Dos vacas juntas.

Dos vacas juntas.

Mascotario

Las vacas también son feministas: tienen mejores amigas y se cuidan entre ellas para resistir a la opresión

La industria láctea expone estas criaturas a procesos de explotación, reflexionando sobre el poder transformador de los cuidados y el apoyo mutuo.

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Sí, las vacas también forman amistades profundas con otras del grupo y sufren cuando se las separa de sus compañeras favoritas. Así lo demostró la etóloga Krista McLennan en un estudio realizado en la Universidad de Northampton en 2011.

"Estos animales no solo reconocen a sus compañeras como individuos, sino que también expresan un interés y un afecto especial hacia algunas de ellas. Por eso se piensa que en su vida social existe una especie de hermandad", escribe Rebecca Giggs en The Atlantic.

En estos espacios, se subraya cómo las vacas demuestran empatía, protección y afecto entre ellas, atributos que se asocian a la sonoridad y al empoderamiento colectivo femenino.

La hermandad entre vacas y la de las mujeres se presenta como una red capaz de resistir la opresión, donde el cuidado y el vínculo son motores de cambio y resiliencia.

Lazos solidarios

Diversas autoras han reconducido los análisis científicos para profundizar en las relaciones de apoyo entre estos animales, entendiendo estos vínculos como una oportunidad para reflexionar sobre los lazos solidarios entre hembras.

Las autoras Carmen M. Cusack y Erika Calvo exploran la dinámica de la industria láctea que expone a las vacas a procesos de reproducción y explotación. Estos se han comparado con la violencia sistémica que afecta a las mujeres.

La selección, la inseminación y el uso reproductivo de estas criaturas se conecta con las estructuras de opresión femenina presentes en la sociedad humana.

El enfoque ecofeminista sostiene que el dolor, la marginación y el maltrato físico que sufren en el mercado lácteo constituyen manifestaciones de opresiones compartidas, reivindicando un feminismo que amplíe su mirada y sus denuncias a todas las hembras, sin importar la especie.

Esta perspectiva utiliza las relaciones sociales y el sufrimiento compartido de las vacas como base para reflexionar sobre el poder transformador de los cuidados y el apoyo mutuo entre mujeres y animales hembras.

La mejor amiga reduce el estrés

La compañía bovina, una dinámica menos visible, quedó mucho tiempo sin documentarse, al menos como objeto de estudio científico, hasta que el equipo de McLennan observó vacas en ambientes controlados.

Dos vacas lamiándose.

Dos vacas lamiándose.

Se realizaron tres tipos de pruebas: aisladas, acompañadas por una desconocida y junto a su "mejor amiga". Estas fueron identificadas previamente por patrones de comportamiento como lamerse, pastar juntas o descansar cerca una de la otra.

Durante las sesiones, se midieron indicadores fisiológicos como la frecuencia cardíaca y los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Los resultados fueron claros: en presencia de su compañera preferida, las vacas mostraron una reducción significativa de los indicadores de estrés, mientras que la separación causaba malestar fisiológico.

Crear vínculos

Se observó menos vocalización y movimientos inquietos en presencia de la vaca preferida. Mantenían una frecuencia cardíaca más baja y no pisoteaban ni se movían inquietas, a diferencia de las vacas emparejadas con individuos hacia los que no mostraban preferencia.

Estos hallazgos desafían la imagen tradicional de las vacas como animales tranquilos y poco afectivos. En cambio, igual que otros mamíferos, son criaturas sociales, capaces de establecer relaciones.

De hecho, a lo largo de sus vidas, establecen relaciones afectivas estables, eligen a sus amigas dentro de la manada y manifiestan inteligencia emocional y dinámicas sociales complejas. "Las vacas parecen lamer cabezas, cuellos y espaldas de otras vacas por una razón similar a la de los chimpancés al acicalarse: para crear vínculos", afirma Giggs.

Un estudio de observación a largo plazo de un rebaño de 31 Cebú en las llanuras de Athi halló que la mayoría de estos animales prefería buscar una amiga conocida para lamer, y que en cada amistad, una vaca casi siempre era la que lamía y la otra la que recibía los lamidos.

"Se podría suponer que los lazos afectivos de las vacas son un efecto de la domesticación, pero hay pruebas de que los bovinos salvajes también forman asociaciones platónicas", añade Giggs.

El bienestar social no solo les brinda calma y felicidad, sino que influye de forma positiva en aspectos productivos como la cantidad de leche emitida