Los miembros del 'submarino' de la Esperanza el Jueves Santo de 2019 antes de salir.

Los miembros del 'submarino' de la Esperanza el Jueves Santo de 2019 antes de salir. Cedida

Cofradías

El 'submarino' de la Esperanza, una familia que mete el hombro más allá del Jueves Santo

Todo parte en 1994, cuando un grupo de hermanos de las Fusionadas que salían bajo el manto de la Virgen comienzan este proyecto que hoy sigue creciendo con una idiosincrasia propia.

27 octubre, 2021 05:13

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Con motivo de la procesión magna del centenario de la fundación de la Agrupación de Cofradías se han levantado diferentes debates. Uno de ellos, el de la falta de hombres de trono para llenar los dieciséis que salen el próximo sábado 30 de octubre. Un debate que es cíclico en las cofradías malagueñas y que en los años 90 también existía. En aquellos años nacía un grupo que cambiaría la forma de entender qué es ser hombre de trono: el submarino de la Esperanza.

José Miguel Navas es uno los integrantes más veteranos en activo de este equipo de hombres de trono que, a diferencia de lo habitual, no salen a la calle portando a la imagen por el exterior, sino que se enclaustra en las tripas del cajillo y, casi en total penumbra, llevan el peso en el centro mismo de él. Son los pies de la Virgen.

En conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, Navas relata la historia sobre cómo nació el submarino: "En 1994 un grupo de cofrades de Fusionadas que eran hombres de trono del manto de la Virgen lo funda. Se crea por una promesa para pedir que saliera bien la operación de Chico Banderas". Entonces su grupo de amigos decidió probar en las entrañas del trono, donde entonces había hombres pagados. 

No fue una cuestión fácil. Hablar de los pagados en la Esperanza eran palabras mayores en aquellos años. "Se habla con Pepe Martos, que era el capataz encargado del personal, y luego con el hermano mayor, Carlos Ismael Álvarez. Él es que da oficialidad al paso de que por primera vez en 1994 la Virgen de la Esperanza fuera totalmente portada por los hermanos".

La fundación del submarino por aquel grupo inicial de hermanos de Fusionadas fue el inicio, pero "durante los primeros años hay mucho flujo de entrada y salida. Podemos hablar de que es en 1996 cuando se empieza a consolidar el grupo", indica Navas. "Yo entro en 1997 junto a otros compañeros que acabamos reforzando ese submarino". Sí hay una cosa muy clara, y es que los nuevos aprehendían inmediatamente los valores y el sentido de salir en ese puesto. 

"Todos somos conscientes de que es un privilegio lo que hemos conseguido. De hecho, tenemos unos estatutos propios, que son más exigentes que cualquier otro que los que pueda aplicar la cofradía. Eso nos exige autocomprometernos", afirma Navas.

Hermanos

A los componentes de este equipo de hombres de trono lo que les une es la devoción a la Virgen de la Esperanza, algo que además les ha ayudado a generar algo más que lazos de amistad. Manuel Labrador es otro de los componentes del submarino: "Somos un grupo de cofrades, hermanos de la Esperanza, y cuando digo hermanos lo hago en la total extensión de la palabra. Cuando nos damos un abrazo, nos da una alegría como dárselo con alguien de la familia".

Labrador hablar de que ahora mismo se encuentran en un momento en el que se empieza a incorporar una "tercera generación, después de que muchos de los fundadores se hayan ido jubilando". La relación es "muy estrecha" y de acuerdo con lo que afirma su compañero Navas, afirma que "quienes entran se impregnan de los valores y del espíritu, de ser una familia. No somos un mero grupo de gente que sale en la mesa de un trono".

El 'submarino' de la Esperanza delante de sus titulares en la Iglesia de Santo Domingo en 2020.

El 'submarino' de la Esperanza delante de sus titulares en la Iglesia de Santo Domingo en 2020. Cedida

Desde el año 1994 proliferaron en otras hermandades los submarinos, cada uno con su nombre: el Galeón, la Fragua, las Entrañas... Pero el más paradigmático es, sin duda, el de la Esperanza. "Después de la pandemia estamos retomando ya muchos de los actos que hacíamos", afirma Labrador.

Pero, ¿cuánta gente forma el submarino de la Esperanza?: "Los que vamos físicamente debajo de la Virgen somos 40 personas, pero el grupo lo conforma mucha más gente. Por ejemplo, los que se han ido jubilando o personas que por su talla no pueden entrar, pero son parte del grupo. Somos unas ochenta personas". 

Y, ¿cuál es el proceso para entrar en ese grupo?: "Quien ha entrado viene de la mano de alguien que ya forma parte. Otro requisito es ser muy esperancista, entendemos que para salir ahí hay que hacer como hicieron los Apóstoles con Jesús: dejarlo todo atrás. A día de hoy nos podemos permitir pedir exclusividad".

Las actividades del submarino

En aquellos años 90, el padre Eugenio, entonces rector de la Basílica, les lanza un reto: "Consciente de nuestra capacidad de sacrificio, nos pide que organicemos la primera verbena para colaborar con un proyecto de Manos Unidas que se iba a Sierra Leona". A partir de ese momento, relata Navas, el submarino como equipo se da cuenta del potencial que tiene para convertirse en un elemento de ayuda hacia los demás.

El legado del submarino es, para Navas, doble: el hecho de haber roto esa barrera que quedaba por conquistar y que era conseguir que todo el trono de la Esperanza estuviera portado por hermanos. El segundo concepto es el de "demostrar que se pueden conseguir objetivos sin más pretensiones que llegar a aquellos que más lo necesitan". Es un punto en el que Navas destaca que este grupo "se separa un poco de la oficialidad de las cofradías".