La impresionante actuación de Estrella Morente en la gala de Magas.

La impresionante actuación de Estrella Morente en la gala de Magas. Sergio Rojas.

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Estrella, fuego y memoria: una noche (descalza y con los ojos abiertos) en La Alhambra

Los zapatos de tacón dolieron pero la belleza se impuso: ahora entendemos que el lujo es el tiempo, es decir, lo que perdura. Como la Alhambra. Como la elegancia. Como las ideas. Como la cultura y el feminismo.

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Es cierto que Granada es la única ciudad con nombre de bomba. Esto lo escuché en la película de Isaki Lacuesta sobre Los Planetas, granaínos insignes y banda sonora sentimental de varias generaciones de muchachos neuróticos, divertidos y melancólicos. Ahora entiendo que es verdad: anoche fue explosiva la Alfombra de la Cultura y el Liderazgo Femenino de Magas en la que se postula para ser la Capital Europea de la Cultura en 2031.

Una cita histórica, emocionante, en el rincón más misterioso del mundo. Un hito enredado en el crisol de todas las cosas. Por encima de las razas, las religiones, las líneas estúpidas que pintan los hombres.

No sucede tantas veces en la vida que comulguen el lugar mágico, las ideas mágicas y las personas mágicas al mismo tiempo. Una siente que lo tiene casi todo.

Yo, de entrada, tuve los tacones en la mano a la hora y media de que comenzase el evento en la tarde caliente y sugerente de La Alhambra, con la luz derramándose por los palacios, con las flores de los jardines exaltadas.

Suerte que pisaba suelo sagrado y que la alfombra era mullida. Pido perdón, o no, porque si hay un lugar en el mundo en el que estar descalza y con los ojos abiertos, impregnándose una de las piedras llenas de historia y de leyendas, seguro que es en La Alhambra.

Tenía que haber entendido antes que los zapatos altos y dolorosos son algo a jubilar, con los viejos imperativos estéticos femeninos. Ahora todos tenemos claro (y ayer, las excelsas invitadas lo demostraban) que la altura de una mujer tiene que ver con su talento, con su carácter y con su cabeza.

También con algo más: con los desafíos a los que se enfrenta. Eso quería decir Emily Dickinson cuando dijo que “ninguna mujer sabe su verdadera altura hasta que se pone de pie”. Cruz Sánchez de Lara, mente soñante y pensante de esta locura extraordinaria, seguro que sabe bien de lo que hablo. Ella vive de pie, mirando cara a cara a cada reto, llenándolo de destellos: y además, trabaja por ayudar a levantarse a muchas otras mujeres. Para que recuerden lo que miden.

Hiba Abouk.

Hiba Abouk. Sergio Rojas.

Lo dijo Lorca: “Granada es apta para el sueño y el ensueño, por todas partes limita con lo inefable… Granada será siempre más plástica que filosófica, más lírica que dramática”. Viendo el despliegue de cultura y de poderío de ayer, todo me encajaba a la perfección. Ese era el espíritu.

También dijo el poeta que al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre. Lo recordaba viendo a Estrella Morente deslumbrar con su cante en el Palacio de Carlos V (tan renacentista, tan sobrecogedor).

Estrella Morente a mí me da miedo. Me da miedo como las cosas verdaderamente poderosas e inmutables: como el mar, como el fuego. Se sentía su presencia grandilocuente antes de verla subir al escenario. Estaba ahí, se sabía que estaba, como están ahí las esfinges: custodiando los templos, en nuestro imaginario mitológico.

Es conmovedor y es vertiginoso cómo Estrella ha cogido el cetro de su legendario padre, , y ha reinventado su liderazgo. Esto es poderío femenino. Tiene visos de matriarca, de sacerdotisa, de médium. La vimos entrar de la mano del maestro de la guitarra y tragamos saliva. Escuchándola cantar, una puede oír cómo crece la hierba. “Si yo encontrara la estrella / que me guiara / yo la metería muy dentro de mi pecho / y la venerara”, entonó, en homenaje a su padre Enrique, canción suya de 1977.

¿No es verdad que somos memoria?

A eso hizo alusión este evento único, una y otra vez: a la cultura que trasciende, a la lengua que traspasa el tiempo, a los símbolos de todos, al lujo con mensaje largo. El lujo siempre es el tiempo: la perdurabilidad de las cosas. El lujo es la memoria, la solera. Lo que permanece. Goya creía que nadie pinta mejor que el tiempo.

El lujo es la sombra poderosa de la soprano Pilar Jurado cantando para nosotros con esa voz épica que arrastra ríos y océanos. Su cabello rubio, su entereza, su emoción torrencial. Vi a una diva. No sé si antes había visto a alguna. Y también la vi llorar y abrazar a la presidenta como a una hermana: eso fue lo más hermoso. Recordar que la vulnerabilidad forma parte de la fuerza.

Pilar Jurado, diva irrepetible.

Pilar Jurado, diva irrepetible. Sergio Rojas.

Se acordó también Sánchez de Lara de mentar a las mujeres andaluzas de nuestra vida, de esa raza insobornable de madres y abuelas con el sonido de sus acentos, con la pasión, con el tesón, con la rabia y la vocación vital suya.

Somos las mujeres de las que venimos. Tenemos el olor de sus pucheros en un rincón dentro del pecho. Tenemos sus expresiones, sus refranes, su sabiduría. Nada de lo que levantaron en silencio nos es ya invisible.

De glamour sé poco, pero de belleza sé mucho. Por ejemplo, pedí un mechero así al tuntún, en un grupo de conversadoras, y una mujer me dijo que no tenía. La miré. Era Hiba Abouk. Su cara era tan desarmante que se me olvidó lo que quería. Se me olvidó hasta que fumaba. De hecho, ya no fumo.

Pero importa también la belleza arrolladora de los arcos de la Alhambra cortando el cielo. El realismo mágico. Conversar con Amenábar sobre la debatida homosexualidad de Cervantes. Que Nuria Fergó me cantase cumpleaños feliz. Todo estuvo lleno de realismo mágico.

¡Hasta la artesanía que rodeaba el palacio! Me contó el fabricante de guitarras, que llevaba una camiseta de Morente, que él tenía una tienda en el Realejo y que llevaba en esto toda la vida.

De alguna manera era un escultor encargado del espíritu, un hacedor de garfios artísticos, porque un hombre también es la guitarra que empuña, un hombre es su lenguaje y su arte, su capacidad expresiva. A él le salen mejor las guitarras de la gente que le cae bien. El cariño que se le pone es importante, para esto y para todo.

La moraleja es que hay que llevarse bien con los fabricantes de guitarras. Tu talento depende de ellos. El sonido sonará como tú seas.

Viendo tanto talento femenino en La Alhambra, recordé la frase atribuida a la sultana Aixa, madre de Boabdil, el último rey nazarí de Granada, cuando éste lloraba al abandonar la ciudad tras su rendición a los Reyes Católicos en 1492: “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Todo es distinto ahora. Sin miedo a llorar, nadie defiende el fuerte como una mujer.