La parlamentaria afgana, Fawzia Koofi, en la gala del Premio Casa Asia 2021 celebrada en noviembre, en Barcelona.

La parlamentaria afgana, Fawzia Koofi, en la gala del Premio Casa Asia 2021 celebrada en noviembre, en Barcelona. David Zorrakino Europa Press Barcelona (España)

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El drama de las mujeres afganas continúa: “Los talibanes no nos aceptan como seres humanos”

Tras la llegada de los talibanes al poder, las mujeres en Afganistán están viendo como sus derechos humanos desaparecen. 

11 enero, 2022 02:42

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Las mujeres afganas atraviesan días muy difíciles. Desde que los talibanes se hicieron con el poder del país el pasado mes de agosto, están viendo cómo progresivamente sus derechos humanos van desapareciendo. Lo que empezó con una promesa de respeto a los derechos de las afganas, se ha convertido en que hoy no puedan ni salir a la calle solas. 

“Tú quieres escribir sobre mujeres afganas, yo quiero que uses las palabras para contar que vivimos asfixiadas”. Con estas palabras empezaba un conversación con Mursal Rahmani, experiodista afgana que vive atrapada en Kabul con sus hijos. Su marido consiguió ser evacuado en agosto.

“La llegada de los talibanes ha traído días oscuros para las mujeres”, lamenta. Recuerda que las mujeres han luchado veinte años para lograr unos sueños que ahora se han ido. Ahora, las mujeres no pueden ni salir de casa sin un hombre.

Tarana Rahimi, activista de la ONG Afghan Women Strong, cuenta que el día a día de las mujeres en Afganistán ha cambiado radicalmente. Tras el derrocamiento del anterior régimen talibán (2001), las mujeres trabajaron junto a los hombres en favor de la igualdad. Sin embargo, todos los avances y logros que consiguieron en los últimos veinte años “están siendo abolidos por los talibanes”.

"Para ellos somos prisioneras"

Benafsha Ghurbat, refugiada afgana en Alemania

Benafsha Ghurbat, refugiada en Alemania, denuncia que los talibanes consideran que las mujeres no son necesarias y que deberían dedicarse a casarse y tener hijos. “Para ellos somos prisioneras. Los talibanes no aceptan a las mujeres como seres humanos”.

Todo este retroceso en derechos fundamentales se produce, tras la llegada al poder de los talibanes, en una sociedad que consiguió en 1919 que las mujeres pudiesen votar en elecciones democráticas, que construyó en 1921 la primera escuela para niñas y consolidó en la Constitución de 2004 la igualdad entre hombres y mujeres.

Recuerdos y falsas promesas

El 15 de agosto de 2021, los talibanes se hicieron con el control de Afganistán, después de una ofensiva relámpago con la conquistaron el 90% del país en tan solo dos semanas. Tras su llegada al poder, trataron de hacer creer al mundo que respetarían los derechos humanos, pero nada más lejos de la realidad.

"Respetaremos los derechos de las mujeres en el marco del islam"

Zbihullah Mujahid, portavoz del Gobierno talibán, 17 de agosto de 2021

Dos días después de haberse hecho con el Gobierno, el portavoz de los talibanes, Zbihullah Mujahid, trató de tranquilizar tanto a sus compatriotas como a la comunidad internacional comprometiéndose a respetar los derechos de las mujeres “en el marco del islam”. Y, sin aclarar sus nuevas reglas, se atrevió a vaticinar que las mujeres “estarán contentas de vivir bajo la sharía (ley islámica)”.

Sin embargo, el miedo se apoderó de las afganas que recordaron cómo vivieron durante los años del anterior régimen talibán (1996-2001), con sus derechos completamente restringidos.

Durante esos años, las mujeres no pudieron estudiar, trabajar, participar en la vida política del país, ni siquiera se podían reír en público. Si querían pisar la calle, debían ir acompañadas por un hombre de su familia e ir totalmente cubiertas por un burka. Tampoco se podían quedar a solas con un médico para explicarle sus problemas de salud. Eran tan invisibles que no se las podía fotografiar o filmar, tampoco podían aparecer imágenes de mujeres en revistas, libros, tiendas ni en los propios domicilios.

Si esta situación parece dramática, para la periodista Rahmani la situación que viven actualmente es peor. “Yo era una de esas mujeres que trabajaba. Ahora, si me encuentran, me van a matar”.

Primeros pasos hacia atrás

Cuando los talibanes tomaron el poder, conformaron un gabinete y un equipo de ministros sin mujeres. Además, se disolvió el Ministerio de Asuntos de las Mujeres y se conformó el Ministerio de la Virtud y la Prevención del Vicio.

En agosto, ya en algunas provincias, las mujeres recibieron la orden de no volver a su puesto de trabajo ni salir de casa sin la compañía de un familiar que fuera varón. La orden se fue extendiendo y solicitaron a todas las mujeres, salvo a las sanitarias, que se mantuvieran alejadas del trabajo hasta que mejorase la situación de seguridad.

Las mujeres que formaban parte del anterior Gobierno huyeron del país, pese a que los talibanes anunciaran que no pretendían castigar a antiguas empleadas del Gobierno.

Sin embargo, son varios los casos conocidos que demuestran lo contrario. La exalcaldesa de Maidan Shar (Wardak), Zarifa Ghafari, dijo a la BBC que los talibanes habían confiscado su coche y golpeado a sus guardias. También hubo informes sobre represalias a policías, incluidas ejecuciones, como la de Banu Negar, asesinada en Firozkoh (Ghor). Juezas y fiscales también se vieron amenazadas. Por otra parte, según ONU Mujeres, los centros de protección de mujeres recibieron ataques y el personal fue acosado.

Mujeres afganas durante una protesta en Kabul en septiembre de 2021.

Mujeres afganas durante una protesta en Kabul en septiembre de 2021. Archivo / Efe

Semanas más tarde, el ministro de Educación Superior, Abdul Baqui Haqqani, indicó en una rueda de prensa que a las mujeres se les permitiría estudiar en las universidades, pero no junto a los hombres. “No tenemos problema para acabar con el sistema de educación mixta. La gente es musulmana y lo aceptará”. Se abría entonces un nuevo interrogante: ¿Tendrían las universidades la capacidad para ofrecer clases separadas?

Los niños y niñas también empezarían a ser segregados por sexo en las escuelas primarias y secundarias, lo cual ya era algo común.

A principios de septiembre, se anunció también que las mujeres deberían vestir el hiyab. Se trata de un velo que cubre la cabeza y el pecho que las mujeres musulmanas utilizan en presencia de personas que no son de su familia directa.

Protestas de las mujeres

Mientras muchas se colocaron el burka, se abstuvieron de salir sin tutor masculino y dejaron de realizar otras actividades para evitar represalias, otras salieron a reivindicar sus derechos. “Las mujeres se han levantado contra los talibanes, no les tienen miedo a ellos, sino a perder lo que tantos años les ha costado conseguir”, apunta la activista Rahimi.

Desde agosto, se celebraron protestas en Kabul, Herat, Balkh y otras ciudades del país. Algunas tuvieron la fortuna de poderse desarrollar pacíficamente, mientras otras fueron reprimidas violentamente por los talibanes.

El 4 de septiembre, una manifestación en la que participaban alrededor de un centenar de mujeres fue dispersada por las fuerzas especiales de los talibanes. Dispararon al aire y lanzaron gases lacrimógenos.

Imagen usada en redes sociales por las afganas para reivindicar sus derechos.

Imagen usada en redes sociales por las afganas para reivindicar sus derechos.

La violencia ha ido escalando a medida que se producían nuevas protestas. Por este motivo, la mayoría de las mujeres han decidido trasladar sus reivindicaciones a Internet, concretamente a las redes sociales, donde tratan de visibilizar el problema que los talibanes pretenden esconder.

Rahimi se muestra optimista al respecto: “La situación en los 90 era diferente. No había redes sociales o tecnología para concienciar. Ahora estamos todos conectados globalmente a través de Internet. Las redes sociales se han convertido en un arma de lucha para las mujeres”.

Sin embargo, la periodista Rahmani señala que esta forma de protesta es inútil “porque los talibanes no van a cambiar de mentalidad”. Además, subraya que las voces de las disidentes están en peligro.

Cada vez más amenazadas

Amnistía Internacional denuncia que las afganas se ven cada día más amenazadas por la violencia género y por la rigurosa restricción de sus derechos a la libertad de reunión y expresión, que afecta incluso a la elección de su ropa.

Las restricciones contra las mujeres continúan en aumento. Desde el 20 de septiembre las niñas tienen prohibido ir a la escuela. “Mi hermana, que no ha podido escapar, antes iba a la escuela y ya no puede”, comenta Ghurbat desde Alemania.

Además, salvo las que trabajan en el sector de la sanidad, tienen prohibido volver a sus puestos de trabajo y viajar sin estar acompañadas de un mahram (tutor varón). “Si una mujer sale de casa sin un hombre es golpeada e incluso encarcelada por los talibanes”, denuncia.

También se ha prohibido que aparezcan figuras femeninas en los escaparates, salvo que vayan cubiertas por un burka. El régimen talibán también ha ordenado cerrar todos los aseos públicos de mujeres.

En el último mes, los talibanes han prohibido las series de televisión y películas en las que aparecen sin cumplir la sharía y aumentan los ataques físicos en las manifestaciones que reivindican los derechos de la mujer.

"Vivimos como esclavas y prisioneras"

Musral Rahmani, experiodista afgana

“Nuestras chicas ya no pueden ir a la escuela. No pueden hacer ejercicio, escuchar música o incluso estudiar o trabajar. Las mujeres protestan todos los días, pero sus voces son silenciadas por las palizas e incluso asesinatos”, protesta Rahmani.

Denuncia que viven como “esclavas y prisioneras” y plantea que ahora que un hombre debe acompañarlas en todo momento, ¿qué deben hacer aquellas que no tienen esposo, hermano o padre?

Desde la ONG Afghan Women Strong piden a la comunidad internacional que utilice sus plataformas de difusión para concienciar, contar lo que sucede a través de fuentes fiables y donar a organizaciones benéficas que proporcionen ayuda a los afganos, inmigrantes y refugiados.

Las afganas han estado y están en peligro. Mujeres y niñas están ahora en alto riesgo de sufrir violencia de género, matrimonios forzosos o abusos. La activista Rahimi pide que nos unamos, amplifiquemos las voces de las afganas y reivindiquemos sus derechos humanos.