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Un joven de 27 años no se corta y habla claro sobre su trabajo de dependiente: "Debería cobrar mucho más"

"Hay muchos clientes que son súper irrespetuosos, te ven como un esclavo y no eres nada de eso".

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Patricia Sierra
Publicada

Ofertas de trabajo hay muchas, gente que busca uno también. Lo difícil es encajar o contar con las características del puesto ofertado y, en muchas ocasiones, esto es algo complicado.

Cuántos son los jóvenes con estudios pero sin experiencia laboral que recorren la ciudad, currículum en mano, o mandándolo a diferentes empleos. "Al no tener experiencia es muy difícil que te den esa primera oportunidad", comenta Alberto.

Alberto tiene 27 años y, afortunadamente, desde hace casi tres trabaja de dependiente en una tienda de ropa. Tuvo la suerte de que apostasen por él. Eso sí, nadie le quita las horas que pasó en las páginas de empleo.

A lo largo de su jornada, realiza diferentes tareas. Todo lo que se pueda llegar a imaginar en una tienda de ropa: desde reposición, descarga de mercancía, hasta atención al cliente.

Sin embargo, lo que más disfruta es hablar con las personas. Tiene ese "don de gentes" que le permite tratar con todo el mundo. De hecho, hay clientes que alegran su día, colaboran en que la jornada sea rápida y agradable.

Aunque no es así de bonito siempre. "Hay muchos clientes que son súper irrespetuosos, te ven como un esclavo y no eres nada de eso", cuenta. Ha tenido alguna que otra mala experiencia. Pero nada grave que no se resuelva con paciencia y un descanso.

Trabaja treinta horas semanales en un turno variable. Es decir, puede estar de mañana o de tarde la mayoría de los siete días. No odia su trabajo, pero sí que es verdad que es bastante difícil sobrellevarlo.

"Un trabajo en verano sobre todo es muy demandante, te cansa un montón", explica. La cosa se complica cuando también te encargas del trabajo de casa: limpiar, cocinar y un sin fin de tareas más.

Es cierto que su empleo le ha dado grandes cosas. Ha aprendido lo que es la cultura y la voluntad del esfuerzo, a lidiar con todo tipo de personas, ha mejorado su capacidad de expresión, ha practicado idiomas.

No obstante, tiene una cosa clara: "debería cobrar mucho más, porque pienso que le estoy dando a la empresa un valor de venta de sus productos mucho mayor que el que me reportan a mí".

Este trabajo es momentáneo, no planea quedarse toda su vida. Es fácil compaginarlo con los estudios y es una forma de aportar a la sociedad, algo que cree que todo el mundo debería hacer.

Eso sí, que sea trabajando de algo que le guste o que, al menos, no deteste. "Porque si no vas a acabar también muy quemado, enfadado con todo el mundo y frustrado", considera.

Así que sí, es complicado encontrar un empleo, pero "trabajo hay" y el que la sigue la consigue, dicen. O que se lo digan a Alberto y a todos los que tienen un sueldo.