La economista estadounidense Claudia Goldin, Premio Nobel en 2023, ha dedicado su carrera a reconstruir la historia de la participación femenina en el mercado laboral. Su principal trabajo se titula “The Quiet Revolution That Transformed Women’s Employment, Education, and Family”, publicado en el año 2006 en la prestigiosa revista American Economic Review.

La investigación introduce el concepto “revolución tranquila”, para describir un cambio profundo, aunque gradual, en la relación de las mujeres con la educación, el empleo y la familia durante la segunda mitad del siglo XX.

Con anterioridad a esta fecha, la educación y la experiencia laboral de la mujer no respondían a la intención de desarrollar una carrera profesional. Las mujeres se formaban para un empleo en una etapa previa al matrimonio, en el que desempeñaban oficios que no requerían una alta cualificación.

La “revolución tranquila” comienza cuando las mujeres nacidas a partir de los años cincuenta empiezan a aspirar a un futuro distinto. Por primera vez, las mujeres planificaban una carrera profesional, toman decisiones educativas con visión de largo plazo y consideran la independencia económica como un objetivo deseado y alcanzable.

Durante las últimas décadas, ha aumentado la presencia femenina en profesiones de alta cualificación, se ha reducido la brecha educativa entre hombres y mujeres, incluso se ha invertido, y se ha producido un crecimiento sostenido de la población femenina ocupada.

Aun así, Goldin muestra en sus investigaciones que se han reducido las diferencias de género referidas a la formación o la naturaleza del puesto de trabajo, pero persiste una brecha salarial que se mantiene estable en el tiempo. La investigadora evidencia que estas diferencias sostenidas se deben a factores relacionados con aspectos como la maternidad, la organización del trabajo doméstico y la estructura familiar.

La revolución tranquila aún no se ha completado. Actualmente, las mujeres acceden a la universidad en mayor número que los hombres, pero no alcanzan posiciones de liderazgo ni obtienen los mismos sueldos.

Goldin afirma en sus trabajos más recientes que permanecen modelos tradicionales que perpetúan la diferencia entre hombres y mujeres en el mercado laboral. Las jornadas de trabajo extensas o la disponibilidad absoluta generan rentas de las que se beneficia más el hombre. La maternidad sigue significando interrupciones y costes que se reflejan en la brecha salarial.

La tasa de actividad emprendedora de la población femenina ha sido el dato más destacado del Informe GEM Málaga 2024-25 que hemos presentado esta semana el Ayuntamiento y la Universidad de Málaga. Un documento que recoge una evaluación de la actividad y la dinámica emprendedora en Málaga.

En 2024, el 10,3% de las mujeres con residencia en nuestro territorio participaban en la creación de una nueva empresa. El dato registrado en la población masculina ha sido el 9,7%. Por primera vez, la tasa de actividad emprendedora femenina ha superado a la masculina. Hasta ahora, todas las evidencias empíricas que se habían obtenido en nuestra economía y otros territorios habían coincidido en mostrar que las mujeres han optado en menor medida por desarrollar una actividad por cuenta propia.

En ocasiones, cuando nos encontramos con un dato que no coincide con el conocimiento que ya teníamos, tenemos la tentación de dudar de las fuentes muestrales para identificar algún error causal de los resultados no esperados. En este caso no tiene sentido. El dato correspondiente a 2024 es la continuación de una tendencia observada durante el último lustro, período del que contamos con datos históricos.

En el año 2020 la tasa de actividad emprendedora femenina registrada fue el 3,5%. Aumentó hasta el 4,5% en 2021, para continuar creciendo de manera constante en los años 2022 (5,7%), 2023 (7,1%), hasta el 10,3% observado en 2024. Los valores de la tasa masculina se han mantenido entre el 8,7% en 2020 y el 9,7% en 2024. Es decir, el aumento de la actividad emprendedora es un hecho observable en la población femenina, ha sido gradual y se ha manifestado de acuerdo al concepto goldiano: una revolución tranquila.

Sin duda, estos son buenos datos desde el punto de vista económico. Si existen condicionantes que inhiben la acción emprendedora de una parte de la población, la economía pierde potencial y capacidad para crear nuevas empresas, para dinamizar el sistema de innovación, para crear empleo y riqueza y mejorar la oferta integral de soluciones de las que puede disponer la sociedad.

Un objetivo de política económica será siempre optimizar el aprovechamiento del potencial de innovación y emprendimiento de la población. El Informe GEM Málaga, en sus últimas ediciones, ha mostrado que la población femenina se ha incorporado al sistema de emprendimiento hasta protagonizar una actividad similar a la de la población masculina.

Al igual que señala Goldin en sus escritos, la revolución tranquila no se ha completado. A pesar de haberse reducido el gap en cuanto al nivel de participación, existen factores estructurales que afectan a cómo se incorpora la mujer a la actividad emprendedora.

Según el Informe presentado, el 48,9% de las mujeres consideran que tienen capacidades para emprender frente al 53,2%de los hombres. Un 42,4% de ellas manifiesta conocer modelos de referencia, mientras que esta cifra es el 49,1% en el caso de la población masculina. El 52,6% de las mujeres reconocen que la presencia de riesgo es importante en sus decisiones, bajando el porcentaje hasta el 47,8% en el caso de los hombres. Y solo el 37,8% de ellas identifica oportunidades para emprender en su entorno, mientras que este dato es el 43,3% en el caso de la población masculina. Por tanto, hay factores estructurales y culturales que aún explican diferencias en la conducta emprendedora de la población en términos de género.

Un último dato reseñable. El 29,8% de los hombres que manifiestan haber iniciado una actividad por cuenta propia afirman que consiste en continuar un negocio familiar. Esta circunstancia sólo ocurre en el 9,8% de las mujeres emprendedoras.

No ha llegado la revolución tranquila a la empresa familiar.