El análisis de los desastres naturales durante el último siglo en el Mediterráneo Occidental nos muestra una curva exponencial. Inundaciones, terremotos, vendavales, sequías e incendios se han cebado cada vez más frecuentemente y con mayor intensidad en nuestro entorno más próximo.
Los incendios de California han llenado las páginas de los grandes medios de comunicación internacionales, con datos, pronósticos y reflexiones acerca del comportamiento de este tipo de desastres en el futuro. Hay varias coincidencias en estos análisis que debemos tener en gran consideración.
Hay que tener en cuenta que la región californiana presenta un bioclima mediterráneo, al igual que la región de El Cabo, Chile, suroeste de Australia y la propia cuenca mediterránea. La vegetación se ha adaptado en todos estos territorios a periodos más o menos extensos de sequía estival. Cada vez que uno de estos veranos secos ha sido preludiado por una estación muy lluviosa, el fuego ha aparecido a lo largo de la historia de forma natural.
Era el fuego regenerador que ha sido absorbido en tantas culturas y religiones. Hasta el propio ave fénix no es más que la expresión simbólica de cuantas plantas renacen, incluso con más fuerza, tras las abrazadoras altas temperaturas. Era un fuego generado por la propia naturaleza, como lo eran también la alternancia de esos episodios combinados muy húmedos y muy secos.
The Economist, por ejemplo, se cuestionaba en portada ayer mismo ¿Qué partes del mundo son cada vez más propensas a sufrir incendios forestales? Basándose en algunas investigaciones se respondía que el Mediterráneo (incluida España), el Pacífico de EEUU y los bosques de alta latitud son las zonas más amenazadas por próximos incendios, haciendo hincapié en que la causa era el cambio climático
Por su parte Bloomberg conducía a una segunda derivada, tras lo observado en California: El negocio de la lucha contra los incendios. El cambio climático abre así una nueva brecha entre ricos y pobres. Se ha podido ver como en tan lamentable situación la contratación de equipos privados especializados discriminaba entre aquellos ricos que mantenían en pie sus mansiones y los barrios pobres que veían convertirse en cenizas todos los bienes materiales.
A veces somos demasiado inconscientes de la importancia de disponer de servicios públicos para gozar de un estado de bienestar. Desde la salud a la educación, desde la dependencia hasta la lucha contra los incendios, son logros que deben atesorarse y que debemos defender hasta en las tertulias de café. Qué suerte tenemos de disponer de un cuerpo especializado tan importante como es el INFOCA.