'Jo, la bella irlandesa' (1865-1866), de Coubert.

'Jo, la bella irlandesa' (1865-1866), de Coubert. Editorial Cátedra

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De mito erótico a arma de empoderamiento: así ha evolucionado el cabello femenino en el arte

El cabello femenino ha sido objeto de fetichismos tanto en la literatura como en el arte, pero también símbolo de fraternidad y feminismo, tal y como recoge Erika Bornay en su último libro. 

29 diciembre, 2021 03:26

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"No trences mis cabellos. Mis cabellos son tierra con la que ha de nutrirse las plantas de la sierra", rezaba la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou. "Mientras por competir con tus cabellos, oro bruñido; el sol relumbra en vano...", escribía Luis de Góngora. "Barre el piso con el pelo, que te llegue hasta el suelo, tira lejos el abrigo de pelo" canta la artista de trap Tomasa del Real. El cabello femenino ha sido fuente de inspiración, simbología y fetiche para artistas, creadores y mentes pensantes a lo largo de los siglos.

Con una fuerte carga simbólica, el pelo de las mujeres ha sido objeto de debate, estética y procesos vitales. Se vuelve blanco, se cae, se riza y se alisa, a veces de forma natural, otras con productos especiales. ¿De dónde viene esta obsesión? La cabellera femenina: un diálogo entre poesía y pintura (Editorial Cátedra) de Erika Bornay explora el papel que ha jugado el cabello de las mujeres a lo largo de la historia del arte, en un recorrido apasionante a la vez que hermoso por algunas de las obras más importantes del imaginario universal. 

Bornay es pionera en indagar en la cabellera como representativa de la feminidad y los mitos, valores y creencias que la rodean. En esta ocasión, lo hace explorando siglos de pinturas, textos y de poesía, que reúne en esta edición tan especial. Desde las jóvenes del siglo XXI hasta las estéticas actuales de Instagram, con diferentes lecturas y posicionamientos. Un indispensable para los que se interesen por la historia del arte con perspectiva de género. 

Portada de 'La cabellera femenina' de Erika Bornay.

Portada de 'La cabellera femenina' de Erika Bornay. Editorial Cátedra

El gran mito

Las icónicas y aterradoras víboras de la cabellera de la Medusa de Caravaggio o como dice Mary Nash en el prólogo, "la iconografía floral de las cascadas de la cabellera que se funden con la naturaleza del agua y de las plantas en las obras de De Feure". El cabello ha sido el gran protagonista de muchas de las obras clave de la historia del arte, muchas veces de forma indirecta. 

Aunque la mayoría de las representaciones que se conservan han sido realizadas por hombres, Erika Bornay recoge también el trabajo de artistas mujeres que precisamente ofrecen una mirada y una representación simbólica muy diferente del cabello. Frida Khalo usaba su pelo como arma para reafirmar "su voluntad narrativa propia frente a las convencionales lecturas de género de la cabellera o de su pérdida como castración". Y si no vean su Autorretrato con trenza (1941).

'La dama de honor' (1851), de John Everett Millais.

'La dama de honor' (1851), de John Everett Millais. Editorial Cátedra

El cabello que se peina, se trenza y se desenreda sirve como excusa de reunión entre mujeres, en una escena de sororidad y fraternidad, pero también de fuerza, unión y cuidados. De igual forma, los mechones le sirven a las mujeres de los cuadros para enganchar y atrapar a los hombres, bien por "embrujos de amor", bien como autodefensa. 

Objeto de misoginia

De la sexualidad, al anhelo, pasando por el empoderamiento y la castración. La relectura de estas obras de distintas disciplinas, le permite a Bornay analizar la misoginia que impregna estos mechones de cabello, que vincula la longitud y frondosidad del mismo con una mayor belleza y feminidad. De ahí que la estética más rompedora buscase cortes de pelo a lo garçon o bob. Desde los años 20 hasta la gran Audrey Hepburn. 

A la izda, 'La fuente personificada'(1837),  de J.L. Agasse . A la dcha, 'La Belle Dame sans Merci' (1893) de J.W. Waterhouse.

A la izda, 'La fuente personificada'(1837), de J.L. Agasse . A la dcha, 'La Belle Dame sans Merci' (1893) de J.W. Waterhouse. Editorial Cátedra

La autora analiza la melena femenina "como constante de mito, como agente fetichista, incitador de secretas imágenes en la imaginación del varón, ha motivado secularmente infinidad de narraciones orales, escritas y plásticas". 

Una cosificación como elemento esencial en el atractivo, el encanto e incluso "el pecado". Cuando en realidad, como se recoge en el libro sería un síntoma de abundancia, salud, fuerza y energía, de ahí ese deseo de limitarlo, fundirlo con la naturaleza que rodea a la figura femenina, así una "naturalización subyacente disimula su deshumanización", como dice Nash en las primeras páginas del libro. Terminar con ese poder femenino, para erradicarlo y limitarlo. 

'La cabeza de Medusa' (1597), de Caravaggio.

'La cabeza de Medusa' (1597), de Caravaggio. Editorial Cátedra

Curiosidades históricas

El libro de Erika Bornay, que combina poesía, textos literarios y obras de arte pictóricas, también nos adentra en el curioso mundo de las pelucas, que comenzó ya en el antiguo Egipto, el uso del velo y la toca siguiendo los usos morales o el rizo marcado que "rompe la lisa superficie del rostro".

'Mujeres peinándose' (1875), de Edgar Degas.

'Mujeres peinándose' (1875), de Edgar Degas. Editorial Cátedra

También aborda el uso del pelo como manto que oculta el desnudo en las obras, el acto de peinarlo, recogerlo y trenzarlo frente a espejos por criados o por hermanas... Todo ello aparece en el arte, la literatura, la poesía, el cine...

'El nacimiento de Venus' (1485–1486), de Sandro Botticelli.

'El nacimiento de Venus' (1485–1486), de Sandro Botticelli. Editorial Cátedra

Con este trabajo a lo largo de varios años, Bornay no solo se adentra en la historia del arte con una perspectiva feminista muy interesante, sino que nos ofrece un viaje único por algunas de las obras más destacadas con una mirada reflexiva y distinta.

¿Puede el pelo ser un arma de empoderamiento (tanto en su abundancia como en su inexistencia) como reivindicaba Frida Khalo? Rafael Alberti ya hablaba de ello: "¿No sabes que los cabellos los peinan peines de plata? Si a ti te los peina el viento, ¡mejor que mejor, serrana!"