la manera en que los niños se relacionan con el mundo, con ellos mismos y con los demás.