Ana Tonda trae un mundo de gnomos a los Jardines del Rosario de Casares: "Mi hijo jugaba aquí de pequeño"

En el corazón de Casares, entre el verde de la naturaleza y el sonido del viento entre los árboles, un pequeño mundo de fantasía ha cobrado vida. Ana Tonda, artista afincada en el municipio desde hace 16 años, ha transformado un rincón del parque donde su hijo solía jugar en un encantador bosque de gnomos que conquista, desde hace semanas, a locales y turistas.

Ana se subió al tren del arte de una manera inesperada. Originaria de Algeciras y diplomada en Ciencias Empresariales y Económicas, trabajó durante años en el sector de la logística hasta que un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) marcó un punto de inflexión en su vida. "Ese parón me dio tiempo para replantearme muchas cosas y descubrí que quería dedicarme al arte", cuenta Ana. Durante la pandemia, encontró en la pintura y la creación con materiales reciclados su verdadera pasión.

Primero fueron los dibujos, luego las piedras pintadas, hasta que empezó a trabajar con la madera, dando forma a piezas que han encontrado su lugar en distintas exposiciones en Estepona, Manilva y otros puntos de la provincia. "Siempre he sido muy inquieta y me gusta experimentar con nuevos materiales", explica.

Su vínculo con Casares, pese a ser de Algeciras, es muy fuerte. Se mudó a este pueblo, cuna del andalucismo, con su hijo recién nacido, ya que padecía problemas respiratorios y vieron allí la conjunción perfecta para vivir y que mejorara: "Aquí hay montaña, playa, naturaleza... Mi zona es muy poco urbanizada y no dudamos en venirnos, el clima era ideal... Y tengo que decir que mi hijo, que ahora tiene 16 años, se curó instantáneamente, se le quitó todo", añade.

Su proyecto más reciente, un bonito poblado de gnomos en los Jardines del Rosario, ha nacido de la mezcla entre su creatividad y recuerdos personales. "En este parque mi hijo jugaba desde pequeño, inventando historias y viviendo aventuras. Pensé que podría darle un toque mágico para que más niños lo disfrutaran", comenta. Así fue como, poco a poco, fue diseñando y elaborando pequeñas puertas, ventanas y elementos decorativos con madera reciclada, pintados a mano con colores vibrantes y diseños únicos. También usa piedras recogidas de la misma playa de Casares.

El proceso de creación no fue sencillo: "Cada pieza necesita su tiempo. Cortar la madera, tratarla, lijarla, pintarla y barnizarla para que resista en el exterior. Algunas tienen pomos en forma de corazón o farolitos diminutos, cada detalle está pensado para despertar la imaginación". En total, el bosque cuenta con 21 puertas y 70 ventanas, y su elaboración llevó más de dos meses de trabajo intenso.

Desde su instalación a finales de diciembre, la respuesta ha sido abrumadoramente positiva. "Lo más bonito es pasear por allí y escuchar a los niños emocionados descubriendo una nueva puerta o ventana", dice Ana con una sonrisa. En redes sociales, el bosque se ha convertido en un fenómeno viral, atrayendo visitantes de distintos puntos de Andalucía y convirtiéndose en un nuevo atractivo para Casares.

Lo que empezó como un sueño personal se ha convertido en un pequeño hito turístico que aporta magia al pueblo y que, sin duda, seguirá inspirando a quienes lo visiten. "Nunca imaginé que llegaría tan lejos, pero ver la felicidad en los niños hace que todo el esfuerzo haya valido la pena, a mí me encantaría seguir haciendo cositas", concluye Ana, cuya inspiración se basa mucho en el color.

Sin ir más lejos, si han acudido a la playa de Casares en los últimos años habrán visto unas señalizaciones ideales y coloridas. Las hizo ellas. "Los carteles de las playas suelen ser más sosillos y lo propuse y les encantó la idea, la llevamos a cabo", concluye esta maga del arte.