Tenía 8 o 9 años y estaban enseñándome en una rueda de baloncesto, con otros niños de mi edad, cómo se entraba a canasta. Se trataba de una cancha de minibasket con suelo de cemento, los pasillos de la clase de enseñanza primaria a un lado y un inmenso campo de fútbol al otro.

Era el Colegio de los Hermanos Maristas de Málaga y comenzaba a enseñarnos los fundamentos del baloncesto un adolescente, que sería una magnífica persona y un excelente médico: Víctor Campos. Esos otros niños continúan siendo mis amigos a día de hoy: Luiso, Paco, Antonio, etc.

Hace pocos meses y cuando nada hacía presagiar el fallecimiento de mis apreciados Alfonso Queipo de Llano y José María Martin Urbano, en una de las muchas tertulias improvisadas que teníamos me hacían la siguiente reflexión: la convivencia, en un deporte en equipo, es como la vida misma, tiene todo lo que necesitas para llevarla adelante; incluso, un partido no es más que una secuencia rápida de esta vida.

Cuánta razón llevaban. Un niño y un adolescente aprenden en la confraternización diaria que supone convivir en el equipo, a perder el egoísmo y a saber manejar las emociones y los sentimientos.

Qué gran aprendizaje para las nuevas generaciones. Además, aporta otros valores insustituibles como son el aprecio por una vida cardiosaludable en una época como la actual, en la que el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad campan a sus anchas entre los más jóvenes.

Es un enorme valor adquirido, aprender cómo debemos ejercitar nuestro cuerpo y, además, en conjunto, con otros compañeros, cómo debemos alimentarnos-nutrirnos y cómo es un enorme acicate para aprender, en grupo, a desechar todo tipo de productos tóxicos, empezando por el tabaco, pasando por el alcohol y terminando por cualquiera de las drogas que se usan a diario a nuestra sociedad y que cada día nos refleja la prensa con índices alarmantes.

Esto es una reflexión acerca de la vida "bien vivida", en sociedad; pero los equipos profesionales y de élite también tienen su papel. Hablaba con mi buen amigo y entrenador de baloncesto en otra época Eduardo García, que desde su perspectiva de haber sido presidente de una gran entidad deportiva como el Unicaja Baloncesto, que es muy importante no olvidar el deporte base.

El equipo y el deporte de élite tienen que ser un icono, sobre el que se orienten los equipos de deporte base y sus componentes; y por ello son importantes, pero no son el fin único y primordial de estas instituciones.

La enorme labor que realizan Unicaja Baloncesto y nuestro Ayuntamiento en la promoción del deporte de cantera es probable que no tenga mucho parangón, pero es el mayor valor que se puede aportar a nuestra juventud, tan carente de estos valores en algunas ocasiones.

Efectivamente, esto es una oda al deporte no profesional, pero además, a la vida saludable, a la alimentación adecuada y a mantener una forma de vida enriquecedora para todo el mundo.

En una reciente tertulia radiofónica sobre baloncesto coincidía con nuestro exentrenador ACB y amigo, Pedro Ramírez, y recordando todas estas andanzas anteriores a llegar a nuestra pubertad, compartimos la satisfacción de haber podido disfrutar de todos estos "bienes inmateriales" que son una de las mayores aportaciones que cada familia, y los que tratamos con niños y adolescentes, les podemos aportar.

Pocas cosas me han sido más gratificantes en mis más de 30 años como pediatra que haber conocido a familias que se estaban formando y de las que con el paso de los años he podido disfrutar, así como de sus generaciones posteriores, con todas estas ideas perfectamente incluidas en sus cabezas muy bien ordenadas, y a veces, incluso desde edades muy tempranas.

Viva el deporte base, promocionemos la vida deportiva en equipo, propongamos una vida cardiosaludable y gracias a los que me rodearon por haberme ayudado a ser cada día más persona.

Manuel Baca es responsable del grupo pediátrico Uncibay y jefe de Pediatría del Hospital Quirón Málaga.