Amor, aventuras, magia, dolor, belleza y sororidad. Todas las piezas que forman el engranaje que es Cathalian

Amor, aventuras, magia, dolor, belleza y sororidad. Todas las piezas que forman el engranaje que es Cathalian Pexels

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Amor, aventuras, magia, dolor, belleza y sororidad. Todas las piezas que forman el engranaje que es Cathalian

Andrea Longarela
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"Andrea Longarela, autora revelación de literatura romántica, regresa con la tercera y última entrega de la saga Historias de Cathalian. Tras Hija de la Tierra e Hijos de la Magia, llega Hijas del Nuevo Mundo, el cierre con el que nos invita a soñar en un mundo lleno de magia y fantasía".

Escribo estas líneas el día en que Hijas del Nuevo Mundo llega a las librerías y me cuesta creer que esté sucediendo. Lo que empezó siendo una vía de escape para mí, poco a poco fue tomando forma y hoy es una trilogía.

¿Alguna vez has observado algo que hayas hecho como si no fuera tuyo? ¿Como si te pareciera imposible que hubiera salido de tus manos? Así me siento en este momento.

Las despedidas siempre duelen. Bueno, quizá algunas también nos ofrezcan cierto alivio. El cierre de la trilogía Historias de Cathalian supone para mí una mezcla de ambas.

Hijas del Nuevo Mundo llega cinco años después de su semilla. Un lustro en el que he cambiado tanto que queda poco de la autora que se sentó a escribir sobre un puñado de chicas vestidas de blanco.

El libro 'Hijas del Nuevo Mundo' de la autora Andrea Longarela.

El libro 'Hijas del Nuevo Mundo' de la autora Andrea Longarela.

Ha sido un proceso precioso, lleno de altibajos (aunque estos nos sirven para disfrutar al máximo cuando estamos en lo más alto) y con el que he aprendido mucho, sobre todo de mí misma. Pese a ello, me he enfrentado al final como si fuera un bálsamo. Con esa necesidad de soltar, de cerrar un ciclo, y prepararme para comenzar otro.

Incluso con eso, no puedo olvidar que esto también soy yo, y lo que comenzó como un reto personal, mi primer proyecto de fantasía, ahora es una realidad que llega a tus manos.

Si pudiera volver atrás en el tiempo, le diría a la 'Andrea niña' que lo ha conseguido. Siempre soñé con escribir libros, pero tuve que crecer como autora para atreverme con este proyecto. Con Historias de Cathalian no solo cambiaba de registro, sino que suponía salir de mi zona de confort y eso siempre da miedo. Pero, en esa lucha interna que siempre tengo conmigo misma, me atreví. Y hoy puedo decir que vencí.

Gracias a Ziara, Redka, Arien, y los demás personajes, he aprendido que nunca nos conocemos del todo. Y yo tuve que sumergirme en Cathalian para descubrir a otra Andrea. Una capaz de crear un mundo de cero. Desde las flores que Ziara pisaba hasta el olor de la batalla o el color de la magia, todo era nuevo. Reconfortantemente nuevo. Inspirador. Especial.

No siempre fue fácil. Pensé en tirar la toalla muchas veces. Me aferré a la historia otras tantas, cuando parecía que nadie creía en el proyecto. Confié en mí hasta que alguien más lo hizo.

Escribir es un proceso de aprendizaje que no acaba nunca. Es una montaña rusa emocional que nos mantiene vivos; no siempre cuerdos. Por eso, lectora, te invito a seguir descubriendo conmigo.

Amor, aventuras, magia, dolor, belleza y sororidad. Todas estas son las piezas que forman el engranaje que es Cathalian. Un viaje lleno de emociones que espero que te haga soñar.

Lo que comenzó como una historia sin grandes pretensiones, solo quería divertirme, lo que ya me parece un objetivo muy lícito y no tan sencillo, terminó convirtiéndose en otra cosa muy distinta.

Conforme avanzaba en sus páginas, fui consciente de que había mucho más que aventuras y magia. Había un mensaje. Había conflictos sociales y políticos, dilemas morales. Existía una reflexión que la lectora podía extrapolar a su propia vida.

Cathalian se estaba transformando en algo nuevo para mí, en un reflejo de una sociedad que me da miedo, que da dos pasos hacia adelante y un salto hacia atrás, que nos aleja de lo que, con mucho esfuerzo, por fin habíamos conseguido.

En un momento dado, me convertí en una de esas chicas. Cubiertas de seda y tul blancos. Olvidadas. Silenciadas. Y recordé a tantas que lo han estado durante años y para las que, poco a poco, vamos recuperando la voz.

Los libros son puertas, ventanas, accesos secretos a todo eso que, en muchas ocasiones, no queremos ver o escuchar. Hijas del Nuevo Mundo me llevó a cuestionarme demasiado. De la mano de Ziara, yo también luché por el mundo que quiero dejar a mis hijas, aunque lo hiciera a través de las palabras. Nunca olvides que la palabra es poderosa. La palabra puede ser un arma.

Lo que pretendo decirte, querida lectora, es que los libros siempre esconden un mensaje, una reivindicación o una reflexión. Basta de infravalorar géneros literarios. Basta de poner límites a aquello que nos despierta y revuelve, sea una emoción, un momento de disfrute o una lección de vida.

Como dice Ziara en esta última entrega: "Nos hicieron creer que éramos especiales y solo éramos prisioneras". Rompamos las cadenas. Leamos en libertad. Vivamos libres. Luchemos cada día por un Mundo Nuevo.