Espido Freire y su gata Lady Macbeth.

Espido Freire y su gata Lady Macbeth. Nines Mínguez

Mascotario

Espido Freire, sobre su gata, Lady Macbeth: "Coquetea sin pudor con todos los hombres que llaman a la puerta"

La escritora cuenta cómo se forjó el vínculo con su gata, su historia y cómo se ha convertido en su mayor apoyo cotidiano.

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"Desde que llegó, he tenido un testigo de todos mis actos —resume—, una sombra blanca y negra que me sigue donde voy y que emite juicios sobre mis decisiones domésticas. Desde que llegó adquirí, sin saberlo, el compromiso de pensar yo misma como una gata".

Así cuenta Espido Freire su relación con su gata, mientras suena Lovesong, de The Cure. Que veinte años no es nada: cómo mi vida se llenó de pelos, sería el título de esta historia. Una crónica doméstica de la convivencia, afecto y observación mutua.

Lady Macbeth no responde al arquetipo de la felina sigilosa y misteriosa. Blanca y negra, algo torpe, muy mimosa y con un aire aristocrático involuntario, cumple veinte años a la sombra de la escritora.

'No pude dejarla allí'

Espido la rescató siendo apenas una cría, en la perrera de Madrid, y desde entonces sus vidas han transcurrido paralelas, entre conferencias, rutinas compartidas y una ternura tranquila que ha sobrevivido al tiempo.

"La saqué por impulso de una perrera según la vi. Era un cachorro sano, y nuestra consigna era sacar a los enfermos", recuerda Freire. "Pero empezó a caracolear, a darme con la patita a través de los barrotes. No pude dejarla allí. Desde entonces no nos hemos separado".

Lady Macbeth fue la menor de cuatro hermanas; hoy es la única superviviente. Le gusta asistir a las clases online de su dueña, posar para las fotos y, sobre todo, mantener un control ceremonial sobre el entorno.

"Coquetea sin pudor con todos los hombres que llaman a la puerta: vecinos, mensajeros, técnicos... Me ha salido casquivana", bromea. "Y, por supuesto, me supera en tozudez", cuenta con humor.

"Siempre fue posesiva —admite Espido—. Pero está disfrutando este periodo como nunca. Le gusta ser el centro. Es muy tranquila, muy buena, pero con arrebatos de celos y de mal humor si no se sale con la suya".

Un humor silencioso

Cuando se le pregunta qué frase pronunciaría Lady Macbeth si pudiera hablar, la escritora no duda: "Ay, mamá, no". Una exclamación que condensa su carácter impaciente y su humor silencioso.

También su capacidad de redirigir toda situación a su favor. "La mayoría de las veces me mira con la paciencia de quien sabe que, si insiste lo suficiente, haré lo que ella quiere. Y suele conseguirlo".

Lady Macbeth, la gata de Espido Freire.

Lady Macbeth, la gata de Espido Freire.

Las dos comparten una rutina casi ceremonial. Lady Macbeth marca los horarios: avisa de la hora de levantarse, de acostarse, de cenar y hasta de tomar la medicación.

"Desde que está mayor no le gusta abrir puertas. Si una está entornada, viene a buscarme para que la abra lo suficiente. Es como si no quisiera esforzarse ni un poco, pero lo hace con tanta elegancia que no puedo resistirme".

Perder el miedo a la muerte

Esa convivencia cotidiana ha transformado a Freire en una observadora distinta del mundo animal y del suyo propio. "Con ella he comprendido la generosidad sin esperar nada y he perdido el miedo a la muerte", dice con serenidad.

Su gata, confiesa, ha sido compañía incondicional, salvadora en los silencios y en los momentos más íntimos. Está siempre a su lado. "Parece mentira de qué manera esa presencia aleja horrores invisibles".

Lady Macbeth no necesita otro territorio ni otro mundo más allá del que comparte con Espido. Tal vez por eso, cuando ya no estará, la escritora quiere recordarla con el cariño con el que rememora a todas sus gatas, casi como si estuviera en la habitación de al lado.

"Con los animales no hay rencores ni reproches, solo un amor más sencillo y un duelo más hondo, pero menos complicado. Espero que ella también me recuerde con la misma ternura con la que me mira ahora".