Tras los tiempos fecundos de nuevas hermandades en décadas pasadas, creo que este año es una buena piedra de toque para ver el poder de convocatoria de todas las cofradías tras dos años sin poder salir por la pandemia.

Hay que reconocer que el número de hermandades a finales de los años 70 de la pasada centuria era un poco corto, la apertura social y el crecimiento de la ciudad, demostró la buena salud de la Semana Santa, se incorporaron las entonces denominadas nuevas, aunque algunas con un largo pasado detrás, pues al principio se trataba, en la mayoría de los casos, de reanimar o basarse en advocaciones o corporaciones ya existentes.

Hemos pasado en este tiempo de 27 cofradías agrupadas más Servitas, a 41 más la Orden Tercera. 14 cofradías se han incorporado a lo largo de casi cinco décadas. Aparte existen tres hermandades más con una larga trayectoria, Mutilado, Puerto de la Torre y Churriana. Y dos de más reciente creación, Medinaceli y Carmen Doloroso, esta aún en proceso de fusión con la Sacramental de su parroquia.

Así Dolores de San Juan, cuya hermandad atesoraba alguna centuria, junto al Descendimiento abrieron este resurgir cofrade en la ciudad. Monte Calvario o Humildad vinieron a ocupar un sitio en la Victoria, aunque los mercedarios servitas blancos plantearon ocupar la que posteriormente fue la capilla del Cristo del Perdón, de los Dolores del Puente. Con estas hermandades y su ingreso en la Agrupación se cierra un primer ciclo de nuevas corporaciones nazarenas. Caso aparte son los casos del Puerto de la Torre y Churriana, que, aun formando parte de la ciudad, la distancia hace imposible que puedan hacer el recorrido oficial.

La Salud y Salutación, Salesianos, Crucifixión y Nueva Esperanza, cinco hermandades que tenían un bagaje cofrade detrás muy importante. Cabe destacar que estas incorporaciones y las anteriores citadas aportaron una bocanada de aire fresco a nuestra Semana Santa, en la forma de hacer y de ser, de aportar patrimonialmente y recuperar calles y barrios para los cortejos cofrades.

Santa Cruz se ganó el ingreso aportando un sello en sus procesiones de aquellos Viernes de Dolores, que tanto añoramos quienes los vivimos. Se cierran los ingresos en la entidad de San Julián con Humildad y Paciencia y Mediadora. También cabe destacar el movimiento en solitario de Lágrimas y Favores. La última cofradía que tiene cabida en la actual configuración de la Agrupación es el Mutilado.

Sin agruparse, siguen las pro hermandades y asociaciones que han seguido apareciendo en los últimos años, contando en la actualidad con una decena de ellas repartidas por toda la ciudad.

Llegados a este punto, la pregunta que hay que hacerse es si son necesarias tantas hermandades, si incluso algunas de las existente deberían mudarse a otras parroquias o por dónde podría y debería crecer este movimiento de nuevas cofradías. Respecto a esto último la respuesta es fácil, los barrios son la solución. Irse a lugares donde el núcleo poblacional es grande y donde puede trabajarse y fomentarse la creación de un núcleo cofrade. Hay zonas de expansión de nuestra ciudad en las que perfectamente sería viable una cofradía, pero teniendo muy claro una idea, no es necesario bajar al centro. Diría más, no hay cabida ni futuro para alguna corporación nazarena más en el centro. Hay que conformar unas jornadas de vísperas potentes con estas hermandades y estudiar de qué manera pudieran formar parte de la Agrupación o al menos colaborar o facilitar medios.

Respecto a las otras preguntas, pienso que si son demasiadas cofradías las existentes en la Semana Santa que actualmente conocemos y lo relaciono con la otra pregunta, hay hermandades a las que les cuesta llenar tronos y nutrir las filas de nazarenos, quizás tengan que plantearse si es posible hacer algo más en su zona de influencia y analizando la feligresía y los posibles vínculos con entidades, teniendo en cuenta que en el centro cada vez hay menos vecinos y más turistas, si no sería necesario buscar un nuevo barrio en el que poder vivir mejor. Ahí tenemos San Felipe Neri, una parroquia sin apenas feligresía, avocada a ser un templo que como poco comparta párroco con otra feligresía cercana y cuya apertura y cultos se reduzca a los misa dominical y cultos.
En cinco domingos conoceremos más datos.