El interior de la Torre del Agua, en Zaragoza

El interior de la Torre del Agua, en Zaragoza EP

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Cómo pescar innovación del agua: de la Expo de Zaragoza a la Senda Azul de Málaga

El precedente temático de la Exposición Internacional de la capital aragonesa es agridulce. Desde la Diputación, se centran en las oportunidades económicas de la costa.

6 agosto, 2021 07:28

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El mismo alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, se refirió al agua como eje temático en una reciente entrevista a EL ESPAÑOL de Málaga. Lo hizo para defender su propuesta de Expo para la ciudad en 2027, que se centraría en la sostenibilidad urbana, un asunto que "no es un tema minoritario, sea alimentación, energía o agua, o simplemente el descubrimiento de América, con todo el respeto a otras Expos".

Quería así marcar diferencia con Exposiciones Internacionales o Universales anteriores, como fueron la de 1992 en Sevilla, que celebró cinco siglos desde la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, y la de 2008 en Zaragoza, que se centró en analizar los mares, ríos, lagos y glaciares. Uno de los grandes símbolos de aquella Expo maña fue la Torre del Agua (30 plantas, 140 metros), un rascacielos hueco solo ocupado por una enorme escultura que representa una gota de H2O, Splash, y otros espacios expositivos en un largo pasillo en espiral que subía hasta la azotea.

Respecto a la temática en sí, que presentaba aristas globales como la escasez por pobreza en el tercer mundo, los peligros de inundabilidad por el cambio climático o la optimización de su consumo en los países más ricos, no se puede decir que quedara en mucho más que una cara campaña de concienciación. El propio presidente de Expoagua, Roque Gistau, se refirió de forma agridulce al legado del evento: "Se quedó en un cajón y lo asumo como fracaso".

Tras 2008, la Torre del Agua -todavía el más alto edificio de Aragón- se mantuvo en pie sin un uso definido y ha estado durante varios años cerrado al público, como otros inmuebles construidos para la ocasión. Aquella Exposición Universal de Zaragoza 2008, organizada en los años de la gran bonanza previa a la quiebra de Lehman Brothers, se mantiene como símbolo de una época.

Flash-forward a diez años más tarde. El 26 de abril de 2019, el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Salado, anunció en el acto del Día de Málaga un nuevo proyecto del ente provincial para complementar al senderismo de interior de la Gran Senda y, especialmente, al interminable paseo marítimo de la Senda Litoral: la Senda Azul. El protagonista es, lo han adivinado, el agua.

"El siguiente paso a la Senda Litoral, que parecía un sueño imposible, es la Senda Azul, para poner en valor la riqueza submarina de la provincia, protegiendo e investigando los yacimientos arqueológicos, creando arrecifes artificiales, hundiendo pecios… para proteger la flora y fauna marina y para crear nuevas actividades náuticas, deportivas y turísticas", explicó entonces Salado.

Desde entonces, el ente provincial ha anunciado la creación de arrecifes artificales y bases náuticas en el litoral malagueño como parte del proyecto, además del impulso al primer nodo de innovación social especializado en economía litoral, El Arrecife Azul, que se situará en Rincón de la Victoria. Buscan fomentar así iniciativas empresariales "sociales" y "sostenibles" relacionadas con la economía azul, esto es, con los mares y océanos. Los primeros pasos del proyecto estrella de la Diputación señalan más a las oportunidades económicas de la costa que a la mera preservación del agua como recurso natural, a diferencia de aquella Expo de Zaragoza.

No parece una idea de bombero: según informó la Diputación, las Naciones Unidas estima que el mercado de los recursos marinos y costeros se posicionará como la principal economía mundial gracias a la innovación y el emprendimiento, creando nuevos modelos de producción que incluye aspectos diversos como el turismo costero, actividades náuticas, servicios portuarios, energías renovables, robótica o biotecnologías azules, entre otras.

El ente provincial calculó que la economía azul ya genera en Andalucía a día de hoy en más de 300.000 puestos de trabajo, aproximadamente 17.000 millones de euros a la economía andaluza. Será el horizonte del porvenir el que dictamine si, tras echarse a la mar, el macroproyecto de la Diputación llega a buen puerto y multiplica esas cifras siendo sostenible ecológicamente o, por el contrario, acaba naufragando como aquella Expo de Zaragoza.