Foto de Lola Navajas posando con su libro

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De Enid Blyton a los cuentos de hadas: mi propio viaje a través de la escritura

Lola Navajas
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Siempre me gustó escribir. Desde que con 7 años leía las historias de Enid Blyton y todos los libros que me regalaban y caían en mis manos. 'El club de los siete secretos', 'Los cinco' o 'Ana, aprendiz de periodista' son los que más recuerdo, con los que escapaba de mi rutina y volaba a mundos increíbles llenos de misterio, personajes y aventuras. Todo un mundo por descifrar.

Con el tiempo no he dejado de plasmar pensamientos y sentimientos de mi vida cotidiana, pero hace un año fui un paso más allá. Porque el cuento que hoy doy a conocer aquí surgió en un taller de escritura creativa que impartió Alfred Bristol, coautor e ilustrador de literatura infantil. Fue una experiencia muy emocionante durante la que se proponían lecturas que iban desde Irene Vallejo a Claudio Naranjo, pasando por clásicos como Shakespeare. Y es que hablar del origen de los cuentos, aunque de una manera tan original, supone recordar «El sueño de una noche de verano», en el que hadas y duendes son personajes del inmortal autor británico.

En una de las sesiones que duró el taller realizamos una meditación durante la que viajé con la imaginación hasta la profundidad del océano, e inmediatamente después la propuesta fue coger un folio en blanco y empezar a escribir. Me dejé llevar por algo parecido al aliento creativo y salió la historia de 'El indio y las hadas' Apuleyo Ediciones que, al leerla a mis compañeros, sentí que era musical y alegre. Tenía miedo a compartirlo, pero, para mi sorpresa, la respuesta inmediata fue que «tenía que publicarlo».

Sin darme cuenta estaba haciendo un viaje a lo más profundo de mi interior. Pero no pensaba aún  en publicar, hasta que lo volví a leer a una persona muy especial, que insistió en que lo diera a conocer. «Tú no puedes meter ese cuento en un cajón, porque los cuentos de hadas se escriben para ser contados». Me emocioné de verdad y fue cuando decidí emprender una aventura que está resultando apasionante.

Porque a partir de ahí se abrió una puerta que me está llevando por caminos de felicidad, en los que brota la naturaleza y donde los personajes que están llegando a mi vida tienen que ver con las hadas de mi propio cuento.

En las presentaciones que he emprendido por diferentes lugares –Madrid, Ávila, Córdoba...– estoy recibiendo una mágica e inesperada acogida, y además he descubierto que clásicos como Homero y Ovidio ya hablaban de estos seres elementales que me acompañan en estos viajes. 

Que Paracelso ya estableció las cuatro categorías básicas de elementales: gnomos (de la tierra), sílfides (del aire), ondinas (del agua) y salamandras (del fuego). Que Madame D' Aulnoy fue quien propuso la denominación francófona «Contes des fées». 

Que son cuentos de tradición oral, tan antiguos como la humanidad y que están llenos de relatos universales que viajan a través del espacio temporal traspasando fronteras y culturas para llegar a nuestros corazones.

Mi deseo es que estos seres pervivan en el tiempo. Y este cuento es mi medio para intentarlo.