Una foto de la intervención en el Pleno.
Jorge, obligado a vivir en 10m2 en una pensión con su familia: "De cada 100 llamadas para alquilar, 98 me dicen 'niños no'"
Jorge Carrasco pide al Ayuntamiento que regule el alquiler y denuncia que las familias trabajadoras están quedando fuera del mercado de la vivienda.
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Se llama Jorge Carrasco y se presenta como un malagueño, "padre honrado" y trabajador "sin deudas". Probablemente en los últimos días les haya salido su rostro en un vídeo del Pleno del Ayuntamiento de Málaga que se ha hecho viral en redes sociales, relatando una realidad que cada vez más vecinos de la ciudad viven en silencio: la del sufrimiento por el problema de la vivienda.
Carrasco vive desde hace casi una semana con su pareja y su hijo en la habitación de una pensión malagueña de apenas 10 metros cuadrados. Sin cocina ni lavadora. Le cobran 100 euros por noche en una habitación triple.
El motivo es que lo han desahuciado de una vivienda que le habían prestado por un tiempo que "se fue alargando más de la cuenta". Había estado trabajando fuera de Málaga y al volver, le hicieron ese favor. "No me han echado por impagos y siempre nos trataron muy bien. Simplemente los propietarios quisieron volver al piso y tuvimos que irnos a la pensión ante la imposibilidad de alquilar nada", sostiene.
Pese a las condiciones en la que se encuentran, teniendo que comer fuera a diario al no poder cocerse ni unos macarrones, reconoce que "no nos podemos quejar" ya que en los días que ha llovido, al menos no se han mojado.
Pero cada día es una carrera de resistencia para Carrasco y su familia, según relata él mismo a EL ESPAÑOL de Málaga: maletas siempre a medio hacer, el niño sin un lugar adecuado para hacer deberes, desayunos y comidas en bares "muy normalitos y nada lujosos" y una cuenta que se acaba disparando al final de mes. "Antes gastábamos unos 500 euros comprando en el súper; ahora, comiendo fuera, creemos que se van más de 1.000, aunque busquemos desayunar por dos euros por cabeza", relata.
Carrasco no encaja en el estereotipo de la vulnerabilidad económica que tiene la sociedad. Como él mismo dijo en el pleno, ha ido al cine con su hijo, ha comido churros en Casa Aranda y ha estudiado en centros educativos de Málaga. Su vida siempre ha sido la de un malagueño cualquiera, hasta que la subida del alquiler les ha pegado de golpe.
En estos momentos está en paro porque pidió voluntariamente marcharse de su puesto para preparar bien el lanzamiento y sacar todo de la vivienda sin generar problemas. Es técnico de comercio titulado, ha sido peón de obra... "He tocado todos los palos y tengo un abanico de especializaciones", sostiene, consciente de que alguna empresa acabará abriéndole la puerta más pronto que tarde.
Tiene como objetivo reincorporarse "de inmediato" al mercado laboral. El problema está en la situación de la vivienda. Alquileres que antes estaban en 500 euros, ahora se sitúan por encima de 1.200 en la mayoría de los casos; pero los sueldos, dice, se mantienen igual. Pero pese a todo, Jorge es positivo y apunta que ese no es el problema más grave: "Lo peor está en los requisitos que te imponen".
Lo cuenta sin rodeos: "De cada 100 llamadas, en 98 me dicen, con otras palabras, ‘niños no’. Si digo que mi hijo es menor, contestan: ‘ya le llamaremos’. Es literal". A eso se suman exigencias que, en su caso, resultan insalvables: "Solo corta temporada de 9 u 11 meses, solo funcionarios, nóminas de tres veces el alquiler… Al final, aunque tengas ingresos, te cierran la puerta", critica.
La paradoja llega con las ayudas: "Tengo concedida una ayuda al alquiler… que no puedo usar porque no paso el casting de las inmobiliarias. Es la pescadilla que se muerde la cola", contaba en su intervención en el Pleno del Ayuntamiento de Málaga, frente a todos los grupos políticos y con el respaldo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que le acompañó ese día. También está inscrito en la lista de espera de VPO, donde compite con miles de personas más en situación similar a la suya.
Lo peor, dice, lo vive cuando mira a los ojos a su hijo, que está en edad escolar. "Le digo: ‘Si papá no tiene miedo, tú tampoco’. Él piensa que estamos de vacaciones en un hotel, al final es como una habitación y salimos a comer fuera. Lo vive así, de esa forma", relata. Además, Jorge subraya que su caso no es el más complicado: "Sé que hay familias sin ingresos, con ansiedad, depresión.... Nosotros tenemos salud y nos apoyamos como familia. Pero esto no puede normalizarse", lamenta.
"No creo que nos estén echando de Málaga como dicen. Lo que no ayuda es un mercado sin regular. Hace falta una conciliación real entre arrendadores e inquilinos y garantías públicas que den confianza a quien alquila", plantea. No señala a nadie: "El Ayuntamiento tiene obligaciones, nosotros también. No quiero caridad. Quiero un contrato legal donde yo cumpla mis deberes y el propietario, por supuesto, tenga respaldo si algo va mal", añade. Ha vivido y trabajado fuera y tiene claro que quiere quedarse en su Málaga. "Esta es mi ciudad, tengo derecho a vivir en ella", sostiene.
La hipoteca para él, a día de hoy, es ciencia ficción: "Para un piso de 150.000 euros te piden 20.000 o 30.000 ahorrados. ¿Quién los tiene? Yo no", asevera. Su mensaje final es para quienes están como él: "A todos ellos les diría que no se vayan de Málaga si no quieren. Que 'peleen' por quedarse: mejorar el trabajo, seguir buscando vivienda y cumplir la ley. Apoyarse en asociaciones como PAH, que a mí me acompañaron y no pidieron nada a cambio, y no rendirse. Esto es largo, pero arriba y pa’lante’".