Mucho se ha escrito en la última década sobre la digitalización de las pequeñas y medianas empresas. Un término algo manido e hiper vitaminado estos dos últimos años, por el malogrado “Kit Digital”, que más que ayudar, ha contribuido a generar un mayor nivel de confusión. Pero pese a todo lo llovido, la transformación digital sigue posicionándose como un asunto estratégico en el 60% de las agendas de los empresarios de este país (tal como nos indica el informe de Perspectivas España 2024 elaborado por KPMG y la CEOE).

Las principales razones que lo explican, bajo nuestro criterio serían: (1) El mercado y el sector cambian, y cambian a mayor velocidad. Si te duermes estás fuera. (2) Irrumpen nuevos competidores y modelos que operan y se comunican exclusivamente por canales digitales y que han entendido mejor las reglas del juego. (3) Los nuevos clientes (y los no tanto) buscan la inmediatez. Esto supone estar en el momento en el que se nos requiera. (4) La manera de consumir ahora es híbrida (experiencia digital y tradicional) y multiplataforma. Y además el cliente elige cómo y cuándo. (5) La tecnología está pasando a ser un commodity. Debemos apalancarnos en ella. (6) Con un asistente con IA generativa, dentro de poco, podremos dominar el mundo.

Estos factores están afectando directamente a la línea de flotación de las empresas: la cuenta de resultados. No digitalizarse de manera profesional conlleva la pérdida de margen a las empresas que no lo están haciendo bien. Esta pérdida de rentabilidad es ocasionada principalmente por el aumento de los costes (sobre todo operacionales), la disminución de los precios de venta (ofertas y descuentos permanentes) y la consiguiente merma de los ingresos (alta competencia). Estas causas se traducen en una drástica disminución de la competitividad, que mantenida en el tiempo, es síntoma de una enfermedad terminal. Es nuestro deber y responsabilidad poner todos los medios para evitarlo.

La solución en este caso pasa por entender el concepto de digitalización como el desarrollo de una cultura digital global necesaria para impulsar el cambio. Una cultura moldeadora no solo del negocio sino de la propuesta de valor de la marca, Una cultura que debe partir del CEO para extenderse a todas las áreas de negocio de la compañía: de personas a comercial; de operaciones a marketing; de finanzas a soporte técnico. Una cultura que debe transformar la cadena de valor y su manera de relacionarse; para establecer una vinculación enriquecida entre marcas, personas, equipo, proveedores, partner, accionista y sociedad. Una experiencia cien por cien integrada, omnicanal y bidireccional.

Se trata de un complejo proceso de análisis y toma de decisiones que se debe de incorporar en el plan estratégico de la empresa a uno, tres y cinco años. Hay que establecer una visión holística, más allá de las tecnologías actuales y futuras (inteligencia artificial generativa, big data, ciberseguridad, inteligencia de negocio, marketing automation…) y de las plataformas y softwares que existen para llevarlo a cabo (CRM, ERP, CDP…). Una visión consistente en entender cómo lo “digital” debe aplicarse para la mejora continua (bajo dos premisas: eficiencia y eficacia) de todas las interrelaciones entre los elementos del ecosistema empresarial que participan del proceso transformador. Siempre analizando de afuera hacia adentro. Para ejecutarlo de dentro hacia fuera.

Un proceso de digitalización donde los protagonistas son las personas. Porque todo esto al final va de situar a las personas en el centro de la estrategia. Y donde la formación continua en habilidades (hard, soft y deep), la comunicación interna y externa, las metodologías agile y la marcación de objetivos y KPIS, son factores fundamentales para garantizar el éxito del cambio.

Pero no es tarea fácil, y por este motivo debemos dar un paso lateral para salirnos de la inercia del día a día y poder reflexionar profundamente en qué fase del proceso de transformación digital está nuestra empresa en este mismo instante. ¿Estamos en el camino correcto? ¿Realmente hemos diseñado una visión holística? ¿Estamos creando una cultura digital? ¿Cómo nos va a afectar este cambio dentro de un año? ¿Y dentro de tres años?

Porque nunca debemos olvidar que las empresas deben moverse permanentemente para mejorar la competitividad y sostenibilidad de los modelos de negocios en el medio y largo plazo, con el principal objetivo de ser rentables y duraderos en el tiempo.