Si alguien te dijera que el mismísimo cónsul romano Marco Poncio Catón, en el año 195 a.C., conquistó para la República romana la ciudad de Cartha, seguro que no imaginas que estamos hablando del actual pueblo de Cártama, que cuenta con un pasado fascinante que se remonta miles de años atrás.
No puedo ocultar que siento un cariño muy especial por este pueblo, debido sobre todo a que mis padres y antepasados son cartameños, a lo que hay que sumarle que Novaschool Sunland, uno de los centros principales del grupo Novaschool, está radicado en una de sus pedanías, la Aljaima.
Si nos subimos a una máquina del tiempo y la programamos para irnos a la Cártama del año 3.000 a.C., nos encontraríamos con los fenicios, aquellos intrépidos navegantes y comerciantes del Mediterráneo que dieron a Cártama su primer nombre conocido Cartha, que significa la ciudad escondida.
Cuando los fenicios se establecieron en la ciudad de Málaga, se adentraron hacia el interior por el río Guadalhorce y llegaron al lugar donde hoy se alza Cártama. Allí estaban asentadas comunidades indígenas con las que establecieron relaciones comerciales, dando origen a una convivencia y un intercambio cultural que marcarían la identidad del lugar.
Los fenicios fueron uno de los primeros pueblos de la Antigüedad en fundar colonias y factorías lejos de su territorio. Algunas de ellas crecieron hasta adquirir vida propia, como la legendaria Cartago en el norte de África, que siglos más tarde rivalizaría con la mismísima Roma por el dominio del Mediterráneo.
En la Península Ibérica, su influencia es evidente en ciudades como Gades (Cádiz), Malaka (Málaga) y Onuba (Huelva), consideradas entre las más antiguas de Europa. Junto a ellas, otras colonias fenicias como Sexi (Almuñécar), Abdera (Adra) y, por supuesto, mi querida Cártama, todas ellas formaron parte de esa red de enclaves que conectaron Oriente y Occidente hace más de tres mil años.
El siguiente capítulo en la historia de Cártama se abre con la llegada de los romanos. Durante el período de la República (del 509 al 27 a.C.), la ciudad se integró plenamente en el mundo romano al convertirse en un municipium, lo que supuso su incorporación política y administrativa a Roma, permitiendo así a sus ciudadanos más destacados acceder a la ciudadanía romana tras ejercer cargos públicos locales.
La conquista no fue sencilla. Las fuentes indican que la resistencia local fue feroz hasta que el cónsul romano logró someter la ciudad en el año 195 a.C.
Bajo el dominio romano, Cártama —entonces llamada Cartima— vivió seis siglos de máximo esplendor. Se amplió la muralla, se consolidaron sus estructuras urbanas y la ciudad alcanzó una notable relevancia dentro de la provincia romana de Bética.
Siglos después, con la llegada de los musulmanes, Cártama volvió a adquirir una gran importancia estratégica. El castillo fue reconstruido y junto a las fortalezas de Comares y Mijas formó parte del primer sistema defensivo de Málaga durante siglos.
Finalmente, en el año 1485, Cártama fue reconquistada por los Reyes Católicos, un acontecimiento que, según fuentes no confirmadas, habría quedado reflejado en los relieves del coro de la Catedral de Toledo, obra del maestro Alonso Berruguete. Con esta victoria, la villa pasó a integrarse en el Reino de Castilla, poniendo fin a un largo ciclo de civilizaciones que marcaron su historia.
El legado histórico de Cártama todavía puede sentirse al recorrer sus calles y colinas. Por destacar, los arcos de antiguos acueductos, vestigios de la ingeniería romana. Las ruinas del Castillo-Fortaleza, que aún dominan el paisaje. El alminar de la antigua mezquita, símbolo de su etapa islámica.
Y hallazgos arqueológicos como el mosaico de los Trabajos de Hércules, que nos hablan del arte y la cultura que florecieron aquí.
Cada piedra, cada ruina, cuenta una historia milenaria. De hecho, en Cártama se entrelazan los ecos de fenicios, romanos, árabes y cristianos, configurando una identidad única y profundamente andaluza.
Si visitamos el Museo de Málaga, ubicado en el histórico edificio de la Aduana, descubriremos parte del legado de Cártama. Entre sus colecciones arqueológicas se conservan piezas que testimonian la riqueza cultural del municipio, como mosaicos, cerámicas y restos de la civilización romana que nos hablan del esplendor de la antigua Cartima.
Más allá de su glorioso pasado, Cártama tiene hoy una gran oportunidad de avanzar. Su ubicación privilegiada, colindante con la ciudad de Málaga, la Universidad y Málaga TechPark (PTA para los nostálgicos), la sitúa en el corazón de un eje de desarrollo económico, educativo y tecnológico de enorme potencial.
De hecho, con la aprobación del nuevo planeamiento urbanístico se proyectan en Campanillas más de 7.300 nuevas viviendas. Además, Málaga TechPark se ha convertido en uno de los principales polos de innovación del sur de Europa, atrayendo empresas, talento y proyectos internacionales. De ese modo, Cártama, por su cercanía a la ciudad de Málaga y su excelente calidad de vida, está llamada a desempeñar un papel clave en este nuevo escenario de crecimiento y progreso.
Sin duda, Cártama es un ejemplo de esos pueblos malagueños que condensan una inmensa riqueza histórica y un pasado próspero, pero que también miran al presente y al futuro con renovado optimismo.
España es un país extraordinario, formado por un mosaico de pueblos, ciudades y regiones que, unidos, compartimos una historia común de la que sentirnos profundamente orgullosos. Buena muestra de ello es la reciente efemérides del Día de la Hispanidad, fecha que nos recuerda la grandeza y la diversidad de nuestra historia compartida.