Mayo, junio, julio y agosto. Es probable que los meses sin r sean los más deseados por los malagueños. En este periodo sale a relucir una de las principales señas de identidad de la gastronomía de Málaga: los espetos de sardina.

Para todo aquel turista que elige Málaga como destino para pasar unos días de vacaciones, es obligatorio degustar este manjar en cualquier chiringuito a orillas del Mediterráneo. Los espeteros ponen este pescado al fuego, que se prende en otra de los elementos más reconocibles de Málaga: las barcas de la playa.

Málaga huele a mar todo el año. La agradable brisa que golpea el paseo marítimo es una invitación para probar el espeto por excelencia: tamaño pequeño, con un alto contenido en grasas buenas y, para disfrutarlo como manda la tradición, degustarlo con las manos. Eso es Málaga. Esa es su esencia.

Orígenes del espeto

"Con los deos, majestá, con los deos…". Habría que ver la cara del rey Alfonso XII cuando Miguel Martínez Soler -Miguelitoer de las sardinas- le pronunció esta ya célebre frase sobre como debía comerse los espetos. El monarca procedió a emplear el cuchillo y tenedor para separar la carne de la sardina. Ahí llegó la recomendación del pescador malagueño.

Hablar de espeto de sardinas es hablar de Málaga en mayúsculas. Es hablar de playa, verano, descanso y buena gastronomía. Desde sus orígenes, la capital de la Costa del Sol se ha caracterizado por ser una ciudad pesquera, donde el pescado ha sido, y es, el plato fuerte de su gastronomía.

En el siglo XIX, la pesca era el sostén de muchas familias y la única vía de financiación. Por aquel entonces, la sardina, debido a su bajo precio, era un alimento de gente humilde, quienes, a su vez, también se conformaban con la bastina, que es lo que se conoce como los restos del pescado.

El merendero Gran Parada, ubicado en la barriada por excelencia del espeto malagueño, El Palo, es la cuna de la sardina. Sin embargo, no es menos cierto que el éxito de este manjar haya proliferado con mayor eficacia en la Costa del Sol, donde presentan mayor éxito y prestigio.

Los vendedores de El Palo, siguiendo el ejemplo de Migué, aprovechaban los cañaverales que crecían en las playas para espetar las sardinas. Mantenían la caña justo por debajo de la espina -para que no se partiera y se cayera a la leña-. Siempre inclinadas al fuego y a favor de la brisa.

De esta manera, la gente del mar denominó a este método 'amoragar' palabra derivada de moraga, procedente del término árabe 'múhraqa' —quemar o cosa quemada—. El pescado se preparaba en parrillas similares a barbacoas. O en cazuelas.

Con objeto de conocer pormenorizadamente la esencia del espeto de Málaga, EL ESPAÑOL ha recorrido las calles de la ciudad para encontrar cuál es el mejor lugar para degustar este plato tan típico de la gastronomía malacitana.

El Caleño

Barrio de Pedregalejo. Barrio marinero donde los haya. A pie de playa, ofrece el que, probablemente, sea el mejor espeto de sardina de la ciudad. La calidad de sus productos, la tradición del local y el entorno marítimo que le rodea hacen que El Caleño sea lugar predilecto para malagueños y turistas.

Más de 30 años brindando la mejor fritura de Málaga avalan a este restaurante. Las vistas hacia un infinito mar Mediterráneo son el pretexto ideal para vivir una experiencia deliciosa para tu paladar.

Restaurante Gabi

En pleno barrio de El Palo. Cuna por excelencia del espeto de Málaga. Exquisita cocina tradicional y de estilo marinera. La marca de identidad se basa en la frescura y calidad de la materia prima. Es sentirte en casa.

En restaurante Gabi, lo que se sirve frito está crujiente por fuera. Pero suave y jugoso por dentro. Deliciosos pescados y mariscos para poner el broche de oro a una jornada de playa en el barrio más marinero de la provincia.

Barca de espetos del restaurante Gabi. Restaurante Gabi

Chiringuito Puente Romano

Bajo un puente que existe desde hace siglos y a orillas del mar se sitúa este peculiar restaurante. Ir a Puente Romano es vivir una experiencia. Te atenderán y negarán con la cabeza que no hay mesas disponibles. No reservan. Te apuntarán en una pizarra y te tomarás una cerveza bien fría mientras la brisa marítima del Rincón de la Victoria te envuelve.

En temporada estival es imposible no comer en este local. Irresistible por su presencia. Y cuando pruebes los espetos y pescaíto frito, no querrás levantarte de la silla.

Avante Claro

En primera línea de playa. Qué mejor contexto. Es uno de los grandes privilegios de Málaga. Y otro, los espetos que salen de su mar y se sirven en este local. Merecen la pena. El secreto es muy sencillo: déjate llevar.

Además, está garantizado el excelente trato de los camareros y pasar un rato muy agradable. La variedad de la carta, acompañado de los mejores vinos hacen el mejor maridaje para una degustación óptima con sabor a Málaga.

Marisquería Narval

En el paseo marítimo de El Palo. No se podían cerrar el círculo en otro lugar. Un lugar al que desearás volver en cuanto tengas la oportunidad de probar sus espetos. En general, su pescaíto frito es de la más alta calidad.

Los malagueños apuestan por sitios de confianza. Y Narval no defrauda. Toda la vida ofreciendo el mayor manjar de la oferta gastronómica de Málaga y con una singularidad que hacen este local un sitio especial.

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