Imagen de un atasco en una carretera andaluza.

Imagen de un atasco en una carretera andaluza. EP Sevilla

Motor

Francia y España se enfrentan a Alemania e Italia al pedir a Bruselas mantener el veto al motor de combustión en 2035

La decisión se enfrenta a la postura de Alemania, que demanda una mayor flexibilidad. La industria del automóvil también solicita una reforma realista.

Más información: Bruselas no cede a las demandas de la industria del automóvil y no rebajará los límites de emisiones para 2035

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Un nuevo cisma se abre en la Unión Europea. El telón de fondo es la normativa de emisiones de CO2 para 2035. Una decisión que no convence a la industria del automóvil pero que también enfrenta a Alemania, principal productor de vehículos del Viejo Continente, e Italia con Francia y España, segundo fabricante europeo de vehículos.

Estos dos últimos países acaban de pedir a Bruselas que mantenga la prohibición de matricular vehículos con motores de combustión (gasolina, diésel, híbridos no enchufables e híbridos enchufables) en 2035.

Una decisión que choca frontalmente con la posición de Alemania e Italia, que abogan por dotar a la industria automovilística de una mayor flexibilidad. Lo más llamativo de todo es que esta petición la llevan a cabo mercados cuyas cuotas de penetración del vehículo eléctrico se sitúan por debajo de la media europea, como en el caso español.

Mientras que las ventas de estos modelos en Francia supusieron el 17,6% del total de las ventas en los ocho primeros meses del año, en España se situaron en el 8%. En Alemania, por su parte, las ventas de este tipo de modelos acapararon el 18% de las matriculaciones, mientras que el mercado eléctrico en Italia copó el 5,1%. La media europea de penetración de este tipo de modelos se sitúa en el 15,8%.

Tanto Francia como España "esperan que la próxima revisión preserve el límite de emisiones para 2035 y la ambición ambiental de la trayectoria de emisiones de CO2 que lo sustenta", afirma un documento presentado al Consejo de Medio Ambiente en Luxemburgo al que tuvo acceso Bloomberg.

"Esta revisión no debería cuestionar en ningún caso el objetivo de cero emisiones para 2035", explica el documento.

Lo cierto es que Bruselas se comprometió con el sector del automóvil a adelantar a este año la revisión de estos objetivos. Cabe recordar que Europa afronta esta situación en medio de una guerra comercial con Estados Unidos y la penetración cada vez mayor de las automovilísticas chinas en el Viejo Continente.

El sector pide flexibilidad

Desde la patronal europea de fabricantes de automóviles (Acea) advierten de que el enfoque político propuesto "no proporciona las soluciones duraderas e impactantes que la UE necesita para aunar sus objetivos de descarbonización, resiliencia y competitividad".

La asociación, que aúna los intereses de 16 grupos automovilísticos, apunta que con una cuota de mercado actual de vehículos eléctricos de batería inferior al 16% para turismos y al 9% para furgonetas, "no se podrán alcanzar los objetivos de reducción de CO2 para vehículos ligeros de 2030 y 2035".

Si bien es cierto que el documento firmado por Francia y España reconoce que la industria del automóvil se enfrenta a un crecimiento más lento de lo previsto en las ventas de vehículos eléctricos y reconoce la necesidad de flexibilidad, este "se abstiene de aplicar la neutralidad tecnológica total después de 2035".

Pero hay una problemática que el documento no tiene en cuenta: la cadena de valor del vehículo eléctrico está dominada por China. Precisamente este fue uno de los motivos por los que la UE impuso aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes del gigante asiático.

De esta manera, la patronal europea de fabricantes automovilísticos pide a Bruselas que tenga en cuenta la neutralidad tecnológica. Es decir, permitir la venta de todas las tecnologías de propulsión que puedan contribuir eficazmente a la reducción de emisiones en carretera.

La Acea alega que las emisiones adicionales provenientes de una pequeña proporción de vehículos no eléctricos pueden compensarse mediante diversas estrategias, como la renovación del parque automovilístico, una mayor proporción de combustible descarbonizado o la reducción de emisiones en la cadena de suministro.

Pero también demandan unos "objetivos de infraestructura más sólidos, inversiones en la red eléctrica, reformas regulatorias para la integración del vehículo con la red eléctrica e incentivos sostenidos para la demanda son cruciales para que los vehículos eléctricos sean prácticos y económicamente atractivos".

Asimismo, la patronal considera que hay que vincular los objetivos de descarbonización con la competitividad y la resiliencia. Una medida que también afecta a los vehículos comerciales, los cuales operan en condiciones diferentes a las de los turismos.