Se denomina absentismo a la ausencia de un trabajador de su puesto de trabajo de forma justificada o injustificada. Sí, lector, ha leído bien, el absentismo también incluye la ausencia de manera justificada del trabajador.
Que un trabajador decide casarse, la empresa le hace un regalo de 15 días de empleo y sueldo. De facto, la empresa se transforma en invitado de boda de excepción, pues seguro que pocos invitados a la boda le harán un regalo de esa categoría.
Que a tu pareja le han quitado un quiste en el brazo, en ese caso tienes derecho a 5 días laborables para su cuidado, y podría seguir dando ejemplos de absentismo, todos justificados, faltaría más, aunque no podemos pasar por alto que el paganini de todos estos permisos es únicamente la empresa.
Pero pongamos el foco en el permiso retribuido de 5 días por intervención quirúrgica de un familiar regulado por el Estatuto de los Trabajadores en su artículo 37.3.b). Es en este permiso donde podríamos encontrar la justificación de lo injustificable.
Supongamos que a un abuelito de 87 años lo tienen que hospitalizar por un problema intestinal, en ese caso se entiende que los verdaderos cuidadores de ese abuelito son los que deberían pedir el permiso retribuido, y no todos los que el Estatuto de los Trabajadores expone.
Imaginen que en la misma empresa trabajan dos hermanos y tres de los hijos de esos dos hermanos. Según el meritado artículo del Estatuto del Trabajador los 5 tendrían derecho a pedir 5 días laborables por el cuidado del abuelo/padre. En ese caso se podría dar un fraude de Ley, ya que todos a la vez no van a cuidar al anciano, y esos días de permiso retribuido terminan por convertirse en una extensión de las vacaciones de la mayoría de ellos.
Cuando un familiar del trabajador necesite hospitalización o intervención quirúrgica sin hospitalización que precise reposo domiciliario, no debería llamar de forma acuciosa a la empresa preguntando cuántos días me corresponden, sino más bien explicar a la empresa los días/horas reales de ausencia que dedicará al cuidado del pariente y, en ningún caso, para hacer la compra, ir a la playa o simplemente quedarse en el sofá. Este permiso es finalista, cuidar directamente al familiar, y no tomarse unas vacaciones extras de manera subrepticia.
La jurisprudencia ha establecido que el permiso debe tener una vinculación causal directa con el hecho que lo justifica (enfermedad grave, hospitalización, intervención quirúrgica con reposo). El cuidado efectivo implica que la persona trabajadora se ocupa realmente del familiar o al menos permanece disponible para atenderle.
El uso fraudulento del permiso puede anular su legitimidad y acarrear sanciones, e incluso el despido procedente o disciplinario por transgresión de la buena fe contractual.
El absentismo laboral en España se ha convertido en el verdadero problema al que se deben enfrentar las empresas cada día. Penaliza y, mucho, horadando la cuenta de resultados y reduciendo los márgenes. En España alcanzamos el 7 % de absentismo, situándonos muy por encima de países comparables.
En los últimos años, el gobierno socialista aupado por la coalición de izquierdas, ha impulsado una batería de reformas orientadas a mejorar la conciliación laboral, entre las que destacan: permisos por enfermedad o intervención quirúrgica de familiares, permiso de fuerza mayor, con cuatro días retribuidos para urgencias familiares graves, permiso por registro de pareja de hecho o matrimonio, hasta 15 días retribuidos, permiso de paternidad, ya de 16 semanas equiparado al de maternidad, con distribución flexible entre jornadas completa o parcial.
Todas estas medidas, recogidas en el Real Decreto-ley 5/2023 y sus actualizaciones, responden a una clara intención de fortalecer los derechos sociales y la corresponsabilidad. Sin embargo, su implantación, a veces sin filtros o exigencias de verificación, puede estar dando apoyatura a causas injustificadas de ausencia y, creando así, un sistema permeable al fraude y, de paso, un aumento implícito de los costes laborales.
El coste directo del absentismo laboral para las empresas en España superó los 12.2 millardos (miles de millones) de euros en 2023, casi un 20% más que en el año anterior, una cantidad que podría seguir subiendo debido a que los casos de baja por incapacidad temporal han aumentado en los últimos trimestres.
Según un informe elaborado por la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo, a esa cantidad habría que sumar los costes indirectos que deben afrontar las compañías, como son el pago de una persona sustituta que supone 49.7 millardos y los costes ocultos como el coste de oportunidad, que no es más que los bienes o servicios que dejan de producirse por las bajas de los trabajadores que se estiman en 109.8 millardos.
No abogo por sacrificar derechos laborales, sino más bien acompañar estos permisos de mecanismos efectivos de control y corresponsabilidad. Algunas ideas:
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Verificación documental y seguimiento médico obligatorio que confirme la necesidad real del permiso.
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Incentivos positivos para la asistencia, siempre que no penalicen ausencias justificadas.
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Protocolos de sustitución ágil en pymes, subvencionados por el Estado, para que puedan afrontar bajas sin desproteger la plantilla. Que no todo recaiga sobre la espalda del empresario, como está sucediendo últimamente.
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Campañas de sensibilización, promoviendo un compromiso laboral basado en la honestidad y no en el “uso táctico” de las bajas.
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Formación a los médicos con guías comunes para aplicar criterios homogéneos y evitar las bajas fraudulentas.
En puridad, el absentismo laboral representa una de las principales amenazas para la eficiencia organizativa en las empresas. A medida que aumenta el número de ausencias, se produce una disminución directa en la productividad de los equipos de trabajo, dado que las tareas se redistribuyen o se ralentizan, y la planificación operativa se ve afectada.
Esta merma en la productividad impacta negativamente en la capacidad de las empresas de atender a sus clientes. En consecuencia, un mayor absentismo laboral no solo reduce la productividad, sino que también conduce, de manera inexorable, a una pérdida de competitividad empresarial.