Hace mucho que hablo de China, erre que erre, martillo pilón. Unos piensan que ya será menos, otros me dicen que soy un sinófilo, que allí no hay democracia. Muchos medios van poco a poco cayendo de la higuera y reconociendo la superioridad del sistema y que no es porque no sea democrático sino porque es, fundamentalmente, un mandarinato meritocrático con la comunidad y la educación en el centro del esfuerzo, personal, familiar y social.
En 2008 China lanzó el Thousand Talents Plan para científicos de alto nivel, expertos tecnológicos, empresarios con experiencia internacional. Ofrecía generosas bonificaciones, subvenciones de investigación y facilidades de vivienda.
Ha pasado por revisiones debido a críticas externas y preocupaciones de seguridad internacional, pero continúa bajo nuevos nombres y formatos: Ten Thousand Talents Plan, Young Thousand Talents y el National Science Fund for Distinguished Young Scholars, subvenciones para investigadores jóvenes que estén fuera de China y quieran volver a liderar proyectos en IA, Biotech, Ciencia de Materiales, Energías limpias, Cuántica, Defensa, Aeroespacial y, ¡chan- ta- tachán!, Semiconductores. Los chinos estaban en esto dos décadas antes que nosotros.
Ofrecían sueldos muy por encima de la media académica local, premios de bienvenida de hasta 280.000 dólares, subvenciones para la adquisición o alquiler de vivienda, apoyos al traslado de la familia, y financiación de los programas de investigación.
Esta semana algunas publicaciones reticentes a reconocer que un burro es un burro y un caballo es un caballo van cayendo de la higuera. Hace una década la revista científica Nature empezó a publicar un ranquin sobre instituciones científicas. La primera en 2016 era la Academia China de Ciencias.
Como Harvard (2ª), Stanford (5ª) y el MIT (6º), el CNRS francés (3º) el Max Plank alemán (4ª) y otras instituciones europeas como Oxford, Cambridge, o la Asociación Helmholtz de centros de investigación copaban el resto de las posiciones, no llamó mucho la atención.
Por hacer la historia corta al lector, este año, en los top 10 hay 8 universidades chinas, Harvard sigue la segunda, pero la administración Trump le está tiroteando los pies, el Max Planck ha pasado al noveno lugar. Recuerden estos nombres, USTC (3ª), Zhejiang (4ª) , Pekín (5ª) , UCAS (6ª) y Tsinghua (7ª) , SJTU (8ª) y Nanjing (9ª). Nuestro CSIC , primero de España y noveno de Europa ocupa la posición 74 global, una pena.
Los últimos años, amigos viajados, leídos, estudiados e ilustrados, me venían con el cuento del indigerible problema inmobiliario chino. Siempre encontrado la razón por la que China va a dejar de crecer o caer.
El jueves pasado, a las 5:30 en Sants me encontré a Marco un economista holandés, experto en M&A y Finanzas, buen amigo. Me alegré mucho de verle. Siempre me pregunta por mi visión de China. Ahora que parece que digieren, como cuando una boa se come una cabra, lentamente, su empacho inmobiliario, pregunta por el desafío demográfico chino.
¿Acaso los desafíos demográficos no se resuelven con personas? Ese reto lo tiene Japón, Corea del Sur, Europa con Italia y España a la cabeza. Un mix de inmigración y natalidad, con paciencia para dejar que fructifique. La ventaja de España es que fuimos los mayores impulsores mundiales del mestizaje y aquí cabe buena parte de Hispanoamérica. Ellos tienen unos 60 millones de chinos Han fuera de china, una gota en el océano, incluso si todos volvieran. Ya están poniendo cheques en blanco para que vengan los sabios chinos de universidades y centros de investigación de prestigio.
Ha plantado cara con paciencia, visión a largo plazo y profesionalidad, al envite arancelario de Trump. En Europa salimos con las chorradas del bourbon y las Harley y ahora con las bajadas de pantalones en compromisos de compras (gasto) a la industria militar norteamericana disfrazados de inversión en defensa y prometiendo comprar una millonada en gas natural licuado americano, mucho más caro que el ruso que no hay que licuar y regasificar.
China ofrecerá tierras raras por semiconductores. Simple, sencillo y mutuamente beneficioso. La economía, a pesar de todo, crece al 4-5%, un disparate en términos absolutos. Hasta el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2020, la construcción supuso el 25% del PIB. Ha bajado al 15%, pero no casi al 0% como sucedió en España en 2010, y la riqueza de las familias, que estaba ligada en un 80% a la propiedad inmobiliaria ha pasado al 70%.
Había un exceso de vivienda y las transacciones fueron bajando, los precios se ajustaron lentamente, quebraron promotoras e inmobiliarias, pero muchas se han salvado, las propiedades no quedaron colgando a medio terminar en un banco malo. Las ventas en 2024 cayeron un 17%, en el 2025 un 3%.
Los gobiernos locales compraron los solares sin desarrollar y las viviendas vacías que no tenían salida, los intereses de las hipotecas se han bajado y al final, cuando comparemos el desastre de la SAREB, el batacazo de las cajas de ahorro, los bancos malos, Bankia, Popular, y el efecto péndulo que en España hemos tenido, de salirnos las casas por las orejas en 2006 a tener un déficit enorme mientras hemos nacionalizado las pérdidas y enriquecido a los fondos grandes inversores financieros con un bien protegido constitucionalmente. En China han protegido el bien público, la vivienda y su industria, la crisis se ha superado en las grandes ciudades, faltan las medianas y pequeñas, pero no se han hundido.
En política también van avanzando. En China votan unos 20 millones de afiliados al Partido Comunista. Aquí votan muchos menos. No me refiero a los comunistas, que desde tiempos de Anguita solo han bajado.
Entre 1982 y 2008, el parlamento tuvo 10 formaciones. En 2019, el parlamento más plural de la historia tuvo 15 partidos. El problema es que tenemos una partitocracia, elegimos a partidos no a personas, como en el Reino Unido, por ejemplo y, por tanto, si los partidos tienen pocos afiliados, en realidad, a nuestros líderes, que no los escogemos nosotros, los eligen un puñado de afiliados.
En 2023 según Hacienda y excluyendo a los vascos y navarros, había unos 286.000 que paguen la cuota (deducible del IRPF) para, pongamos, 13 partidos sin Bildu y PNV. Cada partido, con sus cositas, sus ímprobos, impolutos y perfectos secretarios de organización, movidos, en el mejor de los casos, por los intereses del partido, cuando no lo hacen por el interés de una corriente del partido o, ni siquiera por eso, movidos por intereses personales, ponen en cada municipio, provincia, circunscripción, a aquellos que les parece que son los buenos.
¿Primarias? ¿Para qué? Un dedazo desde Madrid y te aterriza un ministro, o alguien que, o no es del territorio o hace años que no se bate el cobre con los vecinos, o los retos de ese ayuntamiento, de esa comunidad autónoma o esa provincia.
Al fin y al cabo, ¿qué más da que mengano sea diputado o senador por Málaga si votará a la orden de lo que le diga el jefe de su partido en el Congreso o el Senado, independientemente de que sea bueno o no para Andalucía o Málaga en particular?
Él se debe al partido, no a los que lo han votado, porque no lo ha votado nadie, lo ha nombrado su secretario de organización. La gente vota una lista que no tiene la mínima democracia interna y que cada vez eligen menos afiliados. Hemos pasado de dos millones de afiliados cuando éramos 38 millones a 286.000 y bajando ahora que nos acercamos los 50 millones.
¿Dónde está la democracia? ¿Cuántos votos decidieron que el actual presidente fuera secretario general? Investido con solo 10 de 52 circunscripciones ganadas, en 2023. ¿Cuántos militantes con derecho a voto le eligieron en aquellas primarias del 2017 que ahora cuestionan los audios de la UCO?
El 22 de mayo de 2017, el PSOE anunciaba que el censo eran 170.000 militantes y que escrutado el 90.53%, Pedro Sánchez ganaba con el 49.8% de los votos. 67.500 afiliados al PSOE decidieron (si las elecciones fueron limpias) quién sería el presidente del Gobierno de España.
A partir de aquí, aunque ganara el PP, como fuerza más votada el 23 de julio del 2023 (solo han pasado 2 años) con 8.6 millones de votos, y 137 diputados, el PSOE, con 7.8 millones de votos, 300.000 votos menos, y 121 diputados, gobernó España. ¿La clave? Los 13.000 votos de afiliados del PSOE que eligieron a Sánchez en lugar de Susana Díaz. Ni siquiera le votaron la mayoría de los militantes porque Patxi López sacó 13.580 votos. Es decir, que la mayoría de los militantes (el 50.2%) preferían otra opción. La fractura y la subsiguiente purga estaba servida.
¿Legítimo? Si no hubo trampas, sin duda que completamente legítimo. ¿Democrático? Hombre, que menos de 286.000 españoles, militantes de partidos, decidan por 47 millones, me cuesta verlo como una democracia plena, la verdad. En China el 1.6% de la población decide quién les gobernará. En España sólo el 0.56%. Esta es la triste realidad y lo que causa desafección de muchos. Tenemos una partitocracia. La tasa de participación ha ido bajando del 80% en 1982, cuando González arrasó, al 70.4% del 2023.
De 35 millones de electores censados, votaron 24.7 millones. La mayoría parlamentaria que eligió el actual gobierno tenía 12.5 millones de votos entre 7 partidos que quizá sumen 250.000 afiliados que paguen cuota. Recordemos que en Podemos con inscribirse ya participabas en las primarias.
Joaquín Almunia sacó 8 millones de votos y 125 diputados en 2000 y dimitió como secretario general en el acto.
La corrupción es una lacra que ha afectado a la mayoría de los partidos de España, incluidos los nacionalistas. A Rajoy le costó el gobierno. Pero aquello de quítate tú para ponerme yo no vuela hoy. “Ponmos donde haiga” (sic). Suena tan actual como pésimo. Hemos bajado en el ranking de transparencia internacional a la posición 56. Nos superan países como Ruanda (57) , Cabo Verde (62), Emiratos Árabes (68) o Uruguay (76). Estados Unidos con 65 puntos no está para dar lecciones. Pero mirémonos nosotros. Vamos como el cangrejo y no se toman medidas.
Ha salido el presidente de la CEOE a defender a la empresas y empresarios para que no se les culpe. Hombre, ya le vale. Mejor proponer medidas que castiguen a las empresas y a los empresarios corruptores que salir a dar largas cambiadas. Se ha metido en el jardín de decir que “el que corrompe es el que tiene el poder”, le ha faltado decir que lo que no tiene es vergüenza ni escrúpulos de competir deslealmente y que el poder lo tiene el dinero. La corrupción es un cáncer para la libre competencia.
Todo un circo que hay que reformar en profundidad si no queremos que la gente abomine de la participación política, imprescindible en una democracia.
Los políticos deben ser elegidos en sus respectivas formaciones en atención estricta al mérito. Los políticos deben estar mejor remunerados y de manera proporcional a la responsabilidad y el presupuesto administrado.
Los partidos deben estar suficientemente bien financiados. Los corruptores deben tener castigos muy ejemplarizantes y disuasorios, al igual que los corruptos. Debería haber un cuerpo de inspección, de los administradores de las empresas públicas que puedan detectar si los contratados lo hacen con pública concurrencia y mérito con un quórum que impida que a ciertas plazas se presente solo uno o ni eso.
China ocupa junto a Hungría la posición 43 en el ranking. En 2012 Xi Jinping lanzó, tras el XVIII Congreso del partido, su plan anticorrupción. Hablaba de perseguir tanto a “moscas”, pequeña corrupción, como a “tigres” (altos cargos) . En 2011 España estaba en la posición 31 y China en la 75. Nosotros hoy vamos para atrás (25 posiciones peor) y ellos van mejorando (22 posiciones mejor).
Xi se distinguió por dirigirse a altos cargos del partido, el ejército (ojo con el incremento del gasto en defensa), empresas estatales, y funcionarios locales con gran alcance y notoriedad. En los primeros años ya se identificaron más de 200.000 advertencias, sanciones o degradaciones. La Comisión Central de Disciplina del Partido (CCDI), bajo Xi y con Wang Qishan, fue el organismo central en la campaña.
Se crearon equipos de inspección que se desplazaban a provincias y empresas estatales, y se estableció la Comisión Nacional de Supervisión, con autoridad incluso sobre el poder judicial (también hay jueces corruptos y prevaricadores).Según datos hasta 2023, fueron procesados unos 2,3 millones de funcionarios.
Entre los implicados, había miembros del Comité Permanente del Politburó, altos generales como Xu Caihou y Guo Boxiong, y líderes provinciales. Provincias como Shanxi, Guangdong, Sichuan y Jiangsu fueron foco importante de las investigaciones. Los estudios indican que la campaña gozaba de un alto nivel de aceptación pública en China. En 2016, una encuesta de Harvard mostró una aprobación del 71,5 % .Se percibe que ha restaurado cierta confianza en el gobierno y ha retirado grandes fondos mal gestionados hacia el tesoro estatal.
En abril del 2021 Fatoumata Diallo del Institute fro Security & Development Policy de Estocolmo, presentó un trabajo muy interesante sobre los primeros 8 años del plan chino contra la corrupción.
Nosotros hemos tenido el dudoso mérito de salir el 19 de junio en la prensa internacional con las vergüenzas nacionales.
El pasado 6 de enero, Xi Jinping declaró públicamente que la corrupción sigue siendo la mayor amenaza para el Partido Comunista Chino. Le acusaron de usar su plan para hacer una purga política. En España, cada secretario general con sus secretarios de organización hace purgas sin atajar la corrupción. No vale el “y tú más”. Valen medidas que nos pongan donde estábamos en los índices y que nos metan en la cabeza del mundo desarrollado.
La corrupción no acabará hasta que no se llegue al corazón de las masas. No hay políticos y empresarios corruptos en una sociedad prístina. El reproche social es tan necesario como el penal y el administrativo. Por eso Nueva Zelanda o los países nórdicos se mantienen a la cabeza. Mientras los chinos mejoran desde abajo, nosotros en España, sin tomar medidas, vamos para atrás. En una década, como ha pasado con los centros de investigación y universidades, China nos habrá superado.