Pedro reveló que diversos organismos tiene la mira puesta en el sector transportista.
Pedro, jefe de Tráfico, lanza una verdad incómoda y deja a todo el mundo boquiabierto: “Somos los más perseguidos por el Estado”
Pedro señaló que el sector transportista es sumamente vigilado y controlado por las autoridades.
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En el mundo del transporte de mercancías, donde cada hora cuenta y las normas se multiplican, Pedro, jefe de Tráfico con amplia trayectoria en el sector frigorífico, lanzó una frase que resonó con fuerza entre conductores y empresarios: “Somos los más perseguidos por el Estado”.
Por qué el transporte se siente “perseguido”: controles, sanciones y una vigilancia constante
Pedro explicó en el canal de YouTube Rutas de Éxito, que los transportistas están sometidos simultáneamente a la Inspección de Hacienda, la Seguridad Social, la Inspección de Transporte, la Guardia Civil de Tráfico y el control automatizado por radares y sistemas de vigilancia. “Para unas cosas el Estado tarda meses en responder, pero para multar funciona como un reloj”, afirmó, señalando la diferencia entre la lentitud administrativa y la rapidez recaudatoria.
También expuso que un transportista podía ser comprobado hasta por cinco años hacia atrás, incluso aunque ya no recordara las circunstancias de una jornada concreta. Señaló que un simple desfase en el tacógrafo o una interpretación distinta de la norma podía desembocar en una sanción. Según dijo, la sensación de persecución venía de la suma de pequeños detalles: “Cuando te paran, te tratan como si hubieras hecho algo grave; parece que tengas que demostrar tu inocencia cada día”.
Por otro lado, relató que la multiplicación de trámites digitales no había reducido la carga. Al contrario, aseguró que muchos procesos que antes eran presenciales ahora requerían certificados, registros y actualizaciones constantes, mientras que la ayuda administrativa “sigue tardando semanas”. Para él, esa mezcla de exigencia, vigilancia continua y falta de apoyo era lo que llevaba a muchos a sentirse “el sector más fiscalizado de España”.
La flota, las averías y las decisiones técnicas: otro frente donde la normativa pesa
Pedro explicó también cómo incluso las cuestiones técnicas estaban atravesadas por la regulación. Reveló que para que un camión fuese rentable debía ser moderno, eficiente y tener menos averías, pero que el mantenimiento también estaba completamente vigilado por normas y límites. Recordó que un fallo en un neumático, un enganche, un bulbo o un remolque podía derivar en varias sanciones, no solo en una.
En cuanto a las marcas, describió su experiencia con distintas flotas y señaló que MAN, Mercedes, Volvo y Scania eran las que mejor rendimiento le habían dado. Sin embargo, remarcó que la presión normativa hacía que cualquier fallo mecánico tuviera consecuencias inmediatas: retrasos, penalizaciones o incluso inmovilizaciones. Contó que, para la Administración, “no importa si venías con la noche a cuestas o si llevas 15 horas encajando retrasos del almacén; la norma es la norma”.
Además, subrayó que el coste del combustible añadía otra capa a la problemática. Declaró que un error al repostar podía suponer pérdidas enormes, y que cruzar los Pirineos elevaba los precios de forma drástica. Aseguró que, mientras las empresas luchaban por cuadrar cuentas, “el sistema de sanciones seguía igual de activo”.
Tacógrafo inteligente, dúo tráiler y el peso de la normativa europea
El jefe de Tráfico profundizó en cómo los cambios normativos más recientes habían incrementado la sensación de ser un sector perseguido. Sobre el tacógrafo inteligente, explicó que, aunque tenía ventajas en seguridad, duplicaba el periodo revisable y permitía sancionar jornadas de hasta 56 días anteriores, algo que calificó como “una espada encima de la cabeza de cualquier conductor”. Reveló que muchos trabajadores sentían que un simple error técnico podía perseguirlos durante meses.
Respecto al dúo tráiler, señaló que, aunque parte del sector lo veía como una solución eficiente, él consideraba que aún no estaba bien planteado. Comentó que el coste de la inversión, las exigencias mecánicas y la responsabilidad añadida hacían que muchos conductores quedaran fuera por falta de formación o experiencia. Añadió que no todos los clientes estaban dispuestos a pagar lo necesario para que el sistema fuera sostenible y que, además, los controles sobre peso y maniobras eran aún más estrictos.
También criticó que las normas sobre cabotaje, descansos y circulación variaban de país en país, generando inseguridad y riesgos de sanción. Declaró que, en comparación con otros oficios, “el transportista vive permanentemente bajo lupa”.
Conductores, jefes y almacenes: el día a día que refuerza la sensación de presión
Pedro habló también de la relación interna entre conductores, jefes y clientes. Admitió que la tensión era habitual y que la normativa añadía fricción en momentos ya difíciles. Reveló que muchos conductores trabajaban al límite, no por mala planificación, sino por retrasos inevitables en almacenes, esperas imprevistas o rutas saturadas. “Te piden ser puntual en un mundo que nunca es puntual”, comentó.