La academia y la experiencia nos hablan a menudo de que familia y empresa, empresa y familia, son a veces o muchas veces -dependiendo de cómo le va a cada persona, familia, empresa- sistemas sociales que pueden parecer incompatibles.

Por un lado, que la propiedad y la gerencia recaigan en la familia ahorra quebraderos de cabeza, porque ambas están más alineadas que cuando la segunda es sostenida por externos no familiares.

Sin embargo, el altruismo familiar -la errónea manifestación del amor de los padres por los hijos a través de beneficios inmerecidos, elusión de responsabilidades o no rendición de cuentas, “choca” inexorablemente con la lógica de la empresa.

La empresa familiar puede beneficiarse de únicos recursos y capacidades enraizados en las relaciones y valores de la familia, pero también puede ser perjudicada por conflictos y lucha de poderes, por resistencia al cambio de la familia o por la contratación prioritaria de familiares por delante de empleados no familiares más cualificados y mejor actitud.

¿Cabe deducir entonces que la empresa familiar, al introducir la familia -con su énfasis en la tradición y el legado y su apoyo y lealtad incondicional- en la ecuación de la empresa, menoscaba el funcionamiento eficiente del negocio? ¿Familia y empresa tienen necesariamente objetivos mutuamente excluyentes?

Parece razonable pensar que, más bien al contrario, puede haber sinergias entre ambos mundos, familia y empresa, que generan una multitud de beneficios, permitiendo a la empresa familiar gestionar mejor tensiones y paradojas.

Las tensiones son inevitables en organizaciones dinámicas como las empresas -o las familias-, pero lejos de ser siempre desfavorables para el devenir de la organización, pueden servir para incrementar la eficiencia de la organización.

¿Quién no ha vivido en su empresa tensiones entre poner el foco en el corto vs largo plazo, centralizar las funciones vs no centralizar o explorar vs explotar? ¿El resultado de dicha tensión-reflexión ha sido negativo, o más bien, y contrariamente a la percepción inicial, también ha servido de estímulo para la organización?

En la empresa familiar hay tensiones y paradojas recurrentes entre la familia y la empresa. La familia frecuentemente demanda amor incondicional, perspectiva a largo plazo o estabilidad. Mientras la empresa exige meritocracia, foco en el corto plazo y adaptabilidad a lo nuevo.

Algunas de las tensiones paradójicas que pueden surgir de la combinación de empresa y familia podrían ser -aunque no se agotan aquí-: guardar cierta privacidad o ser totalmente transparentes, somos todos iguales o el mérito es un criterio innegociable, dejamos ciertas decisiones a la intuición o debemos planificar absolutamente todo, somos siempre fieles a la tradición o estamos siempre innovando para adaptarnos, preservamos lo conseguido o tenemos el crecimiento por montera, nos gusta jugar siempre de local o tenemos una vocación internacional muy definida, confiamos en el trabajo de los demás u optamos por controlar todo.

Desde el mundo de la organización o las finanzas de la empresa se ofrecen herramientas para la toma de decisiones, tales como el análisis coste-beneficio, el valor actual neto de las inversiones, las comparaciones entre objetivos y resultados o las evaluaciones comparativas.

Sin embargo, estos métodos basados únicamente en la lógica económica, que dan una única solución correcta basada en métodos cuantitativos y cuantificable en términos monetarios, ¿no son demasiados simplistas para ser aplicados en la resolución de las tensiones-paradojas descritas más arriba?

Entonces se plantea otra cuestión no menos importante que las anteriores y que abordaremos en futuras entregas: ¿cómo la empresa familiar debiera enfrentar el reto de gestionar tensiones y paradojas surgidas de la combinación de familia y empresa para conseguir las mayores y mejores sinergias de ambos sistemas? Visita y difunde https://inspirationalbusinessfamilies.uma.es/. Empresa + Familia = Bienestar social.