"Que sí. Qué ha dicho que sí", se comentaba en los mentideros políticos a eso de las once de la mañana del pasado martes, cuando por fin Paco dijo 'esta boca es mía' y anunció oficialmente lo que, por otro lado, no era una sorpresa. Porque la sorpresa, verán, habría sido que dijese lo contrario. Ni en su partido ni en la oposición se planteaban algo así y, de hecho, habría pillado a contrapié a los Pérez, Ramos, Sguiglia y resto de la tropa, cuyos discursos de valoración estaban ya tan preparados como las noticias en una redacción cualquiera, confirmando el 'sí' de De la Torre.

Ni cotizaba. No le vamos a negar, eso sí, que sabe ponerle misterio al asunto y que solo él es capaz de movilizar a toda una ciudad en torno a una decisión personal como la referida. No valieron (una vez más) los ‘tiritos’ de su mujer sobre la posibilidad (ingenuos los quiere el Señor) de que Paco dijese “me vuelvo a casa”, como aquel que un día salió a por tabaco y acabó haciendo décadas de vida por media Europa, antes de su regreso al nido.

De la Torre canta estos días al ritmo del Dúo Dinámico. Lo mismo te entona aquella de 'El final del verano', ahora que le damos la bienvenida al otoño, que te susurra la ultra reproducida 'Resistiré' (no imaginaban Manuel de la Calva y Ramón Arcusa que se convertirían en autores del himno de la resistencia ante una pandemia). Porque De la Torre es el junco de la canción... ese que se dobla pero siempre sigue en pie. No hay corriente que le mueva ni candidato que le tumbe. Por no tumbarle, no pudo ni el presidente de su partido, cuando aquellos cantos de sirena le situaban como “el relevo”, “el delfín”, “el sucesor”… buena trilogía habría lanzado Netflix, si bien el final ya lo conocen: gana De la Torre.

Con estas, Málaga se pregunta ahora qué preguntar. Meses lleva el periodismo malagueño (lo siento por la parte que me toque) cuestionando al regidor por algo que sabíamos que era evidente. Que si conciliar la agenda personal y familiar, que si tiempo para el deporte, que si aprender a delegar (esa asignatura siempre se le resistió un poco al alcalde)… Argumentos varios para dar forma a un puñado de meses en los que sabíamos que había más misterio en componer la foto de la izquierda, que en desvelar el nombre de quien aparezca en los carteles del PP en la campaña de mayo.

Estará De la Torre en los carteles azules. Pintará de rojo el fondo de sus fotos un Daniel Pérez que ya es oficialmente candidato a las primarias, o sea que encabezará la lista del PSOE para ‘tomar’ la Casona. Por definir queda aún lo que pueda pasar a la izquierda de la izquierda, aunque esto es parecido a lo del regidor y sus ‘juegos de la margarita’: en el fondo, todo el mundo sabe el final y, lo de Izquierda Unida y Podemos viene a ser un capítulo parecido… aunque mucho más morado. Les pasó en los anteriores comicios y repiten jugada en la previa de estos: “Hay que confluir para hacer fuerza y echar a De la Torre”, dicen a boca llena. “Lo haremos juntos… porque Unidos Podemos”, dicen con boca pequeña.

La solidez de una propuesta nace del convencimiento de quien la plantea y, en el caso de las izquierdas, se vuelve a demostrar que una cosa es predicar, y otra es dar ejemplo. En los tres años y medio de legislatura, Izquierda Unida y Podemos han sabido entenderse, aun con diferencias… pero lo de hablar idiomas iguales con dialectos distintos a veces provoca desencuentros. Recuerden el experimento de Málaga Ahora. Bochorno. A septiembre de 2022, Izquierda Unida ya ha presentado su hoja de ruta cara a las municipales… y Podemos la suya propia, que no pasa precisamente por escribir juntos el guión de la conquista de la alcaldía. ¿Que incluso por separado pueden llegar a movilizar a los suyos y conformar, junto al PSOE, una alternativa real? Está por ver. En sus planes, nadie lo descarta ni lo desmiente, pero aún queda mucho y de momento, lo único cierto es que verdes y morados (y esto no va de Semana Santa) tendrán carteles y candidatos distintos porque aquí nadie quiere ser menos que el de al lado.


Mientras unos tratan de entenderse pero adelantan ya que no lo conseguirán, el alcalde galopa. Lo hace a lomos de un caballo que sigue trotando seguro, convencido de poder saltar cualquier obstáculo que se encuentre por el camino. Serán varios de aquí a mayo, resumidos posiblemente en argumentos que giren en torno a la limpieza (ahí pega duro el PSOE, porque sabe que arrastra mucho descontento de los barrios) y el modelo. Dice Paco que él piensa en verde, como aquella campaña publicitaria que los más veteranos del lugar tal vez recuerden. Un verde adornado de gris ladrillo para modelar la ciudad que, entiende el alcalde, debe pintarse allá por 2027. Con él, por cierto, como alcalde a los taitantos: cumple 80 en unos meses y tiene la cuerda de uno de 45.