Era una tarde de verano de 2015 y estaba sentado en las urgencias de mi hospital cuando recibí un breve Whatsapp en el que se leía: "es importante y urgente que hablemos". La persona que lo enviaba era un buen amigo, muy relacionado con el mundo de la investigación en nuestro país y en toda Europa. Minutos después estaba hablando con él por teléfono y me comentaba que estaba tratando desarrollar en España dos posibles estudios, para lo que necesitaba la conformidad de algunas unidades de investigación pediátrica que tuvieran la experiencia y el recorrido adecuados en este tipo de proyectos.

Me envió todo un enorme dosier con requerimiento de abundante documentación a preparar, a la mayor brevedad posible. Mis inminentes vacaciones tendrían que ser postergadas para más adelante. Eran dos proyectos diferentes: la vacunación de los lactantes con un monoclonal (vacuna más moderna), frente a la bronquiolitis, y la vacunación de madres embarazadas frente a este mismo virus.

Su preparación tardó meses y casi un año después pudimos iniciar la presentación del proyecto de investigación a muchas familias. Nuestra implicación en el proyecto era doble. Por un lado, por las recomendaciones de las diversas autoridades internacionales, encabezadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de dar gran prioridad al hallazgo de una vacuna frente a estos virus; por otro lado, haber estado utilizando en todos nuestros prematuros más pequeños, los menores de 1.000 gramos, esta variedad de vacunas, pero en un formato más antiguo (el conocido como palivizumab).

La bronquiolitis está provocada especialmente por el virus respiratorio sincitial (VRS), que es el gran virus causante de enfermedad en el primer año de la vida y la mayor causa de infecciones del tracto respiratorio inferior en nuestros lactantes, muy especialmente en la enfermedad más severa de los niños más pequeños, con gran número de hospitalizaciones y de visitas al pediatra o a urgencias. Y a largo plazo, es un elemento fundamental para aquellos niños que desarrollarán cuadros de bronquitis de repetición, con la posterior aparición de cuadros de asma.

Tras estas explicaciones podemos comprender cómo eran muchas familias que se ofrecían a participar en los estudios tras haber sufrido eternos inviernos llenos de bronquiolitis, bronquitis, neumonías y otras muchas itis; haber convertido su vida diaria en una asistencia continuada a urgencias y a pediatría e, incluso, interminables ingresos en las plantas de hospitalización.

A nivel mundial, como ocurre en España, es el sector sanitario el que tiene el mayor potencial de I+D. La implantación de las unidades de investigación en nuestro país ha permitido realizar entre 2020 y 2022 un total de 446 ensayos clínicos con niños  y adolescentes, casi la mitad (46,6%) orientados a enfermedades raras.

Esto supone una oportunidad para que muchos niños se beneficien de forma precoz de nuevos tratamientos, que en algunos casos suponen la única opción terapéutica. El último año fue cuando la investigación pediátrica aumentó aún más su presencia en la I+D de España, con 173 ensayos, el 18,7% del total.

En cuanto a las áreas donde más ensayos se realizan, destacan oncología, enfermedades del sistema nervioso, hematología y patologías víricas. Este gran reto supone la gran oportunidad de conseguir agilizar la investigación, manteniendo los más altos estándares de calidad.

Todo ello con el objetivo de conseguir terapias avanzadas, el desarrollo de nuevos fármacos y productos biológicos. En muchos casos, profundizando en el mundo de la muy tecnológicamente desarrollada biología molecular. En algunas especialidades pediátricas todo esto es primordial, caso del cáncer infantil o de las minoritarias enfermedades raras.

Dentro del ámbito sanitario siempre ha subsistido que "la idea de hacer investigación es la de buscar nuevos caminos a conquistar, nuevas montañas que escalar" (Gertrude Belle Elion, bioquímica y farmacóloga estadounidense, 1918–1999). Pero si nos movemos en el ámbito de la infancia y de la pediatría, "siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro" (Graham Greene).

Se trata de un camino apasionante, en el que continuamente se obtienen logros en el avance de la lucha contra las distintas enfermedades, orientadas al momento más emocionante y mágico del ser humano como es la infancia. Como decía el político John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), "los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro".