Un montaje con algunas imágenes de la Estación María Zambrano.
De la toalla en la playa al suelo en la estación de trenes de Málaga por el apagón: "Esto parece una película"
La mañana en la estación de María Zambrano ha sido todo un caos. Cientos de personas aguardaban en las colas de las oficinas de las diferentes compañías
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El apagón generalizado que afectó a toda Málaga este lunes dejó escenas más propias de una película que de una estación ferroviaria en María Zambrano. Al menos 160 personas se vieron obligadas a pasar la noche en el hall del Centro Comercial Vialia, en la estación María Zambrano, sin poder coger los trenes que les llevarían de vuelta a casa. Algunos, como Marisa, Ernestina o Aureliano, venían de unas vacaciones soleadas en la Costa del Sol, pero el cierre del viaje fue de todo, menos idílico.
La Cruz Roja desplegó un dispositivo de emergencia para ofrecer albergue y avituallamiento a quienes no encontraron otra alternativa. Camas plegables, galletas, botellas de agua y kits de higiene se convirtieron en salvavidas improvisados para los que, pasada la medianoche, aún seguían sin saber qué estaba ocurriendo del todo. “Nos trajeron camas, galletas, agua… Poco más pudieron hacer”, cuenta Marisa, una viajera que llegó desde Madrid y se encontró con la estación cerrada cuando intentaba regresar tras una escapada de tres días.
En el caso de Marisa, su tren salía a las siete de la tarde, pero al llegar sobre las cinco, después de coger un autobús desde Nerja, la estación estaba cerrada a cal y canto. “No nos dejaban ni ir al baño. Solo aceptaban efectivo en los comercios. A las nueve de la noche nos dejaron entrar a los que teníamos billete, pero ya muy tarde. Había bebés, niños… No había comida para todos”, lamenta. Para ella, la gestión de algunas compañías ferroviarias ha sido desigual. “Con el AVE se ha hecho mucho mejor que con Avlo, Iryo u Ouigo, que tienen a todo el mundo sin información”, critica.
Aureliano y su mujer también acabaron atrapados en este limbo ferroviario tras pasar una semana de vacaciones en Benalmádena. “Comimos en el hotel y salimos después. Si nos hubieran informado, nos habríamos quedado más días. Nos recogió un taxi, pero aquí fue el caos, no nos dejaron entrar”, explica. Finalmente, encontraron un pequeño hotel cerca de la estación, donde pasaron la noche, aunque no sin nervios. “Estoy nervioso porque no sé si llegarán los trenes. Si no viene, aquí nos quedamos a dormir otra vez”, aseguraba resignado a primera hora de la mañana, esperando el mismo AVE a Barcelona que deberían haber tomado el día anterior.
Ernestina, de Zaragoza, vivió una situación similar. Ella y su marido también llegaron este lunes desde Benalmádena con el objetivo de tomar su tren a las 16:20, pero no pudieron ni entrar en la estación. “Todos los hoteles estaban completos, un hostal nos cobraba 200 euros. Era imposible de pagar”, relata. A las nueve de la noche pudieron acceder a la estación, ya habilitada como refugio improvisado. “Hay que agradecer muchísimo la labor de Cruz Roja. Nos han tratado fenomenal, pero esto está siendo muy duro, agotador... Llevamos muchas horas aquí”, valora.
La mañana del martes, mientras se recogían las camas y se trataba de recuperar cierta normalidad, las oficinas de las compañías ferroviarias se llenaron de personas que exigían respuestas. El día anterior, con las líneas telefónicas y webs fuera de servicio, nadie pudo tramitar una reclamación. “A nivel gubernamental no nos están ayudando nada. Podrían poner un bus para llevar a la gente a otras zonas”, propone Marisa, que denuncia la falta de alternativas ofrecidas tras la cancelación de su tren.
Entre la confusión, la falta de luz y la incertidumbre, muchos malagueños y visitantes vivieron una noche marcada por la impotencia, la desinformación y el miedo a quedarse varados sin solución. Una jornada que, como Aureliano resumía con ironía resignada, “parece una película... pero aquí no se ha salvado nadie”.