Fosforito en el salón de su casa sosteniendo uno de sus discos recopilatorio
Muere a los 93 años en Málaga Fosforito, la voz que defendió la pureza del flamenco durante siete décadas
El cantaor fue sometido a una intervención quirúrgica de carácter cardíaco el pasado mes, que superó con éxito, aunque en los últimos días había sufrido un empeoramiento de su situación, que obligó a su hospitalización este miércoles.
Más información: Fosforito: "¿Qué es eso del flamenquito o flamenco chill out? Hay derecho a crear, pero no a llamarlo flamenco"
El flamenco pierde este jueves 13 de noviembre a uno de sus grandes gigantes. Fosforito, maestro absoluto del cante y último eslabón de la Edad de Oro, ha fallecido a los 93 años en el Hospital Regional de Málaga, donde permanecía ingresado. Se apaga así una voz que marcó generaciones enteras y que convirtió su vida en una defensa inquebrantable de la pureza del arte jondo.
El artista había sido sometido hace un mes a una intervención quirúrgica de carácter cardíaco que había superado, aunque en los últimos días había sufrido un empeoramiento de su situación, que obligó a su hospitalización este miércoles. La causa de su fallecimiento ha sido una infección de la que no ha podido recuperarse, según ha explicado su propio hijo a la Agencia EFE.
Antonio Fernández, nombre real del artista nacido en Puente Genil y que echó raíces en Málaga, era el cantaor más laureado de la historia del flamenco. Entre sus distinciones figuraba la Llave de Oro del Cante, un reconocimiento reservado solo a Tomás El Nitri, Manuel Vallejo, Antonio Mairena, Camarón de la Isla… y él. Una condecoración que simboliza el respeto unánime que el mundo flamenco le ha profesado durante más de siete décadas de carrera.
Pese a su avanzada edad, Fosforito conservaba una lucidez deslumbrante. “Soy el autor vivo más antiguo de la SGAE”, contaba con humor en una entrevista concedida a este medio en la que repasaba su legado: más de 3.000 letras, miles de escenarios y una vida entera consagrada al cante. Recordaba con orgullo cómo Paco de Lucía lo acompañó en 1969: “Con 21 años ya era un portento. Nos entendíamos a la perfección, que es lo importante”.
De hecho parte de su discografía está en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. "Mis letras las ha cantado desde Juanito Valderrama hasta Camarón, Carmen Linares o Chiquetete. Lo que realmente se guardó en esa caja eran las letras de mi discografía que canté junto a Paco de Lucía. Fue un honor tremendo. Eso permanecerá ahí por los años para ser recordado", decía el artista en el verano de 2024, con orgullo.
Retirado de los escenarios, pero nunca de la música, vivía rodeado de recuerdos: en su casa hace un año figuraban fotografías y recuerdos de giras, premios.... Todo un museo personal. “Mi vida ha sido el flamenco. Hablo de alma, de mirarse a los ojos, de pureza. Eso es lo que me interesa y lo que me interesará hasta el final”, decía.
Fosforito nunca tuvo reparos en defender la esencia del cante. Criticaba sin estridencias la moda de llamar “flamenco” a lo que no lo es. “Todo el mundo tiene derecho a crear, pero no a llamarlo flamenco”, afirmaba con su voz ya gastada pero firme. Sin embargo, a sus 93 años, también reconocía la belleza de lo híbrido cuando se nombraba con honestidad, como el trabajo de las hijas de Morente: “Hacen cosas hermosas que no tienen por qué ser flamenco y son igual de hermosas”.
Fosforito en la mesa de su despacho
Málaga tenía un lugar especial en su vida. Llegó por primera vez en 1946, cantando por la Serranía de Ronda, y años después la ciudad se convirtió en su hogar definitivo. Aquí conoció a su mujer, aquí crió a sus hijos y aquí, contaba con orgullo, se sintió querido siempre: “Me dieron el premio al más malagueño sin ser de Málaga. Imagínate si me siento querido”.
En los últimos años seguía emocionándose con el buen cante. Iba a peñas, a festivales y a cuantos conciertos su salud le permitía. “El flamenco es medicina del alma”, repetía. Apenas cantaba ya, salvo algún tarareo íntimo, pero seguía escuchando con devoción a los compañeros de oficio.
Hoy, el mundo flamenco despide a un artista irrepetible. A un hombre que defendió la pureza del cante con la misma pasión con la que recorrió escenarios de todo el mundo. A una voz que forma parte ya del patrimonio histórico y cultural andaluz. Fosforito se va, pero parece que su voz permanecerá por siempre en su Málaga.