Daniela McArena, autora de 'Los 10 poderes del éxito'.
Los genios... ¿nacen o se hacen? Un profesor y científico húngaro llamado László Polgár decía que los genios no nacen, se hacen. Y lo demostró entrenando a sus tres hijas hasta convertirlas en campeonas mundiales de ajedrez.
Yo soy una prueba de ello. Mi mente fue programada desde niña con los poderes del éxito, aunque entonces no lo sabía. Todo empezó en 2004, cuando tenía nueve años. Mi padre se arruinó tras los atentados del 11M y tuvo que malvender su empresa a los americanos y mudarse conmigo a Nueva York.
Mi padre era padre soltero, joven, y lo hacía lo mejor que podía. Todas las noches me decía: “Dani, eres mi superheroína, mi Batman, mi Spiderman, mi princesa, mi tesoro más valioso. Vas a conseguir todo lo que quieras en la vida”.
Recuerdo perfectamente como era aquel apartamento. Era minúsculo y mi padre y yo compartíamos cama. Mi padre había llenado las paredes de frases inspiradoras, fotos de gente famosa que yo no conocía, teatros, coches, casas… incluso un cheque falso con una cantidad de dinero que no teníamos.
Cada mañana me levantaba con la misma pregunta: “Dani, hoy tienes dos opciones: ser feliz o ser muy feliz, ¿qué eliges?”. Y los dos respondíamos: “¡Hoy vamos a ser inmensamente felices!”. Esas eran las primeras palabras que salían de mi boca todas las mañanas desde que soy pequeña. A día de hoy aún me levanto diciéndome, "Dani, hoy vas a ser inmensamente feliz".
Un día le pregunté mirando aquella pared el por qué. Por qué hacía "todas esas cosas raras", por qué se levantaba a las 4 de la mañana y por qué tantas fotos de cosas que no teníamos en la pared.
Mi padre me respondió con otra pregunta: “¿Qué quieres ser de mayor?”. Yo no sabía que quería ser de mayor, pero le contesté: “Papi, quiero ser como tú, quiero ser importante”. Muy serio, me dijo: “Pero Dani, si tú ya eres importante. Solo falta que se materialice”. Le pregunté cómo se iba a materializar y me dijo que tenía que ponerlo en mi panel de visualización.
Aquel día aprendí mi primer poder. Dividimos la pared en dos: su panel de visualización y el mío. En él empecé a poner cosas que tenía la gente importante.
Puse una foto de Naciones Unidas, una charla TED, libros, la lista Forbes 30 Under 30, y un cheque con la cantidad de dinero que me parecía importante generar en la vida. También pegué la foto de Arianna Huffington, la mujer que más admiraba mi padre y que él tenía en su panel.
Diez años después, esa pared se había convertido en realidad. Mi primer trabajo fue en Naciones Unidas en Nueva York, di una charla TED, publiqué libros, aparecí en la lista Forbes 30 Under 30 y, a los 27 años, vendí mi empresa, Ac2ality, a Atresmedia. ¿Y sabéis por cuánto? Por la misma cantidad que había escrito en aquel cheque falso de mi infancia.
Muchos dirán que es casualidad, pero yo no creo en las coincidencias. Creo en los poderes. En la visualización, en la fe, en la gratitud, en la actitud, en la disciplina, en las metas, en el espíritu.
Creo que todos tenemos la capacidad de materializar todo aquello que queramos con constancia y con fe. Y precisamente hablando de fe, ese es sin duda el poder más importante que aprendí de mi padre. Recuerda que la fe no siempre se trata de pedir, sino de confiar mientras construyes.
Los 10 poderes del éxito no son solo míos; son de todos. Todos tenemos dentro los 10 poderes. Tan solo tenemos que ponerlos en práctica. Así que, si algún día dudas, recuerda esto: los genios no nacen, se hacen. Y tú también puedes convertirte en el tuyo.
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