Los avances que reducen emisiones también acortan la vida de los motores, según los mecánicos.

Los avances que reducen emisiones también acortan la vida de los motores, según los mecánicos. Shutterstock

Motor

Así explica la ciencia por qué los coches de antes eran casi indestructibles

Los expertos apuntan a que la eficiencia y la reducción de emisiones han cambiado la forma en que se fabrican los motores, afectando directamente a su longevidad.Más información: Fue Top-15 del ranking ATP y a los 42 años la vida lo sorprendió de un día para el otro: "Tengo que visitar a un médico".

Redacción
Publicada

Durante décadas, los coches antiguos se ganaron la fama de ser casi indestructibles. En ese sentido, hoy en día muchos conductores perciben que los vehículos modernos, aunque más avanzados, parecen tener una vida útil más corta. Según un análisis técnico publicado en ResearchGate, las nuevas exigencias medioambientales, la búsqueda de una mayor eficiencia y el uso de materiales más ligeros han transformado la ingeniería de los motores, comprometiendo en algunos casos la durabilidad que caracterizaba a los modelos de hace 30 o 40 años.

La obsesión por la eficiencia y el bajo consumo ha dejado atrás la robustez de los motores antiguos.

La obsesión por la eficiencia y el bajo consumo ha dejado atrás la robustez de los motores antiguos. Mercedez Benz

Menos consumo y más emisiones controladas, pero motores más delicados

El estudio de ResearchGate señala que la industria automovilística ha centrado sus esfuerzos en reducir el consumo de combustible y las emisiones de CO₂, lo que ha llevado a un rediseño completo de los motores. Para lograrlo, los fabricantes han adoptado componentes más pequeños, sistemas de sobrealimentación y materiales ligeros que mejoran la eficiencia, pero también aumentan el desgaste y la complejidad mecánica.

Los mecánicos consultados en talleres coinciden en que los motores actuales “trabajan al límite de su capacidad”. La inyección directa, los turbocompresores y los sistemas de control de gases son mucho más sensibles al mantenimiento. “Antes, un motor podía soportar abusos; ahora, si no se cuida al detalle, aparecen averías costosas mucho antes”, explica un especialista en mantenimiento de vehículos diésel.

En cambio, los coches antiguos contaban con motores más simples, menos comprimidos y con tolerancias mayores, lo que permitía que funcionaran durante cientos de miles de kilómetros con intervenciones mínimas.

Los nuevos materiales: más eficientes, pero menos duraderos

Otro punto clave que aborda el estudio es la evolución de los materiales. Los fabricantes han sustituido componentes metálicos tradicionales por aleaciones ligeras y plásticos de ingeniería para reducir peso y emisiones. Aunque esto mejora el rendimiento energético, la durabilidad de algunas piezas, especialmente en sistemas de refrigeración, juntas y colectores, se ha visto comprometida.

En los años ochenta y noventa, los bloques de hierro fundido eran norma; hoy, el aluminio domina por su ligereza, pero es más vulnerable a la fatiga térmica. Los expertos destacan que esta tendencia responde a la necesidad de cumplir normativas de emisiones cada vez más estrictas, no a un diseño orientado a la longevidad.

Además, los lubricantes modernos deben soportar temperaturas más altas y presiones mayores, lo que exige un mantenimiento mucho más riguroso. Un cambio de aceite descuidado, que antes apenas afectaba al motor, puede ahora acortar su vida útil de forma notable.

Mantenimiento preventivo: la clave para alargar la vida de los coches actuales

Aunque los motores modernos son más frágiles en ciertos aspectos, los mecánicos insisten en que pueden alcanzar una vida útil similar a la de los antiguos si se respetan los intervalos de mantenimiento. Los sistemas electrónicos permiten detectar fallos con antelación, y los lubricantes sintéticos han mejorado su protección interna.

La diferencia, según los expertos, es que antes los coches toleraban el descuido, y ahora no. “La durabilidad sigue ahí, pero requiere constancia”, resume un técnico con más de veinte años de experiencia.

En definitiva, los coches de antes duraban más porque estaban diseñados para resistir, no para optimizar. Los de hoy, en cambio, son el resultado de una ingeniería que prioriza la eficiencia, el consumo y las emisiones. Una evolución inevitable, aunque no exenta de sacrificios.