Arnold, el perro de Yaiza Herrero.

Arnold, el perro de Yaiza Herrero. Yaiza Herrero

Mascotario

Yaiza Herrero desvela el truco para viajar con tu perro: "Cuando está cansado, me llora para que le abra el transportín"

Viajar en avión con tu peludo puede parecer un reto. Esta guía también incluye consejos útiles para quienes llevan a sus perros en bodega.

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El perro de Yaiza Herrero, Arnold, ha vivido en Perú y ha viajado a Los Ángeles, Nueva York, Washington, Portugal y Francia. Actualmente, residen en Madrid, pero nunca dejan de moverse.

Todos estos desplazamientos no son fruto del azar. Los han logrado con mucha paciencia, tiempo y también superando momentos difíciles. "El primer vuelo lo pasamos muy mal", recuerda la joven española.

"Fueron 12 horas de vuelo, desde Perú a España. Fue horrible. Pero entonces decidí educarlo para superar esta dificultad, porque yo pretendía seguir viajando con él". Cuando Herrero decidió tener a Arnold, lo hizo con la intención de compartir su vida con él, también durante las vacaciones.

Hoy, Arnold es un ángel. La gente le dice que tiene mucha suerte, pero ella lo deja claro: "Nada de eso; ha sido todo trabajo". Cuando empezó a investigar cómo volar con perros, se dio cuenta de que casi nadie había abordado el tema en profundidad.

Después de hablar con entrenadoras, documentarse e ir probando, Herrero creó su propia guía, que ahora comparte con todo el mundo. Aunque cada aerolínea tiene sus propias normas, esta es una base sólida para cualquier viaje.

Viajar en avión con tu peludo, ya sea en un trayecto corto o largo, puede parecer un reto. Pero con preparación, es una experiencia que ambos podéis disfrutar. Esta guía también incluye consejos útiles para quienes viajan con sus perros en bodega.

El enemigo número uno: el transportín

"Cada vez que sacábamos el transportín, Arnold no sabía qué hacer con él, y mucho menos quedarse dentro", cuenta la joven educadora. Le parecía imposible que pudiera viajar cómodo durante tantas horas en ese espacio reducido. Sin embargo, hoy es su lugar seguro.

¿Cómo lo lograron? Empezaron usando plátano machacado como premio. La melaza de esta fruta relaja, y además se mantiene en el sitio mientras el perro la disfruta. Primero le enseñaron a entrar en el transportín, premiándolo cada vez que lo lograba. Poco a poco, fueron alargando el tiempo de permanencia dentro.

Lo más importante fue dejar el transportín abierto en el salón y premiarlo cuando se metía por iniciativa propia. Luego empezaron a llevarlo fuera de casa: a una terraza, a cenar… hasta que se sintió a gusto. "Lo hicimos parte de su rutina, como si fuera un bolso", cuenta Herrero.

Muchos perros se estresan con el simple sonido de la cremallera. Por eso, comenzaron abriéndola y cerrándola mientras le daban premios, hasta que dejó de afectarle.

También lo acostumbraron a que lo levantaran suavemente dentro del transportín, siempre reforzando con algo positivo. Una vez dominado esto, empezaron a caminar con él.

Este proceso puede llevar semanas o incluso meses. Herrero recomienda comenzar a adiestrar al menos cuatro meses antes del vuelo.

"Yo lo he dejado noches enteras dentro del transportín, porque al final tiene que estar 12 horas en un avión". Hoy, solo necesitan tres días de preparación previa, pero antes del primer vuelo es clave anticiparse.

Consejos prácticos para el viaje

Los transportines de cabina suelen ser inestables, por lo que colocar una tabla fina de madera en la base puede marcar la diferencia. "Cuando logras que le guste, se convierte en su refugio", dice la joven educadora. "Cuando está cansado, me llora para que le abra el transportín".

Un truco útil: la suma del alto, el ancho y el fondo del transportín debe ser de 105 cm como máximo. "Aunque están escritas medidas precisas, hay que tener en cuenta la suma final".

En cabina, normalmente se permiten perros de hasta 8 kilos, y junto con el transportín no deben superar los 10 kilos. Si pesan más, deben viajar en bodega. En el caso de los braquicéfalos, no se recomienda volar por razones de salud.

Yaiza Herrero y Arnold en Nueva York.

Yaiza Herrero y Arnold en Nueva York. Istock

También es importante enseñarle a llevar pañal, ya que en los aeropuertos no hay baños habilitados para mascotas. "Aunque hoy hay más perros que hijos, todavía hay muchas limitaciones", señala.

Practicar con el pañal en casa ayuda a que el perro no se lo quite durante el vuelo y sepa usarlo si es necesario.

Antes del vuelo

La preparación incluye paseos largos dos veces al día, por la mañana y por la noche. "Normalmente, sale tres veces al día, pero durante los viajes separo más los paseos para que su rutina se parezca a las horas del vuelo".

El día del vuelo conviene darle agua poco a poco, para evitar que beba demasiado de golpe. Pero antes de subir al avión debe estar bien hidratado.

También hay que acostumbrarlo a los ruidos del avión. Puedes reproducir sonidos de motores en YouTube o subir y bajar el volumen de la televisión, premiándolo cuando los tolere.

Los viajes en coche también son claves, ya que se parecen a lo que pueden llegar a sentir en un avión.

Además, hacer juegos mentales antes del viaje ayuda a que llegue más cansado y relajado. Justo antes de embarcar, le ponen el pañal.

En el transportín se le asegura con una correa, y durante el vuelo viaja bajo los pies, como permiten las aerolíneas.

¿Y si tiene que ir en bodega?

Cuando el perro pesa más de 8 kilos, debe volar en bodega. Al llegar al aeropuerto, pregunta en el mostrador cuánto tiempo puedes permanecer con él antes de separarte. Cuanto menos tiempo esté solo, mejor.

Ya dentro del avión, avisa a una azafata para que el piloto sepa que hay un animal en bodega. La cabina debe estar presurizada, y en más de una ocasión, por no avisar, han ocurrido desgracias. "Más de un perro ha muerto porque no se comunicó correctamente", advierte Herrero.

Antes de aterrizar, pregunta dónde recoger a tu perro. En algunos aeropuertos lo entregan por la cinta de equipaje; en otros, en oficinas habilitadas.

En verano, no se recomienda volar en bodega. Aunque haya sombra, las temepraturas suben y los golpes de calor no siempre se pueden prevenir, por más precauciones que se tomen.

Una alternativa poco considerada es el ferry. Allí es posible viajar en camarote con tu perro, fuera del transportín y sin tantas restricciones. "Yo recomiendo buscar la forma de viajar en barco. Es mucho más cómodo para las mascotas".