Esther Cañas y su padre.

Esther Cañas y su padre. Cedida

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Los Cañas, la familia malagueña que cree que nunca es tarde para ser 'influencer': "Nos divertimos y ayudamos a gente"

Esther empezó muy joven en YouTube y luego se trasladó a redes como Instagram y TikTok, donde ahora arrasa su padre, Pepe. Su abuelo, Juan José, también estuvo años subiendo vídeos, aunque ya se ha 'retirado'.

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Cuando la malagueña Esther Cañas abrió su canal de YouTube Atrapatusueño (616.000 seguidores) siendo tan solo una adolescente, lo hizo con la ilusión de cualquier niña que soñaba con dedicarse al mundo de la comunicación.

Una cámara, un trípode y unas incansables ganas de crear contenido fueron suficientes para iniciar un camino que más de una década después sigue vivo.

Pero ahora no camina sola en redes como al principio: a su lado está su padre, Pepe Cañas, conocido en el mundo de Internet como @atrapatupadre, que ha convertido el bricolaje y la obra en un fenómeno viral.

“Tengo que decir que no hay pique entre los dos, al revés, nos ayudamos y así nuestros seguidores ven los vídeos del uno y del otro; aunque sí que es verdad que el siempre me dice: ‘te he adelantado’, 'se me ha viralizado tal vídeo', 'tengo no sé cuántas miles de visitas'”, cuenta Esther entre risas.

Y no se exagera cuando se dice que el alumno a veces supera al maestro: Pepe suma 91.900 seguidores en Instagram, mientras su hija Esther acumula 62.500. “Lo más gracioso es cuando me paran por la calle y me dicen: ‘¿Tú eres la hija de @atrapatupadre?’”, ríe. “Llevo años dedicándome a esto, y ahora me reconocen por él”.

Eso sí, la revancha está en TikTok: Pepe tiene 106.800 seguidores, pero Esther lo supera con 229.100. Ella sigue haciéndose con el trono en la red social por excelencia para los más jóvenes de la casa.

Eso sí la historia familiar de este equipazo de influencers empezó mucho antes, con el abuelo de Esther, Juan José Cañas (@atrapatuabuelo). “Siempre había soñado con ir a Vietnam”, recuerda Esther. Cuando cumplió 80 años, le animó a hacerlo.

"Desde allí, grababa vídeos para el grupo de WhatsApp de la familia y por eso siempre empezaba diciendo: ‘Queridos nietos’, porque era para su familia, para sus nietos de verdad. Era tan natural delante de la cámara que le propuse subirlo a YouTube. Así nació su canal, fue muy espontáneo", explica.

Durante un tiempo, el abuelo se convirtió en uno de los youtubers más mayores de España; de hecho, fue uno de los primeros abuelos creadores de contenido, ahora tan de moda.

Google llegó a invitarlos a eventos para concienciar de que todo el mundo podía crear contenido tuviera los años que tuviese. “Era muy auténtico”, dice su nieta, "pero con los años se cansó de tanta entrevista y tanto vídeo". "Yo siempre quise respetarlo. Fue una etapa preciosa", añade la influencer.

El turno de Pepe llegó tiempo después, casi sin planearlo también. “Él ya salía en mis vídeos, todo el mundo decía que explicaba todo muy bien, que tenía que hacer vídeos... Un día grabamos cómo doblaba servilletas para Navidad y se animó”, cuenta Esther.

“Lo subimos a TikTok y empezó a publicar vídeos de un mes a otro, como cualquier usuario que empieza en redes. La cosa es que funcionó. Pero el gran salto llegó cuando compré mi casa y él empezó a grabar más los procesos de la obra. Como le encanta, salía todo muy natural, y funcionó”, relata la joven.

A partir de ahí, comenzó a tomárselo de una manera mucho más profesional. Subiendo vídeos todas las semanas, porque es algo que disfrutan juntos tanto el padre como la hija.

"Es súper curioso lo de que compartamos seguidores y likes. Algo que me hace mucha gracia, pues yo lo tengo más que integrado desde hace años, pero ver a otra persona iniciándose y observar cómo se toma los comentarios de sus primeros haters es gracioso. Yo trato de ser su maestra, decirle que pase de algunas personas y que no se fíe de algunas cuentas que tratan de timarlo, que hay mucho timo en redes", cuenta Esther.

Esther Cañas y su padre, Pepe Cañas.

Esther Cañas y su padre, Pepe Cañas. Cedida

Pepe, manitas de toda la vida, ha hecho de su experiencia su sello personal. En sus vídeos enseña a alicatar, pintar, reparar enchufes o cuidar el jardín. “Intento ayudar a la gente que no sabe por dónde empezar”, explica el hombre. De pequeño, en el colegio, solía sacar sobresalientes en las asignaturas donde se requería hacer manualidades, como tecnología. Estudió electricidad y luego trabajó en la hostelería.

"Lo que pasa que mi padre era encargado de obra y a mí me gustaban más las manualidades. Acabé en la obra. Allí empecé desde lo más bajo y aprendí sobre el terreno todo sobre la obra. Solería, alicatado, yeso, enfoscado, trazado de escaleras, replanteo de un edificio, replanteo de una obra... Todo en la obra, sin hacer ningún curso ni pasar por la universidad. Yo aprendí en la universidad de la calle", sostiene Pepe.

Esther le edita los vídeos y trata de guiarle en redes. Aunque son muy naturales, no improvisan todos los vídeos, trabajan muy bien en equipo: “Grabar no es difícil, pero tiene que haber orden, no se puede ir a lo loco. Aunque lo más divertido son las tomas falsas: nos hartamos de reír”, confiesan.

Si bien, lo que Pepe más disfruta es cuando las personas que ven sus vídeos le agradecen todo lo que han aprendido con su conocimiento. "Es lo más bonito", dice.

Esther, por su parte, sigue mostrando su vida cotidiana con un enfoque lifestyle en redes sociales: la reforma de su casa, que compró y está remodelando de arriba a abajo; su trabajo; su día a día... “Siempre quise comunicar. Cuando descubrí YouTube, sentí que era mi lugar. Y ahora me encanta compaginar mi contenido con el de mi padre: soy su manager, le ayudo con las marcas, los vídeos… y aprendo mucho de él”, sostiene, muy orgullosa.

Sobre quién ve sus vídeos, Esther reivindica que aunque parezca que los vídeos de bricolaje los ven solo hombres del perfil de su padre, no es así. Tiene seguidores de entre 18 y 70 años y de ambos géneros. Ella, en cambio, sí ve que su público tiende a ser femenino y más o menos de su edad.

A sus seguidores les fascina la naturalidad y el vínculo entre ambos. “No hay edad para crear contenido en las redes”, aseguran padre e hija. “Cuando mi abuelo empezó sí era raro ver a alguien mayor grabando, pero eso ha cambiado mucho. Ahora hay espacio para todos”, asevera. Pepe coincide: “Yo no me siento raro ni fuera de lugar. Las redes son para quien quiera compartir lo que sabe. A mí me divierte, y si encima ayudo a alguien, mejor”.

Más allá de los números, sin lugar a dudas, lo que los mantiene grabando a diario es la conexión con la gente. “Las redes te dan la oportunidad de compartir momentos bonitos y conectar con personas que viven lo mismo que tú”, reflexiona Esther. Y su padre lo resume a su manera: “Lo mejor de todo es cuando alguien te dice gracias. Entonces sabes que lo que haces sirve para algo”.